¿Conoces la teoría de la vida activa de Hannah Arendt?

La filósofa alemana consideraba que existen tres condiciones fundamentales de la vida humana: la vida, la mundanidad y la pluralidad. Conocelas a contunuación.
¿Conoces la teoría de la vida activa de Hannah Arendt?
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 17 enero, 2024

Hannah Arendt fue una filósofa alemana de origen judío. Ella inició sus estudios con el célebre filósofo alemán Martin Heidegger, pero con la llegada al poder del régimen nazi se vio obligada a huir de Alemania para asentarse en los Estados Unidos.

Hannah Arendt desarrolló una filosofía política que se centraba en los problemas contemporáneos, como eran los totalitarismos y la violencia. Entre sus obras destacan aquellas que hacen referencia a los procesos que llevan a las personas a cometer actos atroces bajo regímenes totalitarios.

Una teoría polémica

Hannah Arendt

Uno de sus grandes aciertos fue afirmar que muchos de los miembros del partido nazi eran personas normales que, bajo ciertas condiciones, habían realizado actos imperdonables (actos que nunca habrían realizado sin esas condiciones y en los que tampoco se reconocerían).

Esta afirmación le costó muchas críticas. Ya que señaló que algo que resulta incómodo: muchas de las personas que torturaron, maltrataron y asesinaron no eran personas malas, sino que de algún modo eran seres dirigidos por las propias circunstancias. También le costó incluso la pérdida de amigos, pero ella se defendió siempre que pudo aquello en lo que creía.

Si bien sus afirmaciones nos pueden parecer lejanas, gozan de mucha actualidad. En el común imaginario aún existe la creencia de que los terroristas están locos. Siguiendo las teorías de Hannah Arendt, podemos afirmar que, más que su salud psicológica, son otros factores los que llevan a las personas a optar por el camino de la violencia dentro de una organización.

Las tres condiciones humanas de la teoría de Hannah Arendt

Dentro de la teoría de Hannah Arendt, existen tres condiciones fundamentales de la vida humana: la vida, la mundanidad y la pluralidad. Cada una de estas condiciones se corresponde con una actividad: producir, trabajar y actuar.

De esta forma, la condición humana de producir es la vida, la de trabajar es la mundanidad y la de la acción la pluralidad. El desarrollo de estas tres actividades se corresponde con la vida activa.

Producir es la actividad que se corresponde con los procesos biológicos del cuerpo humano. Algunos ejemplos los encontramos en el comer o el dormir. Son actividades necesarias para vivir, pero que no perduran. Se agotan en el momento en el que son realizadas. Estas necesidades son vitales para la supervivencia y no podemos prescindir de ellas, por lo que no queda lugar para la libertad.

La segunda actividad de la vida activa es el trabajo. Es la actividad que produce obras y resultados, e incluye la construcción, la artesanía, el buen oficio, el arte y, en general, los artificios. Se refiere a actividades como la fabricación de instrumentos u objetos de uso, además de las obras de arte. Con esta actividad se intenta controlar la naturaleza.

Mediante el trabajo se construye el mundo independiente de objetos a partir de la naturaleza. Esta actividad crea un mundo artificial, como por ejemplo el hogar. Se diferencia de la producción por que los objetos que se consiguen son duraderos, el resultado del trabajo es algo productivo y hecho para ser usado, no para ser consumido.

 

Con la realización de la última actividad, la acción, los individuos se construyen en lo que son, así se diferencian de los otros. Esta actividad permite la aparición de la pluralidad que hace que percibamos las diferencias con los otros.

Así aparece la identidad, a partir de la diferencia entre el actuante y el otro. Solo mediante la acción nacen los individuos y, mediante ésta, lo privado se hace público ya que se comparte con otros. Al actuar y al hablar las personas muestran quién son.

Espacios de actuación

Cada una de estas actividades se desarrollan en un espacio propio: la esfera privada (producir), la esfera social (trabajar) y la esfera pública (actuar). La distinción entre las esferas pública y privada se basa en la tradición de la polis griega.

La esfera de lo privado se identifica con el hogar, dentro de esta esfera no se puede hablar ni de libertad ni de igualdad, sino de una comunidad de necesidades vitales. Dentro de esta esfera se practica la producción. La esfera privada es un espacio natural frente a la artificialidad del espacio público.

El espacio público es el espacio de la acción y del discurso, mediante los cuales nos mostramos ante los demás y los cuales confirman nuestra existencia. Lo público se refiere a un mundo compartido, creado por objetos fabricados y acciones que crean objetos no tangibles como las leyes, las instituciones o la cultura.

Este espacio creado proporciona permanencia, estabilidad y durabilidad a las acciones y los objetos. Frente a la fragilidad de la acción, el espacio público le dota de estabilidad mediante la memoria. El espacio público también contiene los intereses públicos, diferenciados de los privados.

Sin embargo, esta distinción se ha desdibujado con la aparición de otra esfera, la de lo social. Esta esfera es el producto de la aparición de las relaciones propias del mercado de cambio en una economía capitalista. Supone la entrada de la economía en el espacio público, el cual está definido por los intereses públicos, lo cual conlleva que los intereses privados adquieran un significado público.

 

Niño mirando por un agujero

Las consecuencias de perder la voz

El problema que aparece con la intromisión de la economía en el espacio público es que la esfera privada, la cual es necesaria ya que da cobijo, se transforma en la sustituta de la pública. La consecuencia es que los intereses privados y los lazos naturales ocupan el lugar público de lo común. Como consecuencia, el espacio público y la acción ciudadana se desarticulan.

El triunfo del individuo despreocupado de la vida pública, centrado en sus intereses privados y la seguridad de los suyos a cualquier precio constituye una de las bases del totalitarismo.

Ese individuo es lo contrario al ciudadano, a aquel que mantiene un compromiso activo con el mundo y con el espacio público.

Por otra parte, el individuo “privado” es un individuo aislado en sus intereses de confort y consumo. Este individuo posee las características de propicias para caer en el conformismo social y político. Sin embargo, el totalitarismo no solo acaba con la vida pública, también destruye la vida privada dejando a los individuos en la absoluta soledad.


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