Venganza: ojo por ojo y el mundo acabará ciego
Decía Gandhi que “ojo por ojo y el mundo acabará ciego”. Con la no violencia como máxima, esta frase va en busca de oídos dispuestos a escucharle y comprender su mensaje. Su aviso sobre la venganza es sencillo de entender pero difícil de aplicar.
Las personas sentimos el deseo de vengarnos cuando nos han herido profundamente. Cuando alguien que queremos y apreciamos nos hace daño puede dejar una cicatriz emocional que arde con un calor intenso, pidiendo ser apagada causando otra herida en el corazón del agresor.
Ante una herida emocional profunda podemos sentir la necesidad de causar en la otra persona un daño parecido o mayor al que nos hizo a nosotros en un principio.
¿Cuál es el origen de la expresión “Ojo por ojo, diente por diente”?
Aunque no es del todo claro el origen de esta expresión, puede encontrarse con diferente estructura pero mismo significado tanto en la Biblia como en el Código de Hammurabi. En ambos textos el sentido que se le otorga a la frase es el mismo que trasciende hasta nuestros días, es decir, que las ofensas y los daños deben pagarse de forma proporcional.
La frase se conoce también como la Ley del Talión, que significa “lo idéntico” o “lo semejante” y hace también referencia a la necesidad de que exista proporcionalidad entre las ofensas y los castigos para que se haga justicia.
No obstante, ¿realmente pagar con la misma moneda garantiza la justicia?, ¿o simplemente alimentamos con esto una espiral incansable de venganzas?
Satisfacción inmediata, consecuencias permanentes
La venganza es un intento fallido de equilibrar la balanza pues, por muchos ajustes que se realicen, siempre quedará desequilibrada. La persona herida se sentirá en inferioridad y por debajo de quien ha causado el daño, por ello intentará herir al otro para volver a recuperar su posición inicial de equilibrio o alcanzar la superioridad.
La primera emoción que suele aparecer cuando nos vengamos es la satisfacción y el sentimiento de que todo ha recobrado su equilibrio. Sin embargo esta sensación se desvanece rápidamente para dejar paso a sentimientos de culpa y remordimientos. También puede parecer la sensación de vacío, como cuando terminamos un gran proyecto, si el tiempo y los recursos que hemos dedicado a planear y ejecutar dicha venganza han sido muchos.
En los casos en los que tras la venganza no hay remordimientos la balanza tampoco consigue equilibrarse del todo. Las consecuencias de la venganza perduran y sus efectos pueden verse reflejados en tiempos futuros, donde el deseo de hacer daño haya desaparecido y aparezca la tristeza por el daño causado.
Es imposible predecir el futuro y saber a quién necesitaremos a nuestro lado. Quizás esa persona a quien hoy quieres herir mañana volverá a ser importante en tu vida. Recuerda que los sentimientos de venganza desaparecen, pero la herida que causes motivado por este sentimiento puede ser profunda o permanente.
La venganza de nunca jamás
Cuando una persona abre la primera página del libro de la venganza y la otra continua su relato, es difícil que la historia no siga in crescendo hasta alcanzar el punto álgido del libro. La intensidad de las acciones de uno y otro personaje suelen aumentar conforme avanzan los capítulos de la historia.
La venganza reside en el país de Nunca Jamás, allí donde se mantiene joven, no hay reglas, ni responsabilidad.
Cuando surge un problema entre dos o más personas hay varias alternativas: huir, atacar o solucionarlo. En el caso de la venganza, la alternativa elegida es la de atacar. Si las dos personas deciden utilizar esa misma estrategia, habrá una escalda de conflicto que irá incrementándose hasta que una de las partes decida que en esa lucha ya se ha perdido demasiado.
El mundo falta compasión y sobra honor
En la cultura del honor, donde lo importante no es el daño causado sino la honra reparada, se incendian relaciones quemando a las personas. Alimentar la venganza con ataques solo llevará a avivar la llama del odio. Acabar con el incendio es solo el primer paso que permitirá que de las cenizas surja algo nuevo.
No hay justicia en la venganza, ni reparación en el ataque.
Responder al dolor con más dolor no cambiará la situación, ni te hará sentir mejor. La mayoría de las veces ser valiente no significa responder más fuerte que el otro, sino ponerse en el lugar de aquel que te hirió y decidir que no quieres que nadie más reviva ese dolor.