Cambiamos lo que pensamos cuando cambiamos lo que hacemos
¿Crees que lo que piensas define tu comportamiento o por el contrario lo que haces define lo que piensas? Estás en lo cierto sea cual sea tu respuesta, porque ambas están conectadas y la influencia es bidireccional. Podemos cambiar lo que pensamos cuando cambiamos lo que hacemos y viceversa. ¿Aún no estás convencido? Sigue leyendo.
¿Somos felices porque sonreímos o sonreímos porque somos felices? Compruébalo tú mismo. Toma un lápiz y ponlo entre los dientes, mantenlo así durante 30 segundos. Tu cerebro en este momento estará segregando la misma dopamina que si te estuvieras riendo por un chiste que te han contado. Este es solo un ejemplo sencillo de cómo podemos engañar al cerebro para que se sitúe en otro estado emocional y, por extensión, cambiar lo que pensamos.
Fritz Strack y Sabine Stepper de la Universidad de Mannheim, junto con Leonard Martin de la Universidad de Illinois, realizaron un experimento en el que se le pedía a diversos individuos que sujetasen un lápiz con los labios y a otros con los dientes, sin que el lápiz pudiera tocar los labios. Las personas que sujetaron el lápiz con los labios vieron bloqueadas las expresiones de alegría más frecuentes, como la risa.
El efecto que provocaba sujetar el lápiz con los labios era que los individuos puntuaban como menos graciosas las viñetas que se les mostraba frente al caso en el que los individuos sujetaban el lápiz con los dientes, donde se forzaba el gesto de la sonrisa. Con ello pudieron concluir que, al forzar el gesto de sonreír, mejoramos nuestro estado de ánimo y, como consecuencia, estaríamos más predispuestos a percibir las situaciones como más positivas y divertidas.
Cuando cambiamos lo que hacemos modificamos nuestros pensamientos.
¿Qué sucede si cambiamos lo que hacemos? seguimos aportando datos…
¿Qué ocurriría si aceleramos nuestro ritmo cardíaco cuando estamos delante de otra persona? ¿Podríamos verla más atractiva por el simple hecho de aumentar nuestro nivel de activación? En 1974, los psicólogos Arthur Aron y Donald Dutt llevaron a cabo este experimento.
Dos grupos de jóvenes tenían que cruzar un puente. Para uno de los grupos el puente era seguro y estable, mientras que el segundo era inestable y se veía inseguro. En este segundo grupo los participantes se activaba más por las sensaciones de miedo y peligro que el puente provocaba, a diferencia de los primeros que cruzaron sin ningún tipo de activación.
Al final del puente los participantes eran encuestados por una mujer atractiva que les dejaba su número de teléfono por si tenían alguna duda más y querían consultarle. Efectivamente, los participantes que llegaban más acelerados y con su ritmo cardíaco más activado a la meta, interpretaban inconscientemente esa activación como una atracción y llamaron más a la mujer que los del grupo del puente seguro.
Engañamos al cerebro cuando cambiamos lo que hacemos
¿Qué cosas puedo hacer con mi comportamiento entonces para cambiar o modificar mis emociones? Cada uno ha de saber lo que mejor le conviene y conocer su propio funcionamiento para adaptar los ejercicios y saber “engañar” a su cerebro, y si no es así probar todos para elegir. Aquí te propongo algunos cambios sencillos.
- El ejercicio físico. Cuando realizamos actividad física nuestro cuerpo se libera. Segrega dopamina y serotonina y conseguimos liberar estrés y mejorar los posibles síntomas de tristeza que pueda haber. Después de salir a caminar o correr te sentirás un poquito mejor.
- ¿Qué me hace reír? Pueden ser monólogos, vídeos divertidos, cómics, chistes, memes… tenemos al alcance de todos y para todos los gustos miles de accesos para reír y aburrirnos de reír con ellos. No dudes elegir cualquiera de ellos para cambiar lo que sientes y mejorar tu estado de ánimo.
- Respirar, relajar. Cuando conseguimos relajarnos físicamente también lo hacemos psíquicamente por ello hacer uso de estas técnicas o de meditación, por ejemplo, nos ayuda a calmar nuestro cuerpo y también nuestra mente.
- Socializar. Cuando estamos con gente podemos desconectar, os obligamos a poner nuestra mente en orden porque tenemos que verbalizar aquello que pensamos, escuchamos otros puntos de vista, otras ideas y nos olvidamos de la rumiación que ha podido acompañarnos durante ese día.
Cuando cambiamos lo que hacemos también influimos en cómo nos sentimos.
Ya no quedan dudas de que podemos cambiar lo que pensamos con el simple hecho de cambiar lo que hacemos, por ello anímate a buscar aquello que te hace reír, aquello que te hace sentir paz y aquello que te libera. Hazlo y verás los resultados, es fácil, solo hay que poner un poquito de voluntad para empezar.
“No canto porque soy feliz, soy feliz porque canto”.
-William James-