Los amigos son un regalo que nos hacemos a nosotros mismos

Los amigos son un regalo que nos hacemos a nosotros mismos
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 30 junio, 2019

Dicen que un amigo es un familiar que uno mismo elige. Mientras que a nuestros padres, hermanos y abuelos los eligen el azar o el destino. Así, los amigos son esos compañeros de vida que sin compartir ningún grado de consanguinidad, nos aceptan tal y como somos: nos quieren con nuestras virtudes y a pesar de nuestros defectos.

Muchas veces nos olvidamos de la importancia tan enorme que tiene la amistad. Nos obcecamos con buscar a la pareja perfecta, en conseguir el amor romántico y no nos damos cuenta de que la palabra amor no implica siempre una pareja sentimental, sino que en los amigos también podemos encontrar ese cariño y esa compañía que anhelamos.

Un amigo es un reflejo de ti, parte de tu esencia y te permite sacar lo mejor de ti mismo para dárselo a esa persona, lo que a su vez, te convierte en alguien más feliz.

Los amigos son grandes tesoros, son regalos que nos hemos hecho a nosotros mismos para que nuestra existencia sea más placentera, divertida o gratificante. Por esta razón es muy es muy importante saber conservarlos, algo que no es fácil si tenemos en cuenta que a veces vamos a dejarnos llevar por nuestro ego, de manera que generemos malentendidos con ellos o bien nos acabemos alejando por la exigencia de las circunstancias o por pura rutina.

Los amigos y la felicidad

Es cierto que no existe nada externo que directamente haga que seamos más felices. Estamos hartos de repetir que ni el dinero, ni la fama, ni la pareja, ni la belleza generan por sí solos la ansiada felicidad. Pero en el caso de la amistad la cosa cambia un poco. Según las últimas investigaciones, las personas que tienen más amistades verdaderas son mucho más felices que el promedio y además más sanas a nivel físico y mental.

El ser humano es social y por lo tanto, los lazos afectivos, el amor, el compartir con los demás parece que sí están muy relacionados con que seamos más o menos felices.

Amigos abrazándose

Los amigos nos activan a todos los niveles, pues cuando estamos tristes nos dan ese empujoncito para salir del bache y desconectar de nuestros pensamientos negativos. A su vez, actúan como potentes reforzadores ya que con ellos llevamos a cabo los planes y actividades que más nos interesan y nos realizan.

Los amigos generan en nosotros sentimientos de pertenencia y aceptación incondicional que hacen que nos sintamos auténticos, sin barreras defensivas y en armonía. Confieren el apoyo social necesario para que el estrés de nuestra vida diaria sea menor ya que la amistad constituye un poderoso amortiguador de las experiencias negativas vitales.

En compañía de nuestros amigos, la vida se vuelve más agradable. Los amigos de verdad, se alegran de nuestros logros, nos escuchan, nos comprenden y nos aconsejan de forma sincera, aunque a veces no nos guste lo que de ellos vamos a escuchar.

Cultivar una amistad sana

Para Carl Rogers, conocido psicoterapeuta de corte humanista, la amistad sana, la de verdad, está basada en la comunicación, la comprensión, el apoyo mutuo y el afecto.

Según este autor, los amigos tienen que mostrarse auténticos entre ellos, de forma que en la relación se expresen los sentimientos de unos y otros tal y como son, honestamente, sin máscaras. Algo que va de la mano con la autenticidad es otra de las características de la buena amistad que señala Rogers: la aceptación incondicional. Sin aceptación, no hay amistad verdadera.

Todos tenemos defectos y nuestros amigos no van a ser menos. Pero “a pesar de” y “gracias a” estos defectos, los aceptamos e queremos. Un amigo de verdad no le exige nada a otro porque no pretende cambiarlo, ni convertirlo en otra persona que no es, ya que como hemos comentado, la elección ha sido propia.

Amigas sonriendo

Otra característica esencial es la empatía: no podemos cultivar una amistad si no somos capaces de ponernos en los zapatos de nuestro amigo, en comprender sus sentimientos. Solo practicando la empatía, podremos dar lo mejor de nosotros mismos a nuestro amigo, lo que hará que, a su vez, nos sea devuelto por él.

La última característica que apunta Carl Rogers es la disposición de apertura hacia el otro, es decir, de entrega absoluta. El hecho de compartir con él, de estar a su lado en los buenos momentos y también en los malos, y de hacerlo igual o mejor de como lo hacemos con nosotros mismos.

La amistad cura el alma de quienes tienen la suerte de experimentarla. No se le puede llamar amistad a cualquier cosa. Como hemos apuntado, la amistad verdadera alberga una serie de características que han de estar presentes. Pero el paso más importante -y más difícil- es conservar esa amistad; para ello hay que dedicarle tiempo, como un elemento -de un valor especial- que necesita ser cuidado: dedica tiempo a tus amigos, todo el que puedas, preocúpate por ellos y por su familia, se agradecido y sobre todo, se muy leal.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.