Cómo afrontar la autocrítica
Cuando realizamos una actividad que nos apasiona y ejercemos mucha presión sobre nosotros mismos es frecuente que nos encontremos ansiosos por alcanzar el éxito. Sin embargo, muchas veces no está en nuestras manos completar nuestras aspiraciones. Es entonces cuando nos toca afrontar la autocrítica, ya que somos los primeros en juzgarnos negativamente por nuestros fracasos.
Cuando deseamos modificar nuestra conducta u otras cuestiones relacionadas con nuestra apariencia, las actividades que realizamos o las relaciones interpersonales podemos ser víctimas de la autocrítica. Ocurre sobre todo, cuando deseamos alcanzar nuestros objetivos y evitar los posibles fallos. Además, este sentimiento lleva implícita una autoexigencia que puede desembocar en una autocrítica destructiva. En estos casos nos esforzamos duramente para mostrarnos deseables ante el mundo, exigiéndonos más de lo que podemos dar.
La autocrítica llevada al extremo puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental. También puede afectar negativamente a nuestra forma de relacionarnos, ya que esperamos cumplir demasiadas expectativas. A menudo, esas expectativas son, incluso, inexistentes. Entonces, si es tan perjudicial, ¿cómo debemos afrontar esa autocrítica para conseguir querernos más?
1. Eres tu peor crítico
Entender que la presión que sentimos viene únicamente de nosotros es algo complejo y costoso inicialmente. Probablemente, las personas de nuestro alrededor no tengan esas exageradas expectativas sobre nosotros y, sin embargo, pensamos constantemente en qué opinarán ellos.
Debemos entender que esta clase de pensamientos que involucran a los demás procede sobre todo de nuestra inseguridad y a la vez, de una sensación de ser perfectos. Criticarnos constantemente en relación a los éxitos personales, la apariencia o la calidad de nuestras relaciones no hace sino intoxicarnos emocional y mentalmente.
Perdónate por ser tan duro contigo mismo
Esta mecánica puede convertirse fácilmente en un círculo vicioso: podemos juzgarnos negativamente por criticarnos. Es entonces cuando debemos aprender a discernir entre las críticas constructivas y las destructivas: mientras que criticarnos a nosotros mismos por cuestiones sin importancia constituye una actitud tóxica, criticar esta dinámica es una forma constructiva de darnos cuenta de que no nos estamos haciendo bien. Perdónate a ti mismo los errores y utilízalos para aprender.
Entrénate para superar el miedo al rechazo
Los seres humanos somos seres sociales, por lo que la mayoría de nuestras acciones involucran a los otros. Para que la estructura social funcione, necesita de cooperación y aceptación. Por ello, uno de los grandes miedos consiste en no ser aceptado por los demás.
Dejar de formar parte de esta estructura, que exige la compañía en muchos casos, provoca mucha ansiedad a las personas demasiado exigentes consigo mismas. Debemos entrenarnos para entender que no todas las personas van a aceptarnos y eso no constituye ningún problema.
2. Aprende a entender tus ciclos
Nadie es feliz constantemente, ni siente siempre que sus éxitos lo alimentan. Todas las personas atravesamos ciclos, afectados bien por cuestiones internas, como las hormonas, o externas, como las relaciones interpersonales. Es muy común experimentar altibajos emocionales en nuestro día a día, por lo que no debemos juzgarnos tan duramente si nos encontramos en un mal momento.
Cuando esto ocurra y tengamos que afrontar la autocrítica, es necesario que pensemos en qué estamos experimentando ese día, esa semana o ese mes. Esa mala experiencia afecta a nuestros éxitos y a nuestro estilo de vida, por lo que debemos tenerla presente como causa de nuestro malestar. Además, indagar en el para qué de esa autocrítica también nos dará pistas sobre la existencia de esa necesidad escondida en nuestro comportamiento.
Reflexiona: piensa en tus éxitos
Cuando esto nos ocurra y sintamos que, pese a haber identificado la causa, continuamos sintiéndonos tristes o enfadados con nosotros mismos, podemos hacer este ejercicio. Si volvemos atrás en el tiempo y pensamos en todo lo que hemos hecho bien, en las recompensas o en lo orgullosos que estaban nuestros seres queridos en un momento exitoso, nuestro estado de ánimo mejorará, ya que podremos vernos a nosotros mismos en situaciones parecidas.
3. Haz lo que te haga feliz
Lo fundamental es dedicar nuestro tiempo a aquello que nos trae felicidad, puesto que esta clase de actividades requerirán menos esfuerzo y su cumplimiento será asegurado.
Completar las tareas ayuda en gran medida a afrontar la autocrítica, ya que nos da razones para querernos y apreciarnos. Elegir un trabajo que nos llene de felicidad, mantenernos activos o relacionarnos con personas positivas nos ayudará a lograrlo.
Nadie nos va a querer como podemos llegar a hacerlo nosotros. Hay que encontrar la felicidad en uno mismo, en la aceptación de todo nuestro ser, con sus virtudes y sus defectos. Somos los únicos que sabemos cómo hacernos felices, y eso es algo que apreciar y valorar.