La sonrisa es el lienzo de la inspiración

La sonrisa es el lienzo de la inspiración
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 13 febrero, 2016

Un niño se ríe hasta 400 veces al día, sin embargo el adulto más alegre no supera las 100 veces y la media se encuentra entre 20 y 30 veces. A medida que vamos cumpliendo años, por lo tanto, la risa y la sonrisa van desapareciendo de nuestra vida a pesar de los beneficios que aportan y, de paso, aprendemos a fingir en lugar de mostrar nuestra tristeza.

En muchas ocasiones ocultamos nuestros sentimientos bajo una sonrisa diciendo que no ocurre nada, cuando en realidad nos estamos tristes, pero no nos atrevemos a explicar por qué y pensamos que es más fácil sonreír que explicar nuestra tristeza a otras personas.

“Opino que lo se llama belleza, reside únicamente en la sonrisa.”

-León Tolstoi-

Incluso antes de nacer, los bebés sonríen. Tal y como demostró un equipo de científicos japoneses en el año 2012, que grabaron durante 62 minutos a 31 fetos a través de una técnica ecográfica y vieron que en esos 62 minutos se produjeron 51 sonrisas, con una duración media de 3,21 segundos. De esta forma, se demostró que incluso antes de nacer somos capaces de sonreír.

Cómo distinguir una sonrisa falsa que oculta tristeza

A lo largo del tiempo se han realizado diversos estudios sobre el tema. En 1862 el neurólogo francés Duchenne Boulogne realizó un estudio con el que alcanzó la conclusión de que una sonrisa falsa solo involucra a los músculos de la boca y los labios, mientras que una sonrisa sincera activa además los músculos que rodean los ojos.

Mujer con sonrisa sincera

En el año 1973 el psicólogo Paul Ekman realizó un experimento por el que mostró 30 fotografías de los rostros de 14 personas de diferentes culturas, que expresaban 6 emociones primarias (alegría, miedo, sorpresa, tristeza, enfado y asco) y llegó a la conclusión de que las emociones, especialmente la alegría, fueron asociadas de la misma forma por la mayoría de los sujetos.

Más recientemente, en el año 2012 varios científicos del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), desarrollaron un sistema para distinguir una sonrisa falsa de una auténtica. Para ello pidieron a un grupo de voluntarios que, primero, fingieran frustración, después que llenaran un formulario en línea diseñado específicamente para provocar frustración (al llenar los campos solicitados y dar clic en “Aceptar”, se borraba toda la información vertida) y, finalmente, que vieran un vídeo que mostraba a un bebé de aspecto agradable.

En el primer caso, cuando se fingió la frustración el 90% de los participantes no sonrió. Sin embargo, en el segundo caso, el 90% sonrió a pesar de estar decepcionados, y en el tercero con el vídeo del bebé, también sonrieron la mayoría. La diferencia es que la sonrisa de frustración es mucho más instantánea que la de alegría.

Además, los músculos involucrados son distintos, de hecho en las sonrisas verdaderas se ponen en movimiento los músculos que levantan las mejillas y arrugan la parte de alrededor de los ojos.

“La risa es tremendamente relajante, es una gran meditación. Si puedes reír totalmente, si puedes reír con totalidad, entrarás en un espacio de no-mente, de no-tiempo. La mente lógicamente vive de las expectativas, la risa es algo que viene del más allá.”

-Osho-

Por qué nos ocultamos tras una sonrisa

Detrás de una sonrisa falsa, se pueden encontrar diferentes motivaciones. Una de las más comunes es el miedo a mostrar nuestros sentimientos cuando estamos tristes o nos sentimos mal. En estas situaciones nos sentimos vulnerables y el hecho de dejar salir a nuestros sentimientos y explicarlos nos resulta más complicado que sonreír simplemente.

En otras ocasiones, sonreímos ocultado nuestra tristeza, por no hacer daño a otra persona. No nos damos cuenta de que esa sonrisa falsa nos delata y nos puede perjudicar tanto a nosotros mismos como a la persona a la que sonreímos, cuando en realidad estamos tristes.

El poder de una sonrisa sincera

Desde muy pequeños aprendemos el poder que puede tener una sonrisa y el efecto que tiene en otras personas. Un bebé interpreta la sonrisa de su padre o de su madre como un síntoma de confianza, de que hace las cosas bien o de que no hay ningún peligro. En este sentido, en el año 1957 se realizó un experimento en Estados Unidos en el que se colocó a varios bebés al borde de una superficie de cristal transparente elevada a cierta altura, lo que se llama “acantilado visual”.

“La vida está llena de soledad, miseria, sufrimiento, tristeza y, sin embargo, se acaba de demasiado deprisa.”

-Woody Allen-

Madre e hija sonriendo

Los niños tenían la sensación de que si avanzaban por la superficie transparente caerían al vacío. Al otro extremo estaban sus madres y unas sonreían y otras no. Las que sonreían lograron que sus hijos vencieran el miedo y cruzaran la superficie. Los demás niños, cuyas madres no sonreían, prefirieron no cruzar esa superficie.

Por otra parte, entre hombres y mujeres adultos, también existe un innegable poder derivado de una sonrisa. De hecho, en el año 2001, se realizó un estudio por el que se comprobó que las personas eran un 10% más propensas a fiarse de alguien que sonríe. Finalmente, en el año 1985 se demostró que las mujeres sonrientes aumentan su atractivo un 40% para los hombres.


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