Cómo usar la bondad para tratar a las personas difíciles
Todos podemos usar la bondad para tratar a las personas difíciles. Porque más allá de lo que podamos pensar, la bondad es un escudo y también un canal. Con ella, vemos las cosas con mayor calma y claridad, equilibramos emociones e impedimos que las frustraciones y mal humor del otro nos acaben minando. Asimismo, logramos también manejar con mayor eficacia situaciones a menudo complejas.
No nos equivocamos si decimos que hay quien mantiene una idea errónea sobre la bondad. Se la asocia, quizá, a esa imagen en la que uno renuncia o deja a un lado parte sí mismo por el bienestar del otro. Se asume quizá, que la persona bondadosa carece de ese carácter con el que defender sus derechos, su dignidad, y donde terminar dándolo todo a cambio de nada.
Dar por ciertas estas ideas es un error. Porque la bondad es algo más que ser generoso, considerado o amable. En realidad, es una de las mejores habilidades interpersonales, además de una valía psicológica que confiere bienestar a quien la practica. Un ejemplo, Dacher Keltner profesor de psicología y director del Greater Good Science Center de la Universidad de California, en Berkeley, nos señala algo interesante.
En su libro Nacido para ser bueno, nos habla de muchas de las teorías que Charles Darwin defendió y que con el tiempo, se fueron modificando o asumiendo de otro modo. Por ejemplo, él nunca dijo que la evolución humana dependiera en exclusiva de la competividad o de quien es el espécimen más fuerte. En realidad, Darwin se interesó más por la supervivencia desde el marco de la cooperación social.
Así, en libros como La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, llega a ensalzar la importancia de la bondad para lidiar con las dificultades cotidianas del ser humano.
Cómo usar la bondad para tratar a las personas difíciles
A la hora de usar la bondad para tratar a las personas difíciles debemos entender primero algunos sencillos aspectos. En estudios como los llevados a cabo por Kanako Otsuko y Barbara L. Fredrickson de la Universidad de Tokio (Japón) se nos recuerda que esta dimensión parte de los siguientes principios:
- Bondad es saber ver de manera objetiva las necesidades del otro.
- Implica, a su vez, ser proactivo. No basta con desear “ser bueno”, la bondad se practica activamente.
- Asimismo, la bondad es hacer uso de la verdad. Ser sincero es una valía indispensable.
- Las personas que practican esta dimensión, hacen uso a su vez de un pensamiento flexible. Aplican una mentalidad de crecimiento.
- Por último y no menos importante. Bondad es también ser bondadoso con uno mismo, saber respetarse para poder respetar a los demás.
Veamos a continuación qué dimensiones nos pueden ayudar a la hora de usar la bondad para tratar a las personas difíciles.
La bondad nos permite evitar ser permeables a la negatividad del otro
Bondad es paz interna. Es hacer uso de ese equilibrio donde no dejarse avasallar por lo que otros nos digan. De este modo, a la hora de tratar a las personas difíciles, este estado personal nos permitirá poner límites y adecuadas barreras de contención.
Esa serenidad de carácter nos permitirá también que no nos afecten determinadas palabras y comportamientos. Asimismo, seremos menos vulnerables a los estados de estrés.
“Al bien hacer jamás le falta premio”.
-Miguel de Cervantes-
Comprender para actuar mejor
La bondad es empatía. Solo cuando somos capaces de ponernos en la realidad del otro (sin que esta nos afecte) entenderemos y podremos reaccionar mejor. No podemos olvidar que detrás de las personas difíciles se esconden a menudo realidades muy complejas.
Así, es muy común que estos perfiles arrastren consigo el peso de la baja autoestima, de un pasado complejo, de rencores no afrontados así como infinitos miedos. Ser capaces de comprenderlos es siempre un buen paso.
Te comunicarás mejor
A la hora de usar la bondad para tratar a las personas difíciles, la comunicación lo es todo. Si lo hacemos desde la calma, el respeto y el deseo expreso de generar un bien o una mejora, pueden verse buenos resultados.
Tal y como hemos señalado con anterioridad, la persona bondadosa siempre hace uso de la sinceridad. De ese modo, aunque no lo creamos, la verdad es siempre una buena estrategia con la que ir por delante ante las personas difíciles. Ser asertivos, pero respetuosos, ser cálidos pero firmes, amables pero rigurosos en nuestros argumentos, nos permitirá lidiar con ellos de manera efectiva.
Sabrás cuándo irte y cuándo quedarte
La bondad es cabezona. Sabe cuándo algo merece la pena, entiende en qué momentos y en qué personas si vale la pena invertir tiempos y esfuerzos. Hay perfiles difíciles que actúan de ese modo porque lidian con algún trauma o con situaciones personales que no saben cómo manejar.
Ayudarlas, ser respetuosas y capaces de entender sus perspectivas es algo que sin duda merece la pena poner en práctica. Lo hacemos además, porque nos hace sentir bien, porque la bondad genera siempre beneficios y aumenta el bienestar.
Ahora bien, a la hora de usar la bondad para tratar a las personas difíciles, también deberemos saber en qué momentos es mejor desistir en nuestro intento. Lo queramos o no, hay situaciones capaces de romper esa calma interna. Experiencias que a largo plazo no nos generarán beneficio alguno, sino todo lo contrario.
Por tanto, saber en qué momento es mejor poner distancia también es sabiduría. Es más, nadie es menos bueno si en un momento dado decide mirar por él y no por el otro, no si esa otra persona no tiene voluntad para cambiar ni para ejercer el respeto.
Para concluir, no descuidemos nunca el auténtico valor y anatomía de esta dimensión. La bondad es ese prisma desde el cual, mirar el mundo para actuar en consecuencia. Siempre con sabiduría, siempre con acierto.
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- Dacher, Keltner (2009) Nacido para ser bueno: La ciencia de una vida significativa. W. W. Norton & Company
- Otake, K., Shimai, S., Tanaka-Matsumi, J., Otsui, K., & Fredrickson, B. L. (2006). Happy people become happier through kindness: A counting kindnesses intervention. Journal of Happiness Studies, 7(3), 361–375. https://doi.org/10.1007/s10902-005-3650-z