Búscate a ti en todo aquello que te haga feliz
Cuando estés perdido, cuando sientas que te falta algo y no sabes qué, cuando lo que normalmente te hacía feliz ya no te hace o te falta esa energía vital, párate y busca en ti. La mejor versión de ti mismo es aquella que te hace sonreír cada día por las mañanas sin perderse el placer de disfrutar.
Tu cuerpo y tu mente te están hablando, te están pidiendo una parada para buscar dentro de ti. Escucha bien y pregúntate ¿qué es lo que quiero? A veces vamos con el automático puesto y no tenemos tiempo durante el día de pararnos y tomar consciencia de lo que nos está ocurriendo, de cómo nos estamos sintiendo o de si realmente estamos donde queremos estar.
Las obligaciones están en nuestros quehaceres diarios, pero… ¿realmente dedicamos tiempo para nosotros y para aquello que nos hace felices? Nos tenemos que encontrar en aquello que nos hace sonreír y nos motiva para seguir disfrutando de las oportunidades que generamos con nuestras acciones.
Son los pequeños detalles los que nos reconcilian con la vida. Lo hacen a través de una ducha caliente, de un café recién hecho, de la música cuando caminas, de las cervezas después del trabajo, de ver una buena película o leer un buen final de libro. Se trata de contar un chiste, de besar y ser besados, de hacer reír…
Si conseguimos hacernos conscientes de esto, conseguiremos parar y encontrarnos. Quitar el automático que nos lleva de un sitio para otro, de los “tengo que” o “debo de” y poner el modo “disfrute”. Aunque sea haciendo lo mismo.
Buscar excepciones, romper tus reglas
A veces vivimos condicionados por unas normas (demasiado estrictas, demasiado rigurosas) que nosotros mismos nos imponemos; normas que nos hacen arrastrar una carga que nos impide despegar y volar. Si llevo encima una mochila que me pesa, será muy complicado queme sienta ligero, será más difícil que avance con calma y libertad, será más fácil que caiga en la tentación de tomar atajos que no me convienen.
Con buscar excepciones me refiero a que tenemos horarios y obligaciones que no podemos eludir, pero de vez en cuando estaría bien buscar un rato para no hacer nada, para dejar una pequeña obligación y tomarse un descanso o para dejarse fluir. Coger fuerzas, respirar y volver con una gran sonrisa.
Las reglas y las normas propias también están para romperlas, y sobre todo para ajustarlas a mí. Hago mis planes, pero con la suficiente flexibilidad como para poder adaptarlos a los imprevistos y de vez en cuando a algún capricho o deseo. Para sentirme pleno y feliz, para ser yo mismo. No quiero entrar en un molde, quiero hacer y diseñar el mio.
Si algo me ata, si me impide ser yo, si no me deja disfrutar hay que realizar un cambio. Quizás no podamos modificar lo de fuera, entonces me tocará modificar mi visión sobre ello. Buscar un ajuste que me permita liberar y tener una visión más positiva.
Ver retos y oportunidades
Un nuevo puesto de trabajo, viajar a una ciudad desconocida, conocer personas de otra cultura, visitar sitios nuevo, apuntarse a nuevas actividades, pueden ser algunas de las cosas que nos hagan saltar al vacío, pero también conocer una parte más de nosotros y disfrutar.
Los peligros de adentrarse en un mundo desconocido pueden hacernos sentir indefensos y por eso muchas veces no nos atrevemos a lanzarnos. Quizás el camino que más necesitemos tomar sea aquel que está cerrado por el miedo. Detrás de nuestros temores se esconden grandes tesoros.
¿Cómo actuaría o qué decisión tomaría si no tuviera miedo? Puede ser una buena pregunta para empezar a abrir nuevas puertas. Si buscamos dentro de nosotros podremos encontrar las herramientas necesarias, quizás esa zona que aún no está explorada nos pueda dar mucho más de lo que creemos y hacernos más felices.
Ver retos y oportunidades, desafíos y ocasiones donde otros solo ven trampas y adversidades es un mérito que se puede trabajar y sobre todo, se puede disfrutar. La felicidad está en las pequeñas cosas del día a día. Hacernos conscientes de ellas para disfrutarlas es trabajo de cada uno. A veces solo necesitamos pararnos y darnos cuenta de todo lo maravilloso que nos rodea.