Cambiar nuestra vida modificando nuestra actitud
Nuestra generación ha sido una de las primeras en interesarse por el estudio científico de algunas cuestiones importantes relacionadas con el bienestar, como por ejemplo qué hace realmente feliz a la gente. De hecho, ciertos descubrimientos realizados a partir de este tipo de preguntas han cambiado radicalmente la forma en la que interpretamos el mundo. Por ejemplo, hoy en día conocemos el enorme poder que tiene nuestra actitud sobre el estado de ánimo.
Ahora sabemos que las personas felices no tienen en común un determinado conjunto de circunstancias, sino más bien una forma particular de ver el mundo. Las actitudes positivas provocan una reacción en cadena de pensamientos, eventos y resultados que provocan extraordinarios resultados. Por ello, aprender a ser optimistas y a tener una buena higiene mental puede hacer que disfrutemos mucho más de nuestro día a día.
Los principios básicos de la psicología nos dicen que cada uno de nosotros es responsable de sus actitudes. Por ello, las personas de nuestra generación tenemos una ventaja enorme. Al conocer el poder de nuestra mente, podemos emplearlo para ser mucho más felices que nuestros antepasados.
“Las actitudes son contagiosas. ¿Merece la pena contagiarse de la tuya?”
-Dennis y Wendy Mannering-
¿Qué actitudes son saludables para nuestra mente?
Las actitudes positivas derivadas de una correcta higiene mental ayudan a alcanzar el bienestar.Además, aportan grandes beneficios a todo el mundo, desde aquellos que ya se encuentran relativamente bien hasta los que tienen dificultades más serias o incluso la presencia de algún trastorno como la ansiedad o la depresión.
Ahora bien, a pesar de que no siempre podamos cambiar nuestras circunstancias, hay algo sobre lo que siempre tenemos el control: esforzarnos al máximo de acuerdo a las cualidades y limitaciones que tenemos. No lo podemos todo, pero sí que podemos poner todo de nuestra parte para obtener el máximo rendimiento y sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Sin embargo, esto solo lo lograremos cuando tengamos las actitudes mentales apropiadas.
La actitud mental es tan importante que incluso puede llegar a tener tanto efectos positivos como negativos sobre nuestra salud. Esto se puso en evidencia en un proyecto de investigación que durante diez años se llevó a cabo en la Universidad de Heidelberg, bajo la dirección del profesor Hans Eysenck. Los resultados de este estudio revelaron que los hábitos generales de pensamiento pueden llegar a ser más dañinos que los hábitos de conducta física no saludables.
Claves para fomentar hábitos saludables
- Simplifica. Una de las mejores actitudes que puedes tener es la de reducir tus necesidades al máximo. Cuantas más cosas superfluas requieras para ser feliz, más te costará vivir de forma positiva.
- Crea vínculos. Para tener una mente sana, conviene crear una red social cercana en la que te puedas apoyar en momentos de necesidad y mantener el vínculo con ellas.
- Desarrolla tu creatividad. Esta habilidad incrementa la capacidad de las neuronas para adaptarse ante nuevas experiencias o aprendizajes.
- Trabaja tu curiosidad intelectual. Las personas que muestran actitudes abiertas a nuevas experiencias y tienen una personalidad extrovertida tienden a ser más longevas y disfrutan de un mejor funcionamiento del sistema inmunológico y cardiovascular, según algunos estudios.
“Si no te gusta algo, cámbialo; si no lo puedes cambiar, cambia la forma en que piensas sobre ello”.
Nuestra generación ha cambiado su actitud frente a la vida
Como vemos, nuestra generación ha comprendido que la felicidad no depende de ninguna condición externa, sino que se rige por nuestra actitud mental. La manera que tenemos de ver el mundo controla nuestras vidas. Es un poder secreto que todos poseemos y que trabaja veinticuatro horas al día, para bien o para mal. Por eso, es de suma importancia que sepamos aprovechar y controlar esta gran fuerza.
Los seres humanos somos muy parecidos entre nosotros, pero las pequeñas disparidades que existen provocan que vivamos la vida de maneras muy distintas. Una de las diferencias más importantes entre unos y otros es nuestra actitud. No importa nuestro punto de partida: si tenemos una actitud positiva y constantemente nos esforzamos por dar lo mejor de nosotros mismos, eventualmente superaremos nuestros problemas.
Así, tener una actitud mental positiva es preguntarse cómo podemos hacer algo, en lugar de explicar qué no se puede hacer. Por lo tanto, si consigues desarrollar esta forma de ver el mundo, descubrirás cómo de rápido puede cambiar tu vida a mejor.
“Nuestra actitud sobre la vida determina la actitud de la vida sobre nosotros mismos”.