5 mitos sobre la cleptomanía
Los medios de comunicación, el cine y la información errada que circula de boca en boca han provocado que diversos mitos sobre la cleptomanía se instalen en el inconsciente colectivo. De hecho, no es extraño denominar “cleptómano”, de forma generalizada, a todas las personas que roban.
Según la quinta edición del Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V) la cleptomanía pertenece al grupo de los trastornos disruptivos del control de los impulsos y la conducta. En este caso, el impulso ante el que se tiene que lidiar es la tentación de apropiarse o adueñarse de lo ajeno.
La persona cleptómana responde a un impulso interior que les hace apropiarse de cualquier objeto. Si se tratase de un ladrón común, este robaría sabiendo lo que hace, con convicción, y eligiendo el elemento del que desea adueñarse. Por ejemplo, buscando objetos de gran valor. Esta es una muestra de lo equivocados que estamos con respecto a la cleptomanía y de ahí que hayamos decidido hacer un artículo para desmontar todos los mitos que la rodean.
1. Los cleptómanos sienten placer cuando roban, por eso lo hacen
Mientras que el ladrón común siente cómo la adrenalina llena su cuerpo de euforia antes de hacerse con el objeto de su deseo, la persona que sufre cleptomanía experimenta una serie de emociones negativas que le provocan cierta tensión que va in crescendo. Esta tensión solo goza de alivio cuando se apodera de un objeto, aunque lo que siente posteriormente no es placer, sino culpabilidad.
Para un ladrón, hacerse con el objeto que quería supone un estado de euforia y felicidad, pero para el cleptómano no, él solo se adueña del objeto para paliar los sentimientos de ansiedad que lo abordan y que no sabe cómo gestionar de otra forma. Lo mismo ocurre con otros trastornos que entran dentro de este grupo de control de impulsos, como la piromanía o la tricotilomanía.
2. Hay que tener mucho cuidado, los cleptómanos roban todo el tiempo
El segundo de los mitos afirmaría que un cleptómano roba siempre. Sin embargo, esto no es así y dependerá mucho del tipo de trastorno que posea, pues existen hasta 3 tipos de cleptómanos:
- Esporádicos: los robos ocurren con mucha distancia unos de otros, no es una acción que se lleve a cabo con mucha frecuencia, sino que se alarga en el tiempo.
- Episódicos: los robos se suceden con cierta frecuencia en determinados periodos de tiempo, pero se alternan con otros donde no se produce hurto alguno.
- Crónicos: es el mayor grado que puede alcanzar este trastorno y limita la vida de quien lo sufre hasta el punto que interfiere en sus actividades cotidianas. El robo es continuo e incontrolable.
Como hemos podido observar, no todas las personas con cleptomanía roban de una manera constante, de hecho, tan solo lo hacen cuando la ansiedad los invade, no porque tengan la oportunidad de hacerlo. Por este motivo, los tratamientos siempre se centran en eliminar o paliar esos síntomas que impulsan a cometer ese acto del que después los cleptómanos se sienten culpables. Hasta el momento, la terapia conductual ha demostrado una gran efectividad para tratar estos casos.
3. Los cleptómanos son capaces de controlarse, pero no quieren
Este es uno de los mitos sobre la cleptomanía que encierra un error más grande, especialmente por lo que implica. Tal y como hemos visto hasta el momento, los cleptómanos no sienten placer ni se apropian de lo ajeno por interés o con algún fin de enriquecerse, sino que tienen el único objetivo de huir de la ansiedad y al tensión que los invade.
Ellos no son conscientes de lo que les impulsa a cometer ese acto, solo saben que hay una emoción que les hace sentir mal y que para aliviarla, de alguna manera, necesitan robar algo. Pero, los cleptómanos saben que lo que hacen está mal, solo que no pueden evitarlo. Esta realidad ha hecho que los profesionales debatan sobre si incluir o no este trastorno dentro de los obsesivo-compulsivos.
El cleptómano roba objetos de poco valor y que, realmente, no necesita.
4. La persona cleptómana se convierte en un ladrón profesional
Nada más lejos de la realidad. Los cleptómanos no planifican sus robos, tampoco lo hacen con un fin, como ya hemos mencionado, sino que sus actos responden a un impulso que nace dentro de ellos y que no son capaces de frenar.
Creer que una persona cleptómana puede convertirse en un ladrón profesional, es dar a entender que sus ansias de robar van en aumento o que, cada vez, roba más cosas. Pero, esto es un error. Este trastorno depende mucho de su grado, como ya hemos visto, y no es una aspiración, sino una enfermedad mental que causa mucho sufrimiento para quien la sufre.
Suponer que alguien puede sacarle partido a algo que le está provocando un dolor emocional enorme es de todo menos un pensamiento razonable. La persona cleptómana sufre mucho más de lo que a simple vista pueda parecer y nosotros podamos intuir.
5. Los cleptómanos son incapaces de valerse por sí mismos, están locos
El quinto y último de los mitos sobre la cleptomanía hace referencia a esa tendencia a denominar “locura” a todo aquello que no se entiende y que se considera negativo. Sin embargo, a pesar de que los cleptómanos crónicos sí pueden ver afectada su vida diaria, lo cierto es que el resto pueden llevar una vida totalmente normal. Suelen ser personas inteligentes y saben cómo ocultarlo muy bien.
Este trastorno no les impide pensar con claridad ni los convierte en personas peligrosas que intentarán robar a cualquier costa. Los cleptómanos son conscientes de que lo que hacen les causa un gran malestar, pero no pueden evitarlo.
Un ejemplo útil para entender esto mejor lo encontramos en las personas que sufren trastorno por atracón. Comer de forma compulsiva no hace que se sientan mejor después de haber comido. Además, son conscientes de ello, pero no pueden evitarlo. Tan solo necesitan ayuda y un tratamiento adecuado.
La cleptomanía no tiene nada que ver con la locura.
¿Qué ocurre tras el robo que comete la persona son cleptomanía? El objeto se abandona, se acumula junto a otros o queda en el olvido. La finalidad no es el objeto, sino la sensación de alivio momentánea que provoca el hecho de hacerse con él.
Sin embargo, después surge un gran sentimiento de culpabilidad y hasta de vergüenza: uno de los factores que impiden que las personas que padecen este trastorno pidan ayuda. Tengamos en cuenta estos mitos sobre la cleptomanía. No todos los ladrones son cleptómanos, ni todos los cleptómanos son ladrones. En cualquier caso, siempre hablamos de una enfermedad en la que el primer perjudicado es el que la sufre.