Aceptación y cambio
No podemos cambiar nada hasta que nosotros lo aceptamos. La condena no libera, oprime.
Nuestra vida puede mejorar, pero el primer paso para ello es aceptar donde nos encontramos, observar el aquí y ahora. Ver lo que ahora somos, apreciarnos y mantener la esperanza de que todavía podemos ser mejores, sin olvidarnos ni despreciar todo lo que hemos ido creciendo como personas.
El cambio es casi la única constante que hay en nuestras vidas
En muchas ocasiones, cambiar no supondrá modificar algo externo, ni desarrollar comportamientos complejos, sino adoptar la decisión de aceptar plenamente la circunstancia que nos ha tocado vivir, y actuar a partir de ella, es decir, cambiar nuestra actitud hacia la situación que se nos presenta.
El primer paso para el cambio es la aceptación. Pero, ¿por qué la aceptación? Quizás porque detrás de cada cambio, existe un problema o algo que queremos dejar atrás. Pero si no lo aceptamos, raramente podremos cambiarlo. Ya que cuando nos resistimos o negamos de manera activa a nuestros pensamientos o sentimientos, éstos pueden adquirir una mayor relevancia, debido a que al ejercer un esfuerzo real por no pensar en ello o por intentar que desaparezcan, estamos potenciando que ocupen un espacio en nuestra mente que los haga reaparecer constantemente. Por eso el primer paso para cambiar es aceptar el pasado, aceptar lo que nos sucedió, aceptar el problema. La idea no es escapar del problema, al contrario, enfrentarnos de una manera más madura.
Pero sobre todo es importante que entendamos que aceptar no es resignarse, sino comprender las cosas en su plenitud, tanto con sus pros como con sus contras y seguir hacia delante. Cuando aceptamos nos enganchamos a la vida, pudiendo experimentar otras emociones y recuperando cierto control, mientras que cuando nos resignamos, lo único que hacemos es anclarnos en el pasado, limitándonos a lamentarnos o irritándonos por nuestra desdicha.
¿Cómo podemos promover y desarrollar la aceptación?
–Autoconocimiento. Es importante desarrollar un profundo y sincero conocimiento sobre nosotros mismos, a partir de la reflexión y el análisis de nuestras limitaciones y capacidades personales. Siendo sinceros con nosotros mismos y no autoengañarnos.
–Darse tiempo para asumir la situación de una forma positiva y realista. No apresurarse en obtener una respuesta.
-Aprender a manejar aquellas situaciones que nos producen sensaciones desagradables, es decir, aumentando nuestra tolerancia a la frustración.
-Ajustar nuestras expectativas a la realidad.
-Adoptar una actitud más paciente y tolerante, disminuyendo la autoexigencia y rigidez mental.
-Practicar el perdón.
Recordad nosotros creamos nuestras propias oportunidades.