Claves para entender al apego desorganizado
El apego desorganizado, en los últimos años, es un concepto psicológico bastante estudiado. Dadas sus implicaciones en el desarrollo de patrones disfuncionales de relación y personalidad, es muy interesante conocer en qué consiste y cómo se manifiesta.
Entre los estilos de apego inseguros, este es el más infrecuente y vinculado a situaciones de trauma en la infancia. Y en la edad adulta se asocia al desarrollo del trastorno límite de la personalidad (TLP). Teniendo en cuenta todo esto, a continuación, nos centraremos en la desorganización del apego, sus características y manifestaciones. ¡Iniciemos!
Qué es el apego desorganizado
El apego es el vínculo que establece el bebé con sus cuidadores. Este le permite al recién nacido obtener una fuente de protección y cuidado en el momento que es más vulnerable: la infancia.
Cuando crece, la forma de vincularse con sus padres se traslada a otras relaciones importantes, principalmente a la pareja. Ahí radica la importancia del estilo, ya que tenderemos a unirnos a los demás de la misma manera que nuestros padres nos enseñaron cuando éramos pequeños.
No obstante, no en todas las ocasiones se forma un vínculo de apego seguro entre los progenitores y el bebé. Debido a la falta de habilidades de los padres, que estos tengan un trastorno mental o que consuman tóxicos, el niño pudiera adquirir una percepción de su entorno donde crea estar en constante peligro.
Es tales casos en los que deberíamos sospechar de apego desorganizado. Este es el estilo más patológico y es común encontrarlo en relaciones abusivas, violentas y de las que es difícil escapar. El bebé vive atrapado en la contradicción entre desear ser querido y ser rechazado cuando se acerca a sus figuras de cuidado.
Sigue leyendo ¿Cómo saber cuál es mi estilo de apego?
Cómo entender el apego desorganizado
Pasemos a explicar cómo se manifiesta este patrón de apego en la infancia y la edad adulta, así como su asociación con el trastorno límite de personalidad.
Desorganización vincular en la infancia
El estilo desorganizado es el más problemático de todos. Se llama así porque el bebé es incapaz de integrar sus experiencias con los adultos y construir un esquema que le haga el mundo afectivo más predecible y controlable.
Los padres responden de forma contradictoria a las demandas de los niños. En momentos desregulación pueden reaccionar bien con frialdad o con nerviosismo. Por tanto, el bebé no aprende a calmarse a través de sus padres.
Por otro lado, son los padres quienes confunden el cuidado con la violencia. Por ejemplo, ante situaciones de estrés, en lugar de acercarse al niño desde la calma para tranquilizarle, utilizan la agresión física para que se callen. Siembran el miedo y la amenaza, dejando una herida dolorosa en lo emocional.
Cuando el bebé traumatizado se convierte en adulto
Las consecuencias del apego desorganizado son visibles más allá de la infancia. Nos comportamos con los demás de la misma manera que nos enseñan. Entonces, cabe esperar que, si la forma de vincularnos con nuestros padres ha sido complicada, también lo será en etapas más tardías.
En la edad adulta, las personas con desorganización del apego experimentan confusión y contradicciones en sus relaciones. Oscilan entre comportamientos típicos de apegos ansioso y evitativo, es decir, es posible que muestren inquietud, inseguridad, posesividad o una gran dificultad para la intimidad emocional. Además, tienen problemas para establecer límites saludables con los demás.
Un ejemplo de este tipo de apego sería un adulto que guarda muchos sentimientos de enfado, que desea la cercanía emocional, pero, al mismo tiempo, tiene miedo de la intimidad. Al final se aleja de las interacciones que implican más intimidad o mantiene vínculos espurios y superficiales.
Desorganización del apego y su relación con el TLP
Una de las principales consecuencias en el plano clínico de la desorganización del apego es el TLP. Este trastorno se define según el DSM-5 como: «Un patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e impulsividad intensa, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta».
Son personas que viven los vínculos de manera intensa, entre la dependencia y el abandono. En muchos de los casos, esto es un reflejo de cómo vivieron la infancia: entre sentimientos muy intensos contradictorios que no son capaces de integrar.
En cuanto al tratamiento, la Terapia Dialéctico Conductual (TDC) es una intervención que pretende justo esto, integrar sentimientos opuestos que para estas personas resultan contradictorios. De acuerdo con un estudio en Acción Psicológica, la TDC es uno de los pocos tratamientos que cuenta con aval sobre su eficacia para este trastorno.
¿Qué se puede hacer frente a este tipo de apego?
No podríamos considerar este artículo completo sin una mención al tratamiento. La buena noticia al respecto es que el apego es reversible y reparable. Es decir, a pesar de sufrir una crianza traumática y dañada, tener experiencias saludables corrige sus efectos.
De esto se deduce que el tratamiento irá dirigido a crear nuevos vínculos capaces de reparar los anteriores, en el marco de una psicoterapia. Para conseguirlo, hay que construir la relación terapéutica en un lugar seguro en el que se pueden revertir, de forma simbólica, situaciones dolorosas del pasado.
Además, de acuerdo con un trabajo de la Universidad Pontificia Comillas, la terapia centrada en el apego puede mejorar el vínculo afectivo entre el cuidador y el niño. Por supuesto, es necesario crear intervenciones específicas en función de cada familia, con el objetivo de fomentar apegos seguros y prácticas de parentalidad positiva.
El apego desorganizado no significa una vida sin orden
El vínculo de apego es el primer contacto afectivo que tiene el bebé con sus cuidadores. Según cómo sea este, el niño construirá su forma de aproximarse a los demás. Pero no conviene adoptar una perspectiva tan reduccionista.
Hay que tener en cuenta que los padres no son la única fuente de relación. Los amigos, compañeros y parejas también importan. Y nos enseñan a querer de forma sana, si no lo aprendimos en los primeros años.
Si te identificas o conoces de alguien con este patrón de apego, no hay motivo para asustarse. La terapia es la solución que te permitirá vivir sin que el pasado condicione tu presente.
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