Tu relación contigo debe ser un refugio seguro
En cualquier momento y bajo cualquier circunstancia, la relación que tienes contigo debe ser siempre un refugio de seguro. Poder acudir a ti para abrigar los miedos es un principio de autocuidado.
Ser capaz de quedarte en las caracolas de tu soledad para hablar contigo mismo y nutrir tu autoestima es un ejercicio de bienestar psicológico que todos, absolutamente todos, deberíamos practicar.
Decía Carl Jung que nada resulta tan aterrador como empezar aceptarnos tal y como somos. Es cierto. Ese viaje de validación absoluta lleva su tiempo, su delicada maceración y singular sufrimiento.
Ojalá fuera tan fácil como apretar un botón, como leer un libro de autoayuda y comprender al segundo cómo quererse mejor y detectar cada idea irracional, cada sesgo, cada crítica interna y enfoque equivocado.
Esa tarea lleva tiempo, porque durante bastantes años algunos de nosotros nos hemos acostumbrado a enjuiciarnos a través de los ojos de los demás. Si nos quisieron mal de niños, hay una alta probabilidad de que nos queramos mal de adultos. Si alguien nos repetía aquello de que no éramos buenos para eso y lo otro, acabábamos dándolo por cierto.
Casi sin darnos cuenta, y a través de experiencias semejantes, nuestro universo interno deja de ser un refugio para hacer de nuestra mente un escenario poco habitable. Porque en ese interior todo está revuelto y mal organizado.
Es necesario reconstruirnos en profundidad y hacer limpieza para empezar a aceptarnos, valorarnos como merecernos y conseguir ser nuestros mejores aliados. Veamos cómo lograrlo.
Tu relación contigo, un lazo de equilibrio y bienestar imprescindible
¿Qué fotografía mental tienes de tu propia persona? ¿Te percibes como alguien fuerte, seguro y capaz de afrontar los problemas del día a día? ¿Confías en ti para alcanzar tus sueños?
La vida que llevas… ¿es resultado de tus decisiones o de las deseos y preferencias de otros? Podríamos poner diez, cien, mil ejemplos, propuestas e ideas de lo que supone construir una buena relación con la propia persona y, aun así, quedaríamos cortos.
Porque ser nuestro refugio seguro va mucho más de esa autoaceptación de quien logra por fin, estar bien con su apariencia, con su rostro o con su figura.
Quererse y respetarse es por encima de todo, validarse de manera absoluta en cualquier área vital. En ese viaje de autoaceptación, Jung como bien sabemos, hablaba de la importancia de asumir nuestras sombras, esos aspectos más incómodos y negativos de uno mismo.
Ahora bien, es interesante por ejemplo, recordar lo que señaló una vez Nelson Mandela. Lo terrorífico no es abrazar la propia oscuridad. Lo más complicado es ser conscientes de nuestra luz.
Cuando uno descubre su propio potencial humano, surge el verdadero temor y la auténtica responsabilidad. Todos tenemos talentos, todos somos preciosos a nuestra manera y capaces de alcanzar grandes objetivos.
Pero… ¿cómo hacerlo? Es interesante recordar aquí los cuatro «compartimentos» del amor propio. Esos que nos ayudarán a crear nuestro propio refugio seguro mental.
La autoconciencia, la habitación del conocimiento y la percepción
Tu relación contigo necesita, en primer lugar, que seas consciente de tus procesos mentales y emocionales. Pensar bien es vivir bien. Ello implica saber detectar esas ideas que te limitan, esos diálogos internos que te boicotean o limitan tu potencial.
Asimismo, debes recordar otro aspecto: tu cerebro no habla español, inglés o coreano. Tu cerebro habla el idioma de las emociones.
Piensa qué emociones median en tus comportamientos, en tus decisiones, en cómo te encuentras hoy y detectar a su vez, qué miedos te frenan. Saber gestionar estos procesos te será de gran ayuda.
La autoestima, la habitación iluminada
La relación contigo necesita una habitación bien iluminada donde te sientas optimista y esperanzado. Es una sala donde renovar fuerzas y en la que la luz actúa como mecanismo sanador capaz de reparar errores, capaz de darte una inyección de energía cuando dudas de ti, cuando otros osan vulnerar tus valías.
En este espacio de tu refugio seguro siempre hallarás la calma que necesitas en momentos de duda, de miedo o de conflicto. Aquí todo se centra y se equilibra para recordarte lo que mereces en cada momento.
La sala del autocuidado para fortalecer la relación contigo
En ese escenario interno al que acudir a diario para cuidar de tu bienestar mental y psicológico, no te puedes olvidar de la sala del autocuidado.
Aquí y para fortalecer la relación contigo, recordarás siempre y en cada momento, que no puedes relegarte a personaje secundario en el teatro de la vida.
- Mereces cuidar tus relaciones. Si alguien te hace infeliz es mejor poner distancia.
- El autocuidado es tener claro cuáles son tus límites y qué estas dispuesto a tolerar.
- Esta habitación te recordará también que debes atenderte física y emocionalmente. Aspectos como saber cuándo parar y descansar, cuándo darte un capricho, cuándo disfrutar del ocio o esforzarte por alcanzar tus metas, son actividades en las que trabajarás en este tu refugio seguro.
Para concluir. Tal y como podemos ver, construir ese refugio sensacional al que acudir de forma constante para pedir consejo, apoyo, afecto y validación, requiere, sin duda, de un compromiso constante y activo.
Esas habitaciones no pueden abandonarse ni descuidarse. Atendamos a la buena salud de esa construcción interna, de manera que todo, absolutamente todo, vaya mejor.