Saca partido a tu cerebro
Eso de “hackear” el cerebro es en realidad una metáfora. El cerebro es un órgano complejo y misterioso del que se ignora mucho más de lo que se sabe. Sin embargo, las neurociencias ya han podido acopiar suficientes conocimientos como para proponer algunas acciones sobre el cerebro, que antes eran impensables.
Aprovechando lo que se sabe sobre el funcionamiento del cerebro, se pueden realizar algunas actividades en tu provecho. Te decimos cuáles son algunas de ellas.
Visualizar para aprender
Se ha descubierto que gracias a la “neuroplasticidad”, el cerebro no hace gran distinción entre ejecutar una acción y visualizarla. Esto quiere decir que si quieres aprender algo nuevo, como tocar la guitarra, cocinar o jugar golf, por ejemplo, logras casi lo mismo practicando esas actividades, que observándolas en detalle y con atención. Tanto al realizarla realmente, como al observarla solamente, debes hacerlo muchas veces antes de que lo aprendas verdaderamente.
Mejor no hables tanto de tus metas
El cerebro también presenta algunas dificultades para diferenciar entre el hablar y el hacer. Por eso en muchos test psicológicos se ha demostrado que hablar mucho sobre las metas que se quieren obtener, reduce la posibilidad de lograrlas. La verborrea disminuye tu disposición cerebral para a actuar.
Las sonrisas forzadas valen
Si crees que fingir una sonrisa solo es para hipócritas, estás muy equivocado. Hay estudios que prueban que el cerebro no distingue claramente las sonrisas fingidas de las genuinas. Lo interesante es que las neuronas reaccionan como si la risa fuera real y entonces inician una cadena que te lleva a sentirte un poco más alegre.
Herir a otros te afecta
Tu cerebro tiene una reacción química cuando le ocasionas una herida emocional a los demás, que es idéntica a la que se produciría si les quebraras un hueso. La descarga de ira y destructividad alcanza las mismas proporciones y tu cerebro no establece mayor diferencia entre dañar a otro simbólicamente, que hacerlo físicamente.
Amenazas reales e imaginarias
El cerebro tampoco establece una gran diferencia entre las amenazas reales y las imaginarias. Reacciona de manera similar en ambas situaciones. Si, por ejemplo, supones que algo malo va a pasarte cuando salgas a la calle, tu cerebro lo leerá exactamente igual que lo haría si realmente estuvieras siendo atacado por un maleante, o en peligro de ser atropellado por un carro. ¿Para qué alimentar los miedos imaginarios, si ya tenemos suficiente con los reales?
Recordar lo que jamás ocurrió
Se ha descubierto que la memoria humana no es una función acumulativa, sino creativa. La mayoría de nuestros recuerdos son inexactos o, en ocasiones, completamente falsos. El cerebro no discrimina de manera adecuada la diferencia entre recuerdos reales y recuerdos construidos. Esto se debe a que las personas no nos acordamos de los hechos tal y como ocurrieron, sino principalmente como un referente del significado que tuvieron para nosotros.
Dormir permite organizar la información
Según varias investigaciones, las personas tienen mejor desempeño en una prueba intelectual cuando hacen su último repaso 24 horas antes de presentar un examen y luego duermen. Todo indica que durante el sueño, el cerebro hace un proceso de decantación que permite organizar la información de mejor manera y tenerla disponible para ser usada.
Imagen cortesía de AntonSokolov