7 estrategias para aumentar tu autoestima
Autoestima no significa otra cosa que aceptarse a uno mismo tal y como es, con sus defectos y sus virtudes y además, amar incondicionalmente lo que somos. ¡Cuántas veces nos autocondenamos o nos machacamos por un pequeño error, por no ser perfectos! Nos cuesta entender e interiorizar que no hay nada más humano que fallar.
Desde muy pequeños nos inculcan la idea de que errar es malo y de que tenemos que luchar por ser mejor en todo: físicamente, a nivel laboral, ser buen amigo, buen hijo, buen padre, tener éxitos y logros, tener dinero…
Esto nos causa un agobio tremendo cuando empezamos a ser adultos, porque pensamos que necesitamos todas estas cosas para ser valiosos como personas ¡Eso es lo que nos han dicho siempre!
¿Pero cómo puede ser esto cierto? ¿Por qué un ser humano vale más que otro por ser más atractivo físicamente o tener más dinero en la cartera? ¿Qué tiene que ver el valor intrínseco con las posesiones? ¿Y el día que ya no seas guapo? ¿Dejarás de tener ese valor que tenías de joven?
Si nos hacemos estas preguntas, veremos que es absurdo, un sinsentido. No podemos sacar la conclusión de que alguien es más valioso o menos porque posea más o menos. Un cesto de frutas no pierde su valor porque una de las frutas tenga una mancha marrón.
Esto es fácil de comprender sobre el papel, pero en la vida real se nos cae en picado la autoestima cuando percibimos alguna grieta, por pequeña que sea, en un área vital o en varias. Para que esto no ocurra tan fácilmente, es conveniente aprender ciertas estrategias que nos van a ayudar a aceptarnos incondicionalmente y a querernos más.
Sé realista en tu pensamiento
Es bueno hacer autocrítica cuando hemos cometido un error o tenemos algún defecto, así aprendemos de cara al futuro, pero otra cosa bien distinta es el automachaque. Esto no solo no nos hace aprender, si no que nos bloquea y hace que pongamos en marcha comportamientos de evitación.
Deja de decirte que eres un gusano porque te sobran unos kilos, eso es globalizar demasiado. Seguro que tienes otras muchas características atractivas pero no las ves. Busca la solución a eso que no te gusta e ignora a ese crítico interno.
No pongas todos los huevos en la misma cesta
En esta vida desempeñamos innumerables roles: somos trabajadores, estudiantes, hijos, padres, hermanos, primos, amigos, pareja, amos de nuestra mascota, etc. También podemos describirnos teniendo en cuenta innumerables características: guapos, altos, bajos, gordos, flacos, simpáticos, coléricos, ricos, inteligentes, etc.
El problema es que muchas veces basamos nuestra autoestima en una sola área o característica, por ejemplo: si no soy buena profesional en lo que he estudiado, es que no valgo absolutamente nada como persona y todo lo demás que he hecho no cuenta. Es importante aprender a separar nuestras el resultado de nuestras acciones con nuestro valor personal. El hecho de que erremos en algunos momentos o que no sé nos den especialmente bien algunas tareas, no guarda relación alguna con nuestra valía.
Asume riesgos
Tendemos a evitar aquello que puede fracturar nuestra autoestima, no vaya a ser que “me salga mal”, que “me sienta inferior” o que “no sea capaz”. Lo que hacemos siguiendo este hilo es concederle una importancia desmesurada a nuestro defecto o nuestra carencia, cuando la realidad es que es normal tener defectos y carencias, si no, seríamos de otro planeta. Empieza a exponerte a todo aquello que venías evitando para proteger tu autoestima.
Abandona las etiquetas
Un error común de pensamiento es etiquetar. Etiquetamos cuando hablamos de los demás con el verbo “ser”. Juan es médico, Paula es ama de casa y Ana es torpe. Esto es mentira porque quizá Ana sea torpe para algunas cosas, por ejemplo, la natación, pero seguro que es poderosamente útil en su trabajo como peluquera, con lo cual no es tan torpe como hemos etiquetado antes.
Las etiquetas nos sirven para categorizar aquello que nos rodea, sin embargo, el error es aferrarnos a ellas. Una etiqueta es variable y depende del contexto. El ejemplo de Ana es muy ilustrativo. Cuando algo se nos da regular en un campo, lo solemos trasladar a los demás. Si cometemos algún error en el trabajo solemos pensar que no valemos lo suficiente. Lo ideal sería no hacer uso de las etiquetas, y si lo hacemos, como sumo cuidado. Es mucho más sano pensar que algunas cosas se nos dan mejor y otras peor.
Deja de compararte con los demás
Ve a lo tuyo y si no te gusta algo de ti, intenta solucionarlo. La comparación con otros no te ayudará a resolver tu problema, si no que lo engordará. Recuerda que no vales menos ni tampoco más que la persona con la que te comparas, solo poseéis características diferentes.
La única comparación permitida es aquella que nos sirva para inspirarnos: “si él ha podido, yo también”. Los maestros budistas afirman que las comparaciones que sirvan de inspiración, bienvenidas sean. Siempre y cuando no produzcan malestar en nosotros. En muchas ocasiones, tomar a alguien como un referente para inspirarnos es adecuado para emprender un proyecto. Eso sí, sin perder nuestra esencia, nuestro sello personal. Los Beatles se inspiraron en músicos de la época y el resultado es de sobra conocido.
Encuentra un techo
El ser humano es, en ocasiones, muy ambicioso. Es exitoso, pero no le vale, necesita más éxito y si es guapo, ser aún más guapo, nunca hay un techo donde decir ¡ya paro! ¡me conformo con lo que soy y lo que tengo! ¡no necesito más!
Esto lleva a veces a la profecía autocumplida: como creo que soy muy fea, aunque todo el mundo me dice que no es así, me someto a múltiples operaciones de cirugía estética, pero nunca estoy conforme. Al final, de tantas operaciones acabo con un físico un tanto extraño, confirmando mi creencia de que soy fea. Por lo que conviene fijarte un techo, un límite donde poder parar en ocasiones.
Dedícate a amar, agradecer y apreciar
En realidad, el físico, las posesiones, los éxitos solo son valiosos para algunas personas un poco confundidas, vacías, con una escala de valores muy equivocada. Eso existirá siempre, pero no tenemos por qué hacerles caso.
Para la mayoría de las personas, lo que de verdad es valioso es el amor, una sonrisa, gestos y palabras amables. Esto es lo que nos conecta de verdad. Cuando agradecemos de corazón aquello que tenemos aprendemos a valorar lo que nos rodea y la inmensa fortuna que tenemos en nuestras vidas. Dar las gracias por tener algo tan básico como un techo, una cama, una ducha y comida todos los días, nos hará ser conscientes de lo afortunados que somos.