Cinco claves para educar en la paz
Un niño no nace violento por naturaleza. Sus actitudes y comportamientos se van conformando a medida que se desarrolla emocionalmente en la interacción con sus principales figuras de apego. Por ello, indudablemente, educar en la paz es una tarea que comienza en la familia.
Este núcleo familiar es el primer agente socializador del infante. En su seno aprenderá valores y modos de comportarse y reaccionar ante lo que le rodea. Si deseamos vivir en un mundo pacífico y bondadoso comencemos por hacernos responsables de la educación de las generaciones futuras. De modo que cuenten con la suficiente inteligencia emocional para no recurrir a la violencia.
Cinco claves para educar en la paz
Cada familia lleva a cabo la crianza según lo que considera más apropiado en función de los ideales que desea transmitir. Sin embargo, esto no siempre es una tarea sencilla. Por ello te proponemos a continuación cinco pautas para educar en la paz a tus hijos.
1. Da ejemplo
Con frecuencia nos empeñamos en sermonear a los más pequeños sobre lo que deben o no deben hacer. Evidentemente es importante proporcionarles unas pautas de conducta y su consecuente justificación. Pero hemos de recordar que los niños hacen lo que ven, no lo que escuchan.
De este modo, es importante que cuides tus propias reacciones. Si para corregir a tu hijo recurres a los gritos o los golpes y pierdes los estribos, no esperes una reacción diferente del propio niño. Comienza a desarrollar tu paciencia, tu asertividad y tu capacidad comunicativa para lidiar con las situaciones difíciles. Así tu hijo verá en ti un modo más sano, adecuado y funcional de responder ante el medio.
2. Referentes que brinden amor y cariño
Para educar en la paz a un niño es esencial asegurarnos de que cuenta con referentes amorosos y positivos, que les brinden cariño y comprensión. Por supuesto, los padres serán las primeras figuras que deban encargarse de esta tarea. Pero también es necesario que el niño establezca relaciones seguras y armoniosas con otros adultos.
Un niño que crece sintiéndose amado, comprendido y apoyado no sentirá la necesidad de recurrir a la violencia. A través de sus relaciones con los otros habrá comprendido que el mundo es un lugar seguro y que se puede confiar en las personas. Habrá integrado un estilo de relación basado en el respeto, la aceptación y el diálogo pues es lo que habrá recibido de las personas que lo rodean.
3. La empatía es esencial para educar en la paz
Si fuésemos capaces de ponernos verdaderamente en la piel del otro, las conductas violentas se reducirían enormemente. Muchas de las agresiones físicas y verbales ocurren porque quien las emite está cegado por sus propias circunstancias, tratando de defenderse y sin pensar en las repercusiones que causará en el prójimo.
Para ayudar a los niños a desarrollar la empatía hemos de realizar un trabajo constante basado en acciones cotidianas. Por ejemplo, si tu hijo pega a otro niño en el parque, de poco sirve que lo obligues inmediatamente a disculparse. Mejor trata de dialogar con él, invítale a pensar cómo se sentirá ese otro niño, y que sea él mismo quien comprenda que ha dañado y decida disculparse por ello.
4. Aumenta su autoestima
En ocasiones la violencia responde a una falta de confianza en uno mismo y una escasa valoración positiva. Quien posee una sana autoestima difícilmente necesitará recurrir al daño o la humillación para relacionarse socialmente. Entonces asegúrate de que tus hijos desarrollen un sano amor propio y posean un elevado autoconcepto. Para lograrlo anímales a asumir retos, acompáñalos en sus caídas y felicítales por sus logros. La autoestima ha de estar basada en su propia comprobación de que son capaces, no en halagos vacíos.
5. Préstales atención
Por último no ignores los comportamientos violentos o agresivos de tu hijo. Si estos aparecen no es por azar, algo está fallando en su desarrollo emocional. Entonces presta atención al pequeño, habla con él, descubre el origen de su miedo y ármate de paciencia para ayudarle a modificar sus conductas.
Si no te ves capacitado para hacerlo en soledad, no dudes en recurrir a un especialista. Él podrá proporcionarte unas pautas que ayudarán a redirigir a tu hijo a un comportamiento pacífico y, sobre todo, a su propio bienestar.
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