Cómo puede ayudarte la psicología si has sufrido un infarto
Existe un volumen considerable de evidencia científica que apoya la relación entre el estrés, la ansiedad, la depresión u otros factores y el aumento del riesgo a sufrir una enfermedad vascular. El efecto de la angustia y los cambios que comporta a nivel fisiológico tienen un impacto muy importante sobre el sistema circulatorio. Así, en este artículo te contaremos cómo puede ayudarte la psicología si has sufrido un infarto.
La ansiedad induce el aumento de factores orgánicos, como la hipertensión y la frecuencia cardíaca, a la par que dispara el nivel de las hormonas del estrés, como el cortisol. La relación es directa. Además, tener ansiedad también disminuye los comportamientos relacionados con hábitos saludables: fumar, no hacer deporte o comer de manera no saludable hace que aumentemos de peso y que durmamos peor.
“La progresión de la enfermedad cardiovascular es elevada entre las personas que experimentan niveles significativos y persistentes de angustia psicológica. Estas relaciones negativas entre la angustia psicológica, el manejo de la enfermedad cardíaca y el pronóstico deben abordarse dentro de los dispositivos de rehabilitación cardíaca para mejorar los resultados médicos, psicológicos y de calidad de vida de los pacientes”.
-Consejo General de la Psicología Española-
Cómo puede ayudarte la psicología si has sufrido un infarto
Si has sufrido un infarto, es probable que estés acudiendo a rehabilitación. Así, según un estudio, la rehabilitación cardíaca es un área clave en la que el aporte psicológico puede proporcionar beneficios significativos.
Rehabilitación cardíaca en un equipo multidisciplinar
En el campo que hoy nos ocupa, existen distintos factores de riesgo. Para entenderlos un poco mejor, vamos a diferenciar entre factores de riesgo modificables e inmodificables:
- Los factores de riesgo inmodificables son aquellos que no pueden prevenirse, como la edad, el sexo o los antecedentes familiares.
- Los factores de riesgo modificables son aquellos en los que sí podemos intervenir. Pueden ser de carácter biológico (como los elevados niveles de colesterol, triglicéridos, glucosa o presión arterial), comportamental (tabaquismo, sedentarismo, o dieta inadecuada), y psicosociales. Son estos últimos los que abordaremos a continuación.
Los factores de riesgo psicosociales deben ser una diana de la intervención psicológica para los programas de rehabilitación cardíaca. Según un estudio realizado en el Hospital Nuestra señora de Gracia, en Zaragoza, son factores de riesgo psicosociales los relacionados con ambientes estresantes, con la forma en la que nos sentimos y con la que forma en que está configurada nuestra personalidad.
El rol de la psicología en la rehabilitación cardíaca
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la rehabilitación cardíaca como “el conjunto de actividades que aseguran a los pacientes con enfermedad cardiovascular una recuperación física, mental y social óptima que les permita una vida lo más normalizada posible”. En lo que respecta a la psicología y en la sanidad pública española, esta figura la asume el psicólogo especialista en psicología clínica del área de interconsulta y enlace, que se encargará de evaluar e intervenir en áreas como las siguientes:
Factores emocionales
Según la doctora Valls, es frecuente encontrar síntomas depresivos entre las personas con patología cardíaca, ya sea como factor que predispone o como consecuencia de la misma y además, entre los pacientes deprimidos, el porcentaje de mortalidad por enfermedad cardiovascular (ECV) es también mayor.
- Depresión: se ha asociado a un menor seguimiento de las pautas médicas por parte de los pacientes. Con especial hincapié en aquellas relativas al ejercicio físico, perjudicando el curso y pronóstico de la ECV.
- Ansiedad. Podemos definir dos tipos de ansiedad. La ansiedad que es elevada y aparece repentinamente se asocia con más del doble de probabilidades de sufrir una ECV. Mientras que la ansiedad que es leve, a dosis bajas y estable en el tiempo, tiene un efecto protector: actúa como una especie de vacuna que nos protege de la ECV.
La combinación de la ansiedad más la depresión multiplica el riesgo por tres. Produce una combinación de síntomas que se denomina complejo HIA (hostilidad, ira, agresividad), siendo la hostilidad el factor preponderante. La hostilidad eleva mucho la reactividad cardiovascular y además interfiere en los hábitos de salud, agravando mucho el pronóstico de la enfermedad cardiovascular.
“Es importante detectar tempranamente qué pacientes presentan dichos síntomas para planificar estrategias paliativas de esos posibles efectos desfavorables en la recuperación”.
-McGee-
Factores de personalidad
Características de personalidad como la tendencia a experimentar emociones negativas, la inhibición social, la hostilidad o la inseguridad frente a otras, configuran patrones de personalidad que predisponen o agravan la patología cardíaca. Algunos ejemplos de ellos son:
- Personalidad tipo A (PCTA): son personas que destacan por sobresalir y por el afán de reconocimiento laboral. Se caracterizan por ser muy competitivas e impacientes, lo que les conduce a una situación de sobrecarga laboral y a descuidar actividades gratificantes, aumentado todavía más los niveles de hostilidad y de ira si no alcanzan su objetivo. En la actualidad se considera que el factor clave de la PCTA es la hostilidad.
- Patrón tipo D (PTD): lo que caracteriza a estas personas es una alta tendencia a experimentar estados emocionales negativos y, a la par, a reprimirlos. No los expresan: utilizan un estilo de afrontamiento represivo. Esto produce un malestar emocional prolongado que incrementa hasta por dos el riesgo de patologías cardíacas.
“Las personas con cardiopatía y patrón tipo D presentan un incremento significativo en el riesgo de morbimortalidad cardiovascular, independientemente de los factores de riesgo tradicionales, además de un mayor riesgo de sufrir estrés psicosocial y una peor calidad de vida”.
-Denollet, 2010-
Además, estos patrones de personalidad pueden conllevar a conductas disfuncionales, como el alcoholismo, a conflictos interpersonlaes y a una tendencia a no acudir o cancelar las citas en los programas de rehabilitación cardíaca.
Factores psicosociales
Aspectos como el apoyo social percibido son fundamentales, pues se asocian con un mejor pronóstico y una mayor protección frente a la mortalidad por enfermedad cardiovascular. Por ejemplo, se sabe que los hombres que viven solos y tienen poco apoyo social percibido son los que presentan peor pronóstico cardiovascular. Esta relación no parece producirse de esta forma en mujeres.
“Respecto a los resultados obtenidos mediante las intervenciones psicológicas en las unidades de rehabilitación cardíaca, recientes estudios remarcan los beneficios en factores de riesgo psicosocial, en mortalidad cardiovascular y en la calidad de vida, especialmente con terapia cognitivo-conductual”.
-Albus-
¿En qué casos está indicada la intervención psicológica?
Después de experimentar una cardiopatía isquémica (infarto agudo de miocardio, angina o cirugía coronaria, entre otros), y salir del hospital, se inicia la fase convaleciente. El objetivo de esta fase es la estabilización del paciente y la mejoría de las secuelas y de los síntomas acompañantes, y suele durar entre 2 y 6 meses según el dispositivo de salud que nos atienda.
Es aquí cuando se incluyen los aspectos educativos y de control de factores de riesgo de carácter biológico. Pero también de tipo psicológico y comportamental. El rol del psicólogo en la fase convaleciente es realizar una evaluación de los factores de arriba mencionados u otros, y proceder a su tratamiento.
El tratamiento se realiza generalmente en modalidad grupal y consiste en una asesoría educativa tanto a los pacientes como a sus familiares. Entre los métodos y técnicas que aplica encontramos la terapia cognitivo-conductual o el entrenamiento en técnicas de relajación.
Después de la fase convaleciente, el paciente avanza a la fase de mantenimiento, que puede ser realmente prolongada. En esta fase se refuerzan los hábitos que el paciente ha aprendido en la fase de convalecencia y, además, se pautan visitas domiciliarias de duración y temporalidad variable. A raíz de lo anterior, la Sociedad de Rehabilitación Cardiorespiratoria (SORECAR) está enriqueciendo los protocolos de aplicación clínica.
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