Vitamina D y estado de ánimo
¿Alguna vez has sentido que en invierno y en otoño tienes un estado de ánimo más bajo? ¿O incluso que los días de lluvia estás más decaído? Hablamos de una sensación que se da con frecuencia. Se debe a un descenso de los niveles de vitamina D, por la reducción de la exposición a la luz solar. Pasamos menos horas en la calle y las horas de sol también disminuyen.
Pero, ¿realmente la falta de sol puede provocar una alteración del estado de ánimo tan clara? En efecto, la vitamina D tiene un importante papel como regulador de neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo. En este artículo vamos a conocer más acerca de esta vitamina, de los efectos de la falta de la misma y de qué podemos hacer para tener unos niveles óptimos en sangre.
¿Qué sabemos de la vitamina D?
Las vitaminas son sustancias que permiten que el cuerpo funcione con normalidad. En el caso concreto de la vitamina D, su función principal es regular los niveles de calcio y fosfato. Es esencial para la formación del esqueleto.
Los niveles bajos pueden provocar raquitismo en los niños y osteomalacia en los adultos. Otra de sus funciones es modular el sistema inmune, favoreciendo la transformación de monocitos en macrófagos.
Esta vitamina se puede obtener de tres formas:
- A través de la alimentación: el hígado de bacalao y los pescados azules como el atún, salmón, caballa y sardina contienen cantidades importantes de esta vitamina. Y, en menor medida, el hígado de ternera y la yema de huevo, además de los hongos silvestres.
- Mediante la toma de suplementos.
- Mediante la síntesis cutánea por la exposición a los rayos UVB de la luz solar, de donde procede la mayor parte de vitamina D en los humanos.
¿Qué papel juega la vitamina D en el estado de ánimo?
Se ha hallado evidencia de que la vitamina D regula una enzima que transforma el triptófano en serotonina. La serotonina es relevante por su papel en la regulación del estado de ánimo (mejora del estado de ánimo, reducción de la agresividad e impulsividad, etcétera), y en el desarrollo del cerebro del bebé durante el embarazo.
Se ha observado, además, una clara correlación entre la deficiencia de vitamina D y el trastorno afectivo estacional, que se observa en el 10 % de la población, según las investigaciones. Esto explicaría el efecto beneficioso de la terapia lumínica o fototerapia en los pacientes con trastorno afectivo estacional.
Parece ser que la deficiencia puede asociarse a una mayor frecuencia de aparición de síntomas depresivos y de ansiedad, sin haberse podido establecer una relación causal.
Realmente es muy difícil saber si el déficit de vitamina D es causante de la depresión o si la depresión es la causante del déficit de vitamina D, por la reducción de la exposición a los rayos ultravioletas y por la falta de una correcta alimentación. Por lo que, de momento, solo se ha constatado la coexistencia de ambas circunstancias. No hay estudios que avalen la eficacia de los suplementos de vitamina en la reducción de los síntomas depresivos.
Además de síntomas afectivos, la deficiencia de esta vitamina puede estar relacionada con la aparición de otros problemas de salud mental. ¿Cuáles son?
Enfermedad de Alzheimer
Sabemos que el origen de tan cruel enfermedad aún es desconocido y se aboga por un origen multicausal. Sin embargo, las investigaciones sí han demostrado que el riesgo de padecer alzhéimer es mayor en las personas con deficiencia de vitamina D.
Autismo
Nos encontramos ante otro trastorno de origen multicausal, sin causa única conocida. No obstante, debido al papel de la vitamina D y de la serotonina en el desarrollo del cerebro, un déficit de la misma podría influir en el desarrollo de trastorno del espectro autista (TEA).
Sin embargo, tras muchas investigaciones acerca de la suplementación con vitamina D en niños autistas, se llegó a la conclusión de que los resultados no eran significativos. Si bien la mejora en el comportamiento era real, la vitamina D parecía tener más efecto sobre la hiperactividad que sobre la propia condición de neurodivergencia.
Psicosis
Un estudio realizado en Reino Unido demostró que los participantes que tenían un primer brote psicótico tenían niveles de vitamina D significativamente más bajos que los participantes sanos. Otra investigación llevada a cabo en Finlandia concluyó que los jóvenes varones que habían consumido esta vitamina como suplemento a su dieta tenían tres veces menor riesgo de desarrollar psicosis que los que no habían tomado suplementos.
Caracol-col-col, saca los cuernos al sol (y come de manera saludable)
Aunque ya ha quedado claro que no se puede determinar si la deficiencia de vitamina D es la causante de los trastornos mentales que hemos visto anteriormente, los efectos beneficiosos sobre el estado de ánimo de la exposición a los rayos del sol son muy conocidos. Por ello, podemos y deberíamos (en la medida de lo posible) favorecer la producción de vitamina D haciendo actividades al aire libre, incluso en invierno.
Esto es especialmente importante en las personas mayores, que frecuentemente pasan más tiempo dentro de casa. La vitamina D es fundamental para -además de lo ya comentado- la conservación de la masa ósea, por lo que debemos favorecer la exposición de los mayores a los rayos ultravioletas, con moderación y precaución.
Es crucial vigilar la alimentación, sobre todo en los meses en los que la exposición al sol es más complicada. Ingiere alimentos ricos en vitamina D y, en caso de deficiencia, consulta con tu médico si es necesaria la toma de algún suplemento.
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