3 sencillos trucos para que los niños te hagan caso
Durante la infancia la corteza prefrontal se está desarrollando, por lo que el control de impulsos es una tarea complicada para los niños. También lo es el control de la tención, que está más dirigida por los etímulos externos que por la propia conciencia. De esta manera, es normal que cuando les hablamos tiendan a la distracción y a la dispersión.
Pues bien, a falta de la receta mágica para que su corteza prefrontal se desarrolle antes de que termine la adolescencia, lo que sí tenenemos a nuestro alcance son algunos trucos sencillos. Con ellos vamos a lograr que nos ateindan, vamos a asegurarnos de que nos entienden y a recabar su compromiso para que pongan en práctica lo que les mandamos.
Vamos con ellos!
Reclamar su atención y mantenerla
La facilidad de distracción va a ser nuestra peor enemiga para la comunicación con los más pequeños. Pero, ¿cómo podemos vencerla? Bien, en primer lugar retirardo de su campo sensorial todos los estímulos con los que pueda distraerse. Lógicamente va a ser muy complicado que los retiremos todos: no vamos aquitar todos los dibujos de la pared de su habitación, ni a sacar todos los peluches al pasillo, ni a quitar el colorido de los muebles o las paredes cuando queramos hablar con él. Entonces, ¿qué podemos hacer?
Por eso, si tenemos posibilidad, es bueno que en nuestra casa haya un espacio que este lo más libre posible de este tipo de estimulación tan atractiva. De esta manera forzaremos a que se centre en nosotros. Esto será útil tanto para cuando le queramos corregir como para cuando le queramos reconocer o dar alguna orden. En todos los casos lo que queremos es que el mensaje cale.
¿Qué no hacer? Hablarles mientras ven la tele, juegan, dibujan o leen. Con no hablarles nos referimos a evitar mandarles mensajes importantes mientras hacen otra actividad, no a no mantener un diálogo mientras jugamos con ellos.
Respecto a la atención, el sentido más importante es la vista y por lo tanto el que más nos tenemos que asegurar. Tenemos que procurar que le pequeño nos mire: los niños, al igual que los adultos, normamente atienden al lugar en el que miran. Podemos colocarles la carita o solicitar su mirada “Por favor Juan, mírame”.
Hablar “en corto” ayuda a los niños
Si su atención no está todavía desarrollada, su memoria tampoco lo está. Cuando les demos una orden lo mejor es que sea lo más corta y precisa posible. En esa orden tiene que ir:
- ¿Qué tiene que hacer?
- ¿Cómo y dónde lo tiene que hacer? Recomendable si es la primera vez que lo hace o entiendes que puede hacerlo de otra manera, de otra manera el niño puede pensar que no confiamos en él.
- ¿Cuándo lo tiene que hacer? A menos edad lo recomendable es que las órdenes o los mandatos sean lo más inmediatos en el tiempo. Si quieres que haga algo cuando termine la película, espera a que termine y se lo dices. No lo hagas antes porque es probable que se le olvide. Después no sabrás si es un despiste o te ha desobedecido por otroas motivos: en uno u otro caso te tocará repetir la orden.
Otro aspecto relacioando con el tiempo. Si le has mandado algo para cuando termine de jugar, no se lo repitas cada cinco minutos. Deja que el juego cumpla su función reacreativa y no estimules la costumbre de pensar en algo diferente a lo que hace. Si hay algo bueno que tienen los niños es su capacidad de concentrarse en el presente y de fluir. !Deja que al disfrute al máximo!
Otro truco es dar las ordenes de una en una, corregir aspecto por aspecto y premiar también de manera molecular. “Me gusta que hagas esto porque …”, “No me ha gustado que hayas hecho esto porque …”. Si ha hecho un dibujo en el que no se “ha salido de la raya” y además ha elegido muy bien los colores, premiale por uno de los aspectos y espera a que repita el otro para volver a premiarlo. Igual para corregir: los niños realizan muchas cosas que son muy mejorables, pero esta mejora tiene que darse de manera paulatina y en base a pequeñas metas.
Un truco para que los niños presten mucha atención cuando queremos reconocerles algo que han hecho bien es decirles que vamos a contarles un secreto…
Elegir el mejor momento
Si vamos a corregir o a castigar a un niño lo mejor es hacerlo lo antes posible, de manera que entre lo que ha hecho mal y las consecuencias diste el menor espacio de tiempo posible. Piensa que para los niños el día es muy largo: para ellos por la noche, lo que ha pasado por la mañana, queda muy lejos.
También os aconsejamos que cuando le vayas a trasmitir una información importante evalues el estado del pequeño. No es lo mismo un niño en calma que un niño excitado porque sabe que es la hora de algo que le encanta, como ir al parque. Tampoco es igual un niño recién levantado y rebosante de energía que un niño cansado al final del día.
Tampo es lo mismo un niño con los brazos relajados que un niño con los brazos cruzados en actitud defensiva. Así, antes de comunicarnos con él, en algunos casos sería bueno que le dejemos unos intantes para que se relaje y abra dentro de la propia situación comunicativa.
Por eso, esperando que te haya gustado este, te dejamos un estupendo artículo para que aprendas cómo relajar a tus hijos. ¡Mediante juegos!
Finamente, para asegurarnos de que nos ha entendido es bueno pedirles una confirmación y en algunos casos tampoco está mal escuchar lo que piensan de lo que les hemos dicho.
Puede ser pequeño, pero no olvidemos que actúa como actúa por un motivo y si no lo sabemos es bueno conocerlo para que nuestras intervenciones sean aún mejores. Piensa que si mantenemos el canal de comunicación abierto y preguntamos será más fácil que nos los cuente y que, por lo tanto, las medidas que adoptemos sean más adaptadas a sus necesidades.
De una forma o de otra os animamos a que os comuniquéis con vuestros hijos. Ellos son listos y lo ponen muy complicado a veces, pero recuerda que educar es una hermosa responsabilidad que merece muy mucho la pena.