Acompañamiento al duelo, ¿en qué consiste?
Sufrir una pérdida significativa puede resultar devastador, de esto no hay duda. Numerosos procesos psicológicos y emocionales se ponen en marcha en el doliente, quien, por un tiempo, vivirá una etapa de reajuste. Sin embargo, pese a lo doloroso y desconcertante de estos momentos, hay que saber que no constituyen ninguna patología, sino una reacción natural. Por ello, no es necesaria la psicoterapia, pero sí puede ser beneficioso el acompañamiento al duelo.
Este no necesariamente se realiza por parte de profesionales, sino que la red de apoyo cercana a la persona puede ejercer un papel fundamental. Acompañar es crear un espacio seguro para las emociones, respetar el desorden y la confusión y ofrecer presencia. No es una tarea fácil y, por ello, muchas veces no sabemos cómo ayudar a un doliente. No obstante, hay algunas claves que contribuyen al respecto.
¿Acompañamiento al duelo o intervención psicoterapéutica?
Como decíamos, el duelo es una reacción natural del organismo ante la pérdida. Es un proceso que sobreviene para ayudarnos a elaborar el dolor, integrar lo acontecido en nuestra historia y continuar adelante. Las emociones que conlleva pueden ser desagradables, pero no son patológicas. Es por esto que, en circunstancias normales, el duelo puede atravesarse sin requerir ayuda profesional.
Ahora bien, en ciertos casos aparece el llamado «duelo patológico». Este ocurre cuando se altera la adaptación a la pérdida y surgen emociones excesivamente intensas o prolongadas o, por el contrario, reprimidas y enmascaradas. En tal caso, las tareas propias del duelo se bloquean y la persona no logra avanzar. Es aquí donde la psicoterapia es necesaria.
Por su parte, un duelo no patológico no tiene por qué vivirse en soledad. De hecho, la presencia, la compañía y el apoyo de otros resultan claves para poder trascender la pérdida y seguir adelante. Este acompañamiento ha de contar con una serie de características y elementos que lo hagan apropiado.
¿En qué consiste el acompañamiento al duelo?
Al tratar con una persona en duelo es complicado saber qué hacer o decir. Nuestros miedos afloran, llegando a ser un obstáculo para que actuemos como un apoyo. Con el propósito de realizar un buen acompañamiento tienen que estar presentes los siguientes elementos:
Respeto al proceso de duelo
A la mayoría de nosotros no se nos ha enseñado a lidiar con las emociones. Y, por ello, ver a otra persona sufrir nos resulta sumamente incómodo y perturbador; tanto, que buscamos hacer lo que sea para que su dolor desaparezca.
Sin embargo, acompañar el duelo es entender que no podemos eliminar el dolor ajeno, ni dando soluciones ni tratando de razonar o intelectualizar su situación. El mayor apoyo en este caso no consiste en sacarles de esa oscuridad sino en acompañarlos, con empatía y respeto, mientras la atraviesan.
Interés y foco en el doliente
Al hilo de lo anterior, es necesario que sepamos salir de nuestra propia realidad para centrarnos en la del otro. En el acompañamiento lo que importa es lo que el doliente siente y requiere, no lo que consideramos que es mejor.
De este modo, hemos de entender cuando alguien quiere hablar y cuando precisa del silencio; cuando busca un abrazo y cuando prefiere un momento de soledad. Se trata de saber leer a quien tenemos en frente para poder darle lo que requiere, aunque esto no sea lo que nos nace hacer por impulso.
Ausencia de juicio
Si nos comprometemos a navegar el duelo junto a otra persona, estamos aceptando caminar este sendero a su lado, mas no dirigirlo. Cada uno de nosotros es diferente y afronta la pérdida con sus propias estrategias. Es muy humano evaluar y juzgar al otro, pero esto no aporta nada positivo. Cada persona es experta en sí misma y sabe lo que mejor le funciona; no somos nadie para imponer cómo ha de sentirse o actuar, por lo que la crítica ha de salir de nuestro repertorio.
Espacio para la expresión emocional
Ventilar las emociones es una tarea fundamental en el duelo, pero para esto hace falta un espacio seguro. No es fácil abrirse a otras personas, mostrarse vulnerable y devastado. Si quien tenemos en frente acoge nuestro sentir con apertura y empatía, es más sencillo.
El acompañamiento al duelo también consiste en ofrecer ese espacio seguro en el que el doliente pueda expresarse sin miedo, exteriorizar su ira, su tristeza o su sentimiento de culpa. Un espacio en el que pueda contar su historia y hablar de su ser querido tanto como necesite. Especialmente positivo resulta si se le anima a recordar cómo esa persona enriqueció su vida y qué legados y enseñanzas le proporcionó.
Apoyo concreto y específico
Cuando acompañamos a otra persona en su dolor, solemos pronunciar frases vagas como «estoy aquí para lo que necesites» o «cuenta conmigo». Pero, en esos momentos, puede ser más beneficioso ofrecer ayudas concretas y específicas. Por ejemplo, apoyando en la organización de papeles, trámites o documentos o preparando comida para asegurarnos de que el otro se alimenta bien.
Además, es positivo que tomemos la iniciativa de llamar para ofrecer una charla o proponer algunas actividades que distraigan al doliente.
Permitirse sentir el dolor es fundamental, sí, pero también es necesario encontrar momentos en los que olvidarlo temporalmente. Es en esa danza entre acercarse y alejarse del dolor que puede procesarse la situación y seguir adelante. Por ello, sin forzar, ni ser insistentes ni invasivos, podemos ofrecer pequeñas actividades que ayuden a la persona a activarse.
El acompañamiento al duelo también puede realizarlo un profesional
Una vez identificadas las necesidades de la persona en duelo, se entiende que lo importante es que estas sean cubiertas; es decir, que cuente con apoyo social. En ocasiones, los familiares y allegados realizan esta labor de buena manera; no obstante, es posible que no tengan la sensibilidad, la disponibilidad o las herramientas para acompañar correctamente.
En estos casos, puede ser apropiado buscar el apoyo de un profesional. No estrictamente porque el duelo se haya vuelto patológico, sino porque la persona necesita ese espacio seguro y esa escucha empática que tal vez no encuentra en su entorno. En tal escenario, el profesional no estará tan dedicado a marcar pautas, sino que su papel será propiamente el de acompañar un proceso natural del ser humano.
Asimismo, para algunos dolientes puede ser positivo formar parte de grupos de apoyo. En estos entornos la expresión resulta más sencilla; en tanto que sabemos que los otros comprenden y comparten nuestro dolor, podemos sentirnos identificados y arropados.
En definitiva, el acompañamiento al duelo es un proceso que pueden realizar diferentes personas y desde distintas instancias, siempre que se adopten sus principios. El respeto, la empatía, la presencia y la sensibilidad a las necesidades del doliente pudieran ser el bálsamo que necesita en este duro trance.
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