¿Por qué no estoy a gusto con mi cuerpo?
Prácticamente todo ser humano en algún momento de su vida se ha mirado al espejo y ha pensado: “no me gusta lo que veo”. Se ha probado ropa en una tienda y ha afirmado “no estoy a gusto con mi cuerpo” y es que es muy común querer poner, quitar, modificar o arreglar distintas partes de nuestro físico.
Sin embargo, este disgusto con la propia imagen corporal va mucho más allá del aspecto meramente físico; son muchas las personas que sienten que su valía y su éxito están determinadas por su aspecto. De este modo, al no encajar en los estándares de belleza comienzan a considerarse fracasadas, incapaces y poco valiosas.
¿Por qué no estoy a gusto con mi cuerpo?
Si tenemos en cuenta todo lo anterior, es interesante preguntarse de dónde proviene esta tendencia a despreciarnos y a sentirnos incómodos en nuestra piel y qué podemos hacer al respecto.
Causas externas
Es innegable que la cultura y la sociedad tienen una influencia muy poderosa en el hecho de que muchas personas experimenten una gran insatisfacción con su cuerpo. El canon de belleza ha ido cambiando a lo largo de los años, dictando con márgenes muy poco permisivos lo que era apropiado y deseable en cada época y lugar.
En la actualidad, contamos con un ideal irreal e inalcanzable que pone en valor medidas realmente poco naturales, tanto para hombres como para mujeres.
Sobre todo, se trata de unas características únicas e impuestas que no dan cabida a la lógica diversidad de cuerpos que existen. Enaltecer esos referentes como los únicos aceptables genera un fuerte daño psicológico en aquellos que no encajamos en este molde. Es suficiente con ir a cualquier tienda de ropa para ser testigos de la escasa variedad de tallas existentes.
Así, crecemos aprendiendo a rechazar nuestros cuerpos, sentirlos inadecuados y machacarlos o machacarnos mentalmente por no cumplir los estándares. Por otro lado, la presión social también puede resultar devastadora, ya que desde los primeros años escolares existe un rechazo al diferente.
Causas internas
Todo lo anterior nos viene impuesto. Sin embargo, existen otros aspectos directamente relacionados con la personalidad y nuestra actitud que nos llevan a no sentirnos a gusto con nuestro cuerpo:
- Comparaciones injustas. Es evidente que el estándar existe, pero en nosotros está comprender que se trata de un referente irreal e inalcanzable y que no tenemos por qué adecuarnos al mismo. Compararnos constantemente con celebridades o personas reales que se ajustan a ese ideal nos lleva inevitablemente a generar emociones negativas contra nuestra propia imagen, sin comprender que en la diversidad está la belleza.
- Pensamiento rígido y dicotómico. Estas creencias asumen que solo existen dos extremos y que si poseemos algún rasgo “negativo” ya somos automáticamente poco atractivos y poco deseables. Centrar la atención en aquel aspecto del físico que no nos gusta, magnificarlo y generalizarlo, nos llevará a sentirnos muy a disgusto con quienes somos.
- Inferencias erróneas. Esto hace referencia al hecho de que, como yo no estoy a gusto con mi cuerpo, infiero directamente que los demás me perciben de forma igualmente negativa. Pero no solo eso, asumo que por no encajar en el estándar de belleza no soy valioso ni exitoso como persona, que no tengo derecho a vestir ciertas prendas de ropa o realizar determinadas actividades; y que nunca lograré triunfar en el ámbito laboral, social o sentimental.
¿Qué puedo hacer si no estoy a gusto con mi cuerpo?
Existen dos aspectos primordiales en los que has de centrarte. En primer lugar trabaja todas esas creencias y actitudes que está en tu mano modificar y que te llevan a sentirte desdichado con tu imagen. Flexibiliza tu pensamiento, comienza a percibir tus cualidades y rasgos positivos y aprende a separar tu valía personal de tu imagen.
En segundo lugar, trabaja y persevera en amar y aceptar tu cuerpo tal y como es. Agradécele ser tu vehículo en este plano terrestre, permitirte respirar, reír, correr o abrazar a tus seres queridos. Reconcíliate con tu imagen en el espejo y trátate con amor y respeto, independientemente de cómo luzcas.
Solo desde esta aceptación incondicional podrás realizar los cambios necesarios para cuidar tu cuerpo y tu imagen desde una posición sana. Realiza ejercicio y aliméntate de forma saludable; cuida tu cuerpo, sí, pero hazlo porque lo amas y no porque lo odias.
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