Cómo hacer que tu hijo te escuche
¿Tienes problemas para que tu hijo te escuche? ¿No presta atención a lo que le dices? ¿No obedece ni coopera? Quizá tu excesiva preocupación por solucionar este problema, impide establecer una comunicación positiva y un diálogo fluido con el niño.
Si no hay entendimiento entre ambos, de nada servirán tus palabras, no valdrán las amenazas, ni los castigos. Sin embargo, para poder cambiar esta situación, puedes modificar tu actitud como madre o padre, y tener en cuenta ciertas consideraciones, las cuales te exponemos a continuación.
“Escucha aún a los pequeños, porque nada es despreciable en ellos.”
-Séneca-
¿Cómo hacer que tu hijo te escuche?
Refuerza la conexión con tu hijo
Es importante invertir tiempo en crear y establecer fuertes vínculos con los hijos, basados en el amor y el afecto.
Así, los niños mostrarán mayor disposición a escuchar, obedecer y cooperar. Puesto que se sienten queridos, atendidos y protegidos en todo momento.
Además, los progenitores deben comunicar a los hijos lo que se espera de ellos, para que los pequeños se esfuercen por actuar de forma acorde a estas expectativas.
Descubre cuáles son las prioridades del niño en el momento
Es imposible establecer una comunicación positiva con un niño que tiene hambre, sueño o que se siente incómodo. En este caso, sus prioridades son satisfacer las propias necesidades.
Por ello, hay que tener siempre en cuenta la situación del pequeño, antes de regañarle por algún comportamiento indeseable que lleve a cabo.
“Los adultos nunca entienden nada por sí mismos y es algo extenuante para los hijos tener que explicarles siempre las cosas.”
-Antoine de Saint-Exupéry-
No tengas expectativas demasiado altas
Las expectativas que se tienen en relación a los hijos, deben ser realistas. Es decir, acordes a la edad y a la etapa del desarrollo evolutivo en la que se encuentren los niños.
Por ejemplo, no pretendas que un niño muy pequeño aguante dos horas sentado viendo una película en el cine, pues aún no es lo es suficientemente maduro como para afrontar dicho reto.
Por tanto, si el niño no está preparado para enfrentarse a una situación determinada, lo mejor es dejarlo para otro momento.
Controla los berrinche y las rabietas
No hay nada más frustrante que un niño que no deja de llorar y patalear. Sobre todo cuando es en público. En la mayoría de las ocasiones, cuando la respuesta ante una situación es exagerada, el origen se encuentra en la vida cotidiana.
Muchas veces, los pequeños que tienden a este tipo de comportamiento sienten que no son los suficientemente importantes para sus padres. Es entonces cuando lo que hacen es poner un esfuerzo desmedido en llamar la atención a través de la realización de malas conductas.
“Cuando un niño abrumado por sus emociones haga un berrinche, es nuestro trabajo compartir nuestra calma, no empeorar el caos.”
-Anónimo-
Si esto ocurre fuera de casa, hay que preguntarse qué necesita el niño de forma inmediata y negociarlo con él. Pero en la vida diaria, la mejor solución para evitar este problema es hacer que se sienta valorado, para que sus berrinches y rabietas sean cada vez menos frecuentes.
Comunícate de forma firme y segura
Para ejercer cierta disciplina y controlar la conducta de los más pequeños, es necesario mantener una postura firme y segura a la hora de comunicarse con ellos.
No se trata de ejercer coerción sobre los niños para que estos obedezcan, sino de recurrir a los buenos modos, al respeto y a la amabilidad para que estos se muestren dispuestos a cooperar.