¿Cómo trabajar con un adolescente?
¿Cuáles pueden ser las mejores herramientas a la hora de trabajar con un adolescente? ¿Existen técnicas específicas para el trato con este grupo de edad? ¿Qué características personales podemos usar para mejorar los resultados en el trabajo con adolescentes? Todas estas cuestiones las trabajamos en este artículo.
Seguro que muchas veces escuchas la palabra adolescente y ya parece que resulta complicado hacer frente al tema que se trate. Parece que la adolescencia es un periodo oscuro y muchas veces tildado de negativo, pero lejos de esta visión, se encuentra otra que la ve como un mundo de posibilidades. Antes de saber cómo trabajar con un adolescente debemos entender qué sucede y cuáles son los cambios reales que acompañan a esta etapa.
La adolescencia comienza con la pubertad, y es el paso que existe de la infancia a la vida adulta. El inicio de la adolescencia está marcado por los cambios anatómicos y fisiológicos que se producen en el organismo y que suelen ser progresivos, estos ocurren a los 10-11 años en las chicas y entre los 12 -13 años generalmente en los chicos. La pubertad son los cambios corporales que suceden principalmente debidos a las hormonas sexuales (testosterona, progesterona y estrógenos), aunque también influyen los aspectos genéticos individuales.
Durante la adolescencia se producen muchos cambios en muy poco tiempo, es un proceso psicológico unido al crecimiento social y emocional que surge en cada persona. Desde este punto de vista, cada persona sigue madurado afectiva y sexualmente a lo largo de toda su vida, mejora su conocimiento personal y va delimitando sus deseos y necesidades individuales, pero es en la adolescencia sobre todo cuando comienzan a ser conscientes a tener que tomar decisiones para ir transformar la imagen proyectada y el autoconcepto.
En este periodo, se van a producir cambios biofisiológicos, psicológicos, intelectuales y sociales que sitúan a cada persona ante una nueva forma de entender dos mundos, el interno y el externo, asumiendo el reto de enfrentarse con sus contradicciones.
Tener en cuenta los cambios biofisiológicos, psicológicos, intelectuales y sociales es fundamental a la hora de trabajar con un adolescente.
¿Cómo trabajar con todos estos cambios?
Los jóvenes en esta etapa están construyendo la definición de sí mismos, se enfrentan a un cuerpo que cambia y crece, experimentan emociones que ponen a prueba su capacidad de autocontrol. Pasan de una infancia en la que el niño hace un análisis superficial de su comportamiento respecto a un contexto social que ve como sencillo, a otra en la que el adolescente hace un análisis profundo de su comportamiento, siendo capaz de percibir los complejos matices que pueden darse en un entorno social.
Para trabajar con un adolescentee y, sobre todo, no romper la comunicación con él, lo mejor es conocer en qué momento se encuentra y concederle, a medida que pasa el tiempo, un margen más amplio. De alguna manera, las personas que conviven con los adolescentes tienen que asumir el reto de crecer con ellos, de negociar con ellos. Pensemos que empiezan a ser conscientes de su propia individualidad, lo que en muchos casos hace que sientan un gran desasosiego ante una verdad: es muy difícil que alguien comprenda o entienda cómo nos sentimos en la totalidad.
Cuando ven en el adulto una figura con la que poder hablar y expresar sus preocupaciones, sin que este las desprecie por poco importantes o sencillas de resolver, es más fácil que la transición se produzca sin que aparezcan barreras. El trabajo mejora cuando se lleva a cabo desde la empatía, ofreciendo ayuda y no imponiéndola.
La empatía es una poderosa herramienta a la hora de trabajar con un adolescente.
¿Cómo potenciar estas características?
En este momento es importante trabajar la autoestima de los jóvenes, necesitan conocerse, buscarse y descubrir su camino y sentirse bien respecto a estos descubrimientos.
Otro aspecto importante es la comunicación, ¿cómo podemos trabajarla con los adolescentes? En general este grupo de edad buscan ideas concretas, órdenes razonadas y entendibles y sobre todo, incidir en la asertividad. Muchos jóvenes se dejan llevar por impulsos y estados de ánimo exaltados. Entrenar habilidades de comunicación asertiva les permite expresarse de una forma adecuada y mejorar con ello sus relaciones sociales y de forma indirecta, su autoestima.
Durante estos años es época de probar y experimentar, entender que la responsabilidad de los adultos está e dar información precisa y educar, en ofrecer alternativas y apoyo, más allá de esto, queda la decisión final de los jóvenes e sus actos y sus consecuencias.
A pesar de distanciarse de la familia, por dedicar más esfuerzo en el campo de lo social a ser aceptados o mantener su posición en su grupo de amigos, los adolescentes necesitan sentir que el hogar sigue siendo ese refugio al que pueden acudir. Quizás desprecien o critiquen muchas cosas de él, pero esto no significa que no lo necesiten. Así, con las personas que les rodean pasa lo mismo. Haríamos bien en recordarlo.