La importancia de adelgazar el ego para alimentar el alma
En el territorio del ego solo crece la soberbia, la mirada que entiende el mundo partiendo de su propio ombligo y que siembra de infelicidad cualquier entorno en el que habita. Todos conocemos a alguien moldeado con este patrón, son mentes que restan en armonía, que ahogan la calma y que deberían empezar a poner a dieta su egos para que a sus egos también les quedase algo de comida.
Si damos un pequeño vistazo al panorama actual y al escenario sociopolítico que nos envuelve, nos daremos cuenta de que, efectivamente, el reino del ego está en auge. Son muchos los países y líderes que están empezando a practicar ese autoproteccionismo y esa autodefensa del yo, donde delimitar lo tuyo y lo mío, donde dejar a un lado al extranjero para proteger la propia identidad.
“El ego es una máscara artificial creado por la familia, la sociedad y la cultura. Es una máscara sobre otra máscara”
-Alejandro Jodorowsky-
A muchos se les olvida, quizá, que los egos obesos y la voz de la soberbia se obsesionan con marcar distancias, trayendo así la desigualdad, los odios, la discriminación y la propia infelicidad. No obstante, no solo somos testigos de este tipo de dinámica a nivel político. Según un artículo publicado en la revista “Psychology Today“, en los entornos laborales apuntan cada vez más esos directivos o jefes que, lejos de aplicar la Inteligencia Emocional en sus organizaciones, se dejan llevar por el ego en una necesidad última por ejercer el poder y el control.
Los trabajadores que tienen como directivos a una persona con este tipo de perfi, los definen como “niños pequeños con demasiado poder”. Lo más relevante de todo ello es que las acciones egoístas desplegadas en todo territorio, ya sea a nivel familiar, empresarial o social, no obtienen beneficio alguno. Se desperdicia el potencial humano porque queda supeditado al reino del miedo, al imperio del desprecio y a esa falta de ética, empatía y cercanía donde poco o nada bueno crece.
Te proponemos reflexionar sobre ello.
Egos fuertes y egos grandes
Empezaremos aclarando algo esencial. La palabra “ego” viene del latín y significa simplemente, “yo”. Para la filosofía oriental ego se refiere a la autoconciencia, al autorreconocimiento y a esa entidad que debe diferenciarse de las conductas insalubres como la egolatría o el egoísmo.
Por otro lado, Freud también identificó a ese nivel de nuestro aparato psíquico como esa parte intermedia donde la persona se debate entre el impulso instintivo y la presión de las normas sociales. El objetivo final sería desarrollar un ego saludable que nos permita armonizar en el día a día de nuestras relaciones y la propia sociedad.
Con todo ello podemos deducir sin duda que hay dos tipos de ego. Por una parte, estaría nuestra necesidad de desarrollar un “yo” (ego) fuerte donde quede consolidada nuestra autoestima, donde exista una conciencia plena de uno mismo con sus valores, su nobleza y esa identidad que nos define pero que a su vez, es sensible y cercana al resto de identidades que nos rodean. Por otro lado, y en el polo opuesto, estarían los egos grandes.
Veamos sus características con detalle.
Los egos grandes y sus universos personales
Un ego grande es un “yo” desmesurado y poco realista que no se ha enriquecido de manera paralela al interior de la persona. Sus vacíos, sus limitaciones personales y su falta de autoestima lo abocan a buscar un reconocimiento exterior donde sentirse reforzado.
- El ego grande tiene como propósito “recolectar” energías ajenas para ejercer el control. Para ello, no duda en humillar o en despreciar.
- Al ego grande le encanta ser el centro de atención e identificarse con todo aquello que logre diferenciarle del resto: un título, un logro, una marca, una bandera…
- El ego grande es capaz de vestirse con la armadura de la bondad para exaltarse como persona y así, captar adeptos.
- A su vez, existen diversos tipos de “egos grandes”, está el sabelotodo, el sofisticado, el que busca prestigio, el insaciable y que siempre busca emociones y experiencias nuevas para luego enorgullecerse de ellas.
Los 7 pasos para adelgazar el ego
A lo largo de la historia no han faltado los estudios tanto psicológicos como filosóficos que ahondado en el tema del “ego” y en su relación con el mal. Es un tema complejo donde no hay resultados claros, porque también estaría sin duda el componente biológico, el social y el educacional. Sea como sea, lo que todos tenemos claro es que los egos grandes son el reflejo de mentes anoréxicas que no han sido iniciadas en el universo de la Inteligencia Emocional.
“Si tu ego no te deja tranquilo, mándalo a comprar humildad”
Es pues necesario que todos sembremos esta semilla en las nuevas generaciones, en ayudarlos a construir un ego saludable y empático, en iniciarlos en el arte de alimentar el alma y no el ego. Aquí estarían unas claves básicas sobre las que reflexionar.
Estrategias para vencer el ego
La clave para vencer el ego pasa por ser conscientes de nuestros comportamientos y actitudes cotidianas. Te preguntaras, pero… ¿qué actitudes? Vamos con ellas.
- Libérate de la necesidad de ser superior a los demás.
- No te apegues solo a tus logros y a tus éxitos. Reconoce también los de los demás.
- No te sientas eternamente ofendido por lo que dicen, hacen o piensan quienes te envuelven. Tienen derecho a no ser como tu deseas.
- Libérate de la necesidad de tener más cada día más. Aprecia lo que ya tienes.
- Libérate de la necesidad de ganar. En ocasiones, también se aprende de la pérdida.
- No te obsesiones con tener siempre la razón.
- Tu objetivo en la vida no es tener éxito o fama. Tu objetivo, sencillamente, es ser feliz.
Para concluir, entendamos que la práctica cotidiana del ego lo único que consigue es alzar muros y crear distancias. Empecemos pues alimentar el alma y a practicar esa humildad donde reconocer al otro como parte de uno mismo. Nutramos el corazón de nobleza para crear un mundo más respetuoso y cercano.