Vivir el momento para sentir la eternidad
Concentrarte en el aquí y en el ahora es una tarea que te exige haber evolucionado muchísimo. Lo común es que siempre estemos pensando en lo que ya fue o en lo que será; y es así como dejamos pasar ese momento irrepetible que estamos viviendo. Cuando toda nuestra atención está fijada en el presente, se puede decir que alcanzamos un estado de verdadero equilibrio con el mundo. ¿Cómo lograrlo? Aquí te damos algunas claves:
Incrementa tu capacidad de concentración
La mejor manera de aumentar tu concentración es reparando detalladamente en ti mismo. Simplemente tómate unos minutos al día para ponerte cómodo, en un lugar privado y en completo silencio. Cierra los ojos (la visión siempre tiende a distraer, a dispersar) y respira profundo. Trata de activar otros sentidos: inhala el aroma, percibe las sensaciones que hay en tu piel, escucha con atención. Además de relajarte, este sencillo ejercicio te ayudará a aumentar tu capacidad mental para enfocarte.
No hagas varias cosas al mismo tiempo
Trata de realizar una tarea a la vez. Si estás leyendo algo, no escuches música, y viceversa. Si contestas el teléfono, no continúes con tus quehaceres mientras hablas. Es muy simple: dedica cada momento a una sola actividad. Emplea tu mente y tu cuerpo en ella; verás que no solamente haces todo más rápido, sino mejor. Y estarás en el camino de aprender a quedarte enteramente en el presente.
Las pausas son fundamentales.
Tomar una pausa, después de determinada cantidad de tiempo, es un acto casi sagrado. Representa un signo de respeto por nosotros mismos y, además, una clara conciencia del compromiso con nuestras labores. La pausa permite proteger y a la vez reactivar todo nuestro organismo, comenzando por el cerebro. No importa en qué inviertas esos pequeños descansos: un breve paseo, una pequeña siesta, unos minutos de ejercicio; lo importante es que hagas esa ruptura temporal con tu actividad. Eso fortalecerá tu capacidad de ubicarte en el aquí y el ahora.
No hagas inventarios de “asuntos pendientes”
Las famosas listas de “cosas por hacer” son una verdadera tontería. Generalmente las elaboramos principalmente por pura angustia. Si lo piensas con cuidado, en una lista de asuntos pendientes pueden caber fácilmente mil o dos mil actividades, y el número se queda corto. Por eso no es raro que de esos inventarios solamente nazca mayor ansiedad, al ver que nunca las cumplimos del todo y que estamos planificando en el vacío. Quizás sea mejor dejar fluir las cosas. Una actividad te lleva a la otra y eso es exactamente en lo que tienes que concentrarte.
Otórgale el tiempo necesario a cada cosa
Disfrutarás mucho más de la vida si no estás en la actitud de terminar todo cuanto antes. Dice la sabiduría popular que “No por mucho madrugar amanece más temprano”. Esto es completamente cierto. Cada tarea exige su propio tiempo, cada realidad vive su propio proceso; y si los alteramos, no solamente habremos banalizado nuestro propio tiempo, sino que también habremos perdido la oportunidad para crecer un poco más con esa actividad. Lo peor es que muchas veces, finalmente, nos veremos obligados a repetir lo que dejamos a medias.
Imagen cortesía de Brian A Jackson.