Alodinia: cuando las caricias duelen
¿Te imaginas vivir en un mundo dónde las caricias duelan, en el que el roce de la ropa te lastime y el calor humano no sea posible? Por desgracia no es necesario que lo imagines, ya que ese mundo existe y lo viven las personas que padecen alodinia.
La alodinia es una percepción anormal del dolor que hace que estímulos que normalmente son indoloros e incluso placenteros resulten muy desagradables. El roce de la ropa, el calor del sol o una corriente de aire pueden resultar insoportables a estas personas. Aún así, es uno de los trastornos más desconocidos y más difíciles de tratar dentro de los dolores crónicos.
Este trastorno pertenece al grupo de los dolores neuropáticos. Una forma de dolor producida por daños o cambios en el mecanismo de información-transmisión del sistema nervioso periférico y/o central cuyos nervios envían señales de dolor sin que existan motivos reales para ello. Como afirma Guevara-López (2016): “el grado de alteración dependerá del tipo y tamaño del daño o disfunción de las estructuras afectadas”.
“El verdadero dolor es el que se sufre sin testigos”.
-Marco Valero Marcial-
Tipos de alodinia
Aunque no es muy conocida, lo poco que se sabe de la alodinia es que puede ser de diversos tipos según el tipo de estímulo que la cause:
- Alodinia mecánica estática: se produce cuando se siente dolor ante la aplicación de un sólo estímulo o al presionar ligeramente, como puede suceder al coger de la mano a una persona.
- Alodinia mecánica dinámica: se siente dolor con la aplicación repetida de estímulos suaves o al más mínimo roce, es decir, las caricias duelen.
- Alodinia térmica: cuando se siente dolor al aplicar estímulos térmicos. En este caso se estudia el grado de sensibilidad con la aplicación de objetos en la piel de temperaturas comprendidas entre los 20º y los 40º.
Una de las dificultades en el estudio de la adolinia se encuentra en la diferenciación de este término con otros relacionados como la hiperalgesia o la hiperpatía. La hiperalgesia se produce ante estímulos que sí son dolorosos aunque con un umbral mayor al normal. La hiperpatía ante la repetición reiterada de estímulos que en un principio no producían dolor alguno.
Todo esto produce una sensación de incomprensión hacia estos pacientes y hacia su sufrimiento que no hace más que prolongar la agonía de vivir con un grado tal de dolor crónico que hasta respirar sea una tortura. Así esta situación produce innumerables consecuencias desagradables y es a su vez, una fuente de emociones negativas.
Consecuencias emocionales del dolor crónico
El dolor es una función esencial, es adaptativo y nos garantiza la supervivencia ya que avisa a nuestro cerebro cuando algo va mal, tanto interna como externamente. El problema se presenta cuando pasa de ser adaptativo a ser un dolor crónico e insoportable que impide a las personas que lo padecen llevar una vida normal. Esto provoca un sufrimiento de tal grado que hasta el 85% de los pacientes con dolor crónico de tipo neuropático presenta síntomas depresivos.
“Para comprender el dolor no hay inteligencia como el dolor mismo”.
-Jacinto Benavente-
Los síntomas depresivos se producen debido a la lucha constante que llevan a cabo para intentar evitar el dolor y que muchas veces no tiene resultados. Esto genera impotencia, que en muchos casos termina en depresión: especialmente cuando el paciente se rinde ante lo abrumador que le resulta el dolor que padece.
También se producen síntomas de ansiedad que intensifican el propio dolor físico. Ante esto el cuerpo se resiente y comienza a generar malos hábitos para intentar contrarrestar este malestar.
Tratamiento del dolor neuropático
Desde el punto de vista médico, el tratamiento del dolor suele consistir en la administración de fármacos: tanto opiáceos como no opiáceos según el grado de malestar que sienta el paciente. Sin embargo, en el caso de la alodinia, como dolor neuropático, este tratamiento resulta inefectivo. Por lo que, en casos en los que existe un dolor más frecuente e intenso, se recomienda la intervención quirúrgica para eliminar algunas de las conexiones de las vías nerviosas del dolor.
Autores como Cruciani y Nieto (2006) destacan el uso de antidepresivos como tratamiento farmacológico de este tipo de pacientes. Afirman que los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina y noradrenalidad (ejemplo, duloxetina), parecen ser de mayor beneficio que los únicamente inhbinidores selectivos de la recaptación de la serotonina (por ejemplo, fluoxetina).
Desde la perspectiva psicológica se recomienda el trabajo en la aceptación del dolor, para que la evitación no empeore los síntomas. Además también se recomiendan diferentes técnicas de biofeedback acompañadas de estrategias de afrontamiento para poder tener la mejor calidad de vida.
Aunque lo que necesitan, en general, es comprensión por parte de todos. Es verdad que es un dolor que puede resultarnos muy complicado de imaginar, ya que incluso los estímulos que a la mayoría nos producen placer, como las caricias, a ellos les causan dolor. Sin embargo, esto no significa que no tengamos que hacer un esfuerzo por entender que su dolor es real y, en muchos casos, continuo.