Autocensura: barreras psicológicas para transmitir información
En ocasiones optamos por no revelar la información que tenemos. Nos callamos sin que exista una barrera que nos impida hablar. Decidimos que es mejor callarnos que compartir la información. ¿Por qué? Todo ello es debido a un mecanismo psicológico denominado autocensura. La autocensura se define como el acto de ocultar intencional y voluntariamente información a otros en ausencia de obstáculos formales.
Cuando se piensa que revelar la información tiene un alto coste, es más probable que no se comparta. La información autocensurada puede mantener la convivencia en una sociedad y ayudar a prevenir la maldad. No obstante, la autocensura puede generar angustia, culpa y vergüenza, además de impedir el libre flujo de información. Por tanto, la autocensura también puede llevar a la sociedad a la ignorancia, empobrecer el debate público y contribuir al deterioro moral.
El libre acceso a la información
El libre acceso a la información eleva el valor de la libertad de expresión y el pensamiento crítico. Asimismo, el libre acceso permite discusiones más deliberadas, además de abiertas y gratuitas, permite la transparencia del sistema y aumenta el alcance de las discusiones públicas.
Todo ello permite que los líderes y los miembros de la sociedad tomen decisiones más equilibradas y mejor argumentadas sobre asuntos sociales, previniendo las transgresiones morales. Así, el libre acceso a la información permite el cambio dinámico de opiniones y facilita el desarrollo de la tolerancia.
Sin embargo, en toda sociedad existe una tensión entre el flujo libre de información y su restricción. En este sentido, pensemos que un flujo desenfrenado de información puede llegar a dañar a una sociedad.
De hecho, incluso los estados más liberales, democráticos e ilustrados consideran necesario suprimir al menos parte de la información y las opiniones. Pero la limitación al acceso de la información no solo está en la leyes, las reglas y los mecanismos formales, sino también en los individuos como miembros colectivos que se imponen la autocensura.
Componentes de la autocensura
La autocensura requiere que el actor tenga una información que no haya sido revelada. Al hablar de información dejamos fuera las opiniones. La información, al contrario que las opiniones, tiene que ser veraz. Se refiere a algo que realmente sucedió y se considera verificado y validado sin depender de opiniones personales. El contenido de la información puede ser diverso, con temas que van desde los negativos a los positivos.
El acto de censura indica que el individuo intencionalmente y voluntariamente rehúsa (no comparte) esta información a pesar del hecho de que no existe un obstáculo formal, como la censura externa, que le impida compartirla.
Esto es, que las personas deciden voluntariamente no compartir la información sin que exista otro tipo de limitación que le impida revelarla. Este comportamiento implica que los individuos controlan y regulan informalmente el flujo de información, o en otras palabras, obstruyen el libre acceso a la información, la libertad de expresión y el libre flujo de información.
Bases psicológicas de la autocensura
La autocensura cuenta con, al menos, tres bases establecidas en la psicología:
En primer lugar, los seres humanos evocativamente tendemos a compartir, comunicar y divulgar información. Los miembros de las sociedades tienen un incentivo psicológico y social para compartir información. Por tanto, para que se produzca la autocensura debe otro motivo que se contraponga.
En segundo lugar, las personas, como miembros de un grupo, se preocupan por él. Esto significa que vamos a tratar de mantener una imagen positiva de nuestro grupo y evitar la información que tiene implicaciones negativas para la imagen de nuestro grupo.
Por último, una persona consciente de poseer nueva información que es relevante y que no ha sido revelada va a experimentar un dilema. Este dilema aparecerá cuando esa información puede causar daño al ser revelada porque viola una norma, un dogma, una ideología o un valor.
El nivel del dilema puede variar de persona a persona y depender del tipo de información, contexto u otros factores. Pero una persona siempre experimenta al menos un nivel mínimo de dilema cuando practica la autocensura.
Factores contribuyentes
Existen cuatro factores que van a contribuir en que se produzca la autocensura. Estos son: el contexto grupal, los factores individuales, la el tipo de información y los factores circunstanciales. La importancia del contexto colectivo radica en el hecho de que este dicta necesidades y los objetivos de los miembros de la sociedad y los desafíos que deben enfrentar para alcanzarlos.
También brinda oportunidades y limitaciones, estímulos e inhibiciones, así como los espacios y límites para el comportamiento humano. En cuanto a los factores individuales, los rasgos de personalidad, la visión del mundo, los valores, ideologías, emociones, actitudes y motivaciones van a influir en la autocensura.
Respecto al tipo de información, van a influir en la autocensura: la gravedad de la información, la relevancia para el presente, el tipo de acto que involucra la información, los objetos de la información y los problemas planteados en la información.
Asimismo, factores circunstanciales relacionados con la recopilación de la información, el número de personas que saben de ella, el tiempo transcurrido desde que se obtuvo la información y las características de la posible audiencia a la que revelar la información (identidad, rol, estado, etc.) van a influir en la autocensura.
En esta consideración, la persona calcula los costos subjetivos y las recompensas por cada decisión y luego se enfrenta al dilema que surge resolviendo la disonancia. El resultado de estas consideraciones personales subjetivas determina si una persona revelará la información, a quién, si una parte o la totalidad, o si practicará la autocensura.