7 trucos para mejorar las relaciones personales
Las relaciones personales no son fáciles, pero tampoco suelen ser tan difíciles como pensamos en el medio del conflicto. Algunos no logran interactuar adecuadamente con los demás por timidez. Otros, en cambio, traen en su historia la impronta del conflicto, quizás por un entorno familiar en donde no había buenas relaciones. Esto hace que nazcan y se mantengan en polémicas que no conducen a nada o miren a los demás con un punto de desconfianza y aprensión.
No se nace con la capacidad o la incapacidad para establecer buenas relaciones personales. Es cierto que hay algunas predisposiciones genéticas que te hacen más o menos extrovertido, más o menos sociable. Sin embargo, esto no es determinante. Básicamente, interactuar adecuadamente con los otros es un aprendizaje. Esto exige el desarrollo de algunas habilidades que están al alcance de todos.
También hay algunos trucos que facilitan ese aprendizaje. Son pequeños tips, muy fáciles de aplicar y efectivos en su propósito: mejorar nuestras relaciones personales. Enseguida te hablamos sobre ellos.
“El ingrediente más importante en la fórmula del éxito es saber llevarse bien con las personas”.
-Theodore Roosevelt-
Entrena la capacidad de escucha
La actividad de escuchar no se limita, o no debería limitarse, a callar mientras el otro enuncia. Va más allá: significa poner nuestra atención en el contenido y en la forma del mensaje que el otro nos está intentando hacer llegar. No se trata de quedarnos quietos, sino de recorrer parte del camino para salir al encuentro de lo que el otro dice, sugiere o insinúa. Tampoco se trata de amordazar nuestro diálogo interior, sino de derivarlo a lo que el otro nos está contando.
Para desarrollar la habilidad de escucha, nada mejor que escuchar. Ahora bien, ¿cómo? Intenta a quedarte en silencio , simplemente tratando de captar lo que te dicen. Al principio tendrás que hacer un esfuerzo consciente para que tu atención no se escape; sin embargo, una vez que hayas cogido soltura, la tentación que pueda suponer la dispersión no será tan grande.
Practica la empatía
La escucha activa y la empatía van de la mano. Centrar nuestra atención en el mensaje que nos intentan trasmitir abre una posibilidad, la de comprenderlo desde el contexto del otro y no desde el nuestro. Eso es precisamente la empatía: ser capaz de ponerse en la piel de los demás, entendiendo en el proceso qué hace que piensen como piensan y actúen como actúan.
Así, la empatía requiere más de una actitud abierta que de una actitud crítica. Cada uno es como es y hace lo que hace por razones que muchas veces se nos escapan. ¿Con qué derecho vamos a cuestionarlos? En este sentido, perdemos mucho cuando no logramos establecer empatía. Perdemos aprendizajes, ampliación de experiencias y la oportunidad de mejorar nuestras relaciones personales.
Confía en lo que haces y dices
Una actitud confiada genera confianza en los demás. También pasa lo contrario, cuando alguien se muestra dubitativo o inseguro, crea una respuesta defensiva en quienes están a su lado. No es tan difícil practicar la confianza. Simplemente, dale una oportunidad a la persona que eres, sin olvidar que dentro de la persona que eres va implícita aquella en la que te gustaría convertirte.
El miedo es una de las emociones que más puede tensar la comunicación, siendo así y en determinados contextos un obstáculo para las relaciones personales. En muchas ocasiones, para alejarnos de su influencia solo se necesita un poco de entrenamiento. Para ello, intenta que en tu comunicación no predominen las pausas y busca más la conversación que el discurso o el monólogo.
No necesitas convertirte en alguien locuaz, muy ingenioso o divertido. Simplemente tienes que rescatar un punto de naturalidad para la comunicación. En este sentido, un discurso demasiado medido puede interpretarse por las personas que los escuchan como un intento por tu parte de ocultar algo…, cuando lo único que intentas ocultar es que tienes miedo de mostrarte como eres. ¿Por qué?
Sonríe, siempre sonríe
Decir que una sonrisa abre muchas puertas es una frase hecha, un lugar común. Sin embargo, no por sabido deja de ser olvidado y cierto. La sonrisa derriba barreras, construye un clima emocional de amabilidad y contribuye a disminuir tensiones. Además, es gratis.
Como motivación, piensa que la sonrisa es una señal de paz y aceptación: un gesto amable que cocina como nadie la buena comunicación. Es un gesto que rompe el hielo e invita a la confianza. Nada mejor, para elevar las relaciones personales, que iniciar cada nuevo encuentro con una sonrisa. En este sentido, se ha comprobado en varias investigaciones que las personas tienen mucha más confianza para acercarse a alguien que sonríe que a alguien que no lo hace.
Los buenos modales
Los buenos modales jamás pasarán de moda ni dejarán de ser llaves maestras que abran puertas principales. Además, con la práctica ganarán en naturalidad, dejando de dar esa sensación de artificio sobre la que algunos concluyen falsedad, antes que respeto y consideración.
Por supuesto que existen muchas normas de cortesía que no son más que adornos. Otras, en cambio, son fundamentales y no se deben perder. Por ejemplo, la buena costumbre de saludar y despedirte, decir gracias, no interrumpir al otro cuando habla, permitir que el otro pase primero… Pequeños gestos que muestran tu buena disposición a entenderte con los demás.
Al respecto, vale la pena remarcar la importancia de uno de los modales que se ha perdido. Tiene que ver con el teléfono móvil. A menos que estés pendiente de una llamada urgente, lo mejor es que los dejes lejos de tu campo de acción y visión inmediatos, donde no pueda distraerte. Seguramente no te vas a perder nada del otro mundo si dejas el teléfono aparte por un rato; al contrario, lo que puedes ganar es mucho.
Aprende a manejar la ira
A manejar la ira, como a gestionar cualquier otra emoción, también se aprende. Hay una norma de oro que en los momentos de enfado nos puede ayudar. Si estás molesto, en un primer momento solo tienes que hacer tres cosas: no decir nada, no hacer nada y quedarte quieto. Es así de sencillo. Difícilmente la ira va a facilitar la resolución del conflicto.
Aquí, como en otros casos, solo es cuestión de entrenamiento. Esta actitud se aprende por repetición. Solo debes esperar a que parte de la energía que lleva la emoción se disperse, la suficiente como para trasmitir el mensaje en la forma y el modo que es mejor para ti, y después para la relación. Al mismo tiempo, transmitirás un mensaje de autocontrol y mostrarás respeto por ti mismo y por el otro.
Las relaciones personales se deterioran, en gran medida, por una mala gestión de la ira. Cuando esta se apodera de nosotros llegamos a mostrar nuestra peor cara, pudiendo llegar a ser muy crueles. Especialmente con las personas a las que queremos, porque también son las personas de las que conocemos los sitios donde más les duele.
Todo (o la mayor parte) está en los detalles
Hay una serie de actitudes o de pequeños detalles que incrementan significativamente la calidad de las relaciones personales. Son gestos sencillos que hablan de nobleza y de buena disposición a los demás. Es buena idea incorporarlos a tu forma natural de ser. Algunos de estos gestos son:
- Prodigarle elogios sinceros a los demás. En este sentido, tenemos poca costumbre de compartir lo bueno que pensamos de los demás… cuando decir, en este sentido, es siempre una fuente de satisfacción.
- Llamar a las personas por su nombre.
- La importancia de un problema lo decide la persona a la que le afecta.
- Durante una polémica, indícale al otro que valoras su punto de vista y que quieres entenderlo.
- Muestra tu interés por lo que piensa o siente el otro.
- No intentes cambiar la forma de pensar de nadie.
Las buenas relaciones personales son fruto del esfuerzo. Aunque algunas personas vienen al mundo mejor dotadas para interactuar fácilmente con los demás, todos tenemos algo que aprender. Esto es particularmente válido cuando hemos tenido una larga historia de dificultades para comunicarnos la lista de conflictos que tenemos abiertos es muy grande.
Si logras aumentar la calidad en tus relaciones personales, toda tu vida se enriquecerá. Esto, a su vez, va a incrementar la confianza en ti mismo y tu sensación de bienestar general. Cuando las interacciones con los demás son constructivas, nos sentimos más motivados y más felices.