Comer por aburrimiento, ¿por qué te ocurre?
El acto de comer se puede explicar desde diversos puntos de vista. El que más conocemos suele ser el biológico, pero también hay otras explicaciones que debemos atender. A través de este artículo mostraremos otras perspectivas para explicar por qué llegamos comer por aburrimiento.
Se trata de una conducta que se manifiesta en muchas personas, pero que es posible cambiar. Puede ser o no necesario, lo que debemos tener en cuenta es si resulta poco saludable, puesto que el exceso al comer cuando se convierte en un hábito puede llegar a ser peligroso.
Profundizaremos también en la tendencia de comer por aburrimiento. Además, haremos hincapié en qué estrategias podemos utilizar para evitarlo y en cuándo llega a ser poco saludable.
Comer por aburrimiento, ¿de qué trata?
Solemos comer para que el organismo se mantenga al día con su funcionamiento. Aunque, como somos seres integrales, hay una influencia de otras áreas importantes para nuestro bienestar, por ejemplo, la emocional y la social. Por ello, llegamos a comer por placer, por influencia social, etc.
Ahora bien, veamos el significado de las dos palabras asociadas. Según la Real Academia de la lengua española, comer, significa ‘ingerir un alimento’, y aburrimiento, ‘cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción o por molestia reiterada’.
Entonces, comer por aburrimiento quiere decir que ingerimos alimento cuando nuestro ánimo se encuentra cansado. Esto tiene que ver con el ámbito emocional; de hecho, hablamos de hambre emocional cuando buscamos en la comida lo que no llegamos a resolver de otras maneras.
¿Cuándo es poco saludable, por qué ocurre y cuando es saludable?
Comemos por aburrimiento porque la alimentación también está asociada a patrones de aprendizaje. Entonces, lo que nos empuja a comer puede estar determinado por diversas circunstancias.
Cuando nos sentimos aburridos entramos en un círculo vicioso en el que intervienen nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y nuestras conductas. Entonces, el no saber qué hacer nos agobia y para romper con ese círculo buscamos algo para entretenernos. En este caso, la comida.
Comer emocional y el aburrimiento
Además, puede suceder que, al no saber qué hacer con nuestra mente, pasemos al cuerpo como mecanismo de defensa para evitar nuestra angustia. Así, el comer por aburrimiento se caracteriza por ser urgente, no tener límite, generar culpa y vergüenza o ser una conducta repentina. El hambre fisiológica es gradual, puede esperar y no suele generar emociones negativas.
De hecho, investigaciones actuales hacen hincapié en la relación del comer en exceso con las emociones. Por ejemplo, Córdoba y sus colegas, en su artículo publicado en la Revista Psicología y Salud, nos muestran cómo en su estudio las personas comen en exceso ante emociones negativas.
Hambre emocional y aprendizaje
También comemos por aburrimiento porque el comer es un comportamiento aprendido y nos vemos condicionados a comer en ciertos momentos. Otra razón puede ser porque intentamos llenar los espacios vacíos con comida de manera inconsciente. Entonces, comenzamos a asociar emociones con situaciones que ya hemos experimentado y en las que en su momento recurrimos a la comida.
Así, cada vez que sucede, vamos a pensar en comida y a comer si hemos asociado la comida al estar aburridos. Se vuelve poco saludable cuando lo hacemos de manera excesiva, es decir, cuando lo convertimos en un hábito.
También, podemos estar una y otra vez, comiendo por aburrimiento, debido a que la conducta del comer hace que se liberen neurotransmisores como la dopamina, encargada de la conducta motivada.
Por otro lado, hay ocasiones en las que no sabemos cómo reaccionar y podemos comer por aburrimiento, sobre todo ante situaciones estresantes. Ello puede ser parte de un proceso adaptativo y natural siempre y cuando sea circunstancial.
Estrategias para evitarlo
Comer por aburrimiento es un acto que no siempre se da de forma consciente, identificarlo es ya un paso que suma peldaños a nuestro bienestar. Pero ¿cómo evitarlo? Veamos algunas estrategias:
- Cambiar de actividad. En vez de comer cuando nos sintamos aburridos, podemos proponernos realizar una actividad que favorezca nuestro bienestar y nos saque del aburrimiento. Por ejemplo, hacer ejercicio físico sube nuestro nivel de endorfinas y nos ayuda a sentir felices. Para cada persona será diferente, encontremos la actividad que nos resulte adecuada para nuestras vidas.
- Registrar lo que comemos. Consiste en hacer seguimiento de nuestras comidas diarias, así sabremos qué comemos, cuándo lo hacemos y los lugares donde lo solemos hacer. A partir de esta autoexploración podríamos tomar decisiones para acabar con el comer por aburrimiento.
- Evitar comprar. Si sabemos que lo que solemos comer por aburrimiento son determinados alimentos, evitemos comprarlos para no tenerlos al alcance.
- Tiempo. No dejemos que pase tanto tiempo entre una comida y otra.
- Satisfacción. Si comemos alimentos que nos satisfagan el comer por aburrimiento, se hará más difícil porque no contaremos con el espacio.
- Gestión eficiente de la rutina. Planificar el día a día y respetar esa planificación no dejará espacio al aburrimiento y, por tanto, tampoco a la comida emocional.
- Gestión emocional. Consiste en reconocer nuestras emociones, explorarlas y no dejar que ninguna sea protagonista. Así evitamos el comer emocional. Para ello, también hace falta autoconocimiento y voluntad.
Ahora bien, para realizar esta gestión podemos buscar ayuda de profesionales expertos. Por ejemplo, nutricionistas, médicos y psicólogos. Lo importante es buscar estrategias que hagan que nuestra vida sea saludable y no tóxica.
En suma, comer por aburrimiento es un asunto que se da por distintas razones. A veces por llenar un vacío, otras como mecanismo de defensa o por comportamiento aprendido, otras para romper con un círculo vicioso, otras por la satisfacción generada debida a la liberación de neurotransmisores, etc. Es crucial identificar si es excesivo o no para tomar medidas y optar por un camino que propicie nuestro bienestar.
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- Córdoba, D.L., Cacho, A.E.K., & Morales, M.H.C. (2002). Relación entre el comer en exceso y el manejo de las emociones: una experiencia con estudiantes. Psicología y Salud 12(2), 261-268.
- Sánchez Benito, J. L., & Pontes Torrado, Y. (2012). Influencia de las emociones en la ingesta y control de peso. Nutrición Hospitalaria, 27(6), 2148-2150.