Cuando cometas un error, sé amable contigo
Los errores son compañeros de vida inseparables, además de sabios maestros, siempre y cuando pongamos empeño en aprender de ellos. Según la perspectiva que tomemos, un error puede ser una oportunidad de éxito, una experiencia de profundo sufrimiento o un acontecimiento más en nuestras vidas.
La actitud frente a nuestros errores es lo más importante. El sufrimiento derivado de cometer un error puede ejercer un gran poder sobre nosotros, sobre todo si somos exigentes. Pero, ¿quién es el protagonista principal que hace que nos sintamos tan mal cuando nos equivocamos? A continuación, te lo presentamos: el crítico interno.
El crítico interno
¿Recuerdas esa vocecilla que surge de tu interior y que se dedica a juzgar cómo actúas, piensas o sientes? No tiene un tono demasiado elevado, pero incluso en su susurro los efectos que causa sobre nosotros pueden llegar a ser sorprendentes. Y a pesar de que tampoco podemos lograr ver su aspecto, tiene pinta de no ser de un tamaño excesivamente grande… pero de lo que sí estamos seguros es de que las consecuencias de escucharla pueden ser gigantes.
Bien, te presentamos a este personaje que habita en nuestro interior y que en algunos actúa como el protagonista principal de sus vidas y en otros, como actor secundario: su nombre es Crítico y su apellido Interno, Crítico interno. ¿Lo conocías?
El Crítico interno son todas esas exigencias y culpabilizaciones que nos decimos a nosotros mismos en forma de pensamiento.
“No debería haberlo dicho”, “No me van a dar ese trabajo porque no tengo las aptitudes necesarias”, “No hay nada que me salga bien”, “Soy un desastre, así nadie va a querer estar conmigo”, son solo algunos ejemplos de lo que nos dice nuestro Crítico Interno.
Esta vocecilla a la que solemos dar poder puede llegar a complicar nuestra salud emocional si no ponemos ningún remedio. Para ella nunca hay nada suficientemente bien hecho, aunque hayamos puesto todo nuestro esfuerzo en ello. Solo sabe estar alerta para avisarnos de que nos desviamos de lo que ha interiorizado como correcto.
La forma que tenemos de hablarnos depende de la calidad de nuestros pensamientos
Si tuviéramos que darle forma, sería como un monstruo con ojos grandes que nos pone cara amenazante cada vez que no hacemos lo que considera o cometemos un error, inductor de culpa y maestro de la exigencia. ¿Qué mala compañía no?
Orígenes del crítico interno
Esta vocecilla surge de experiencias pasadas relacionadas con nuestra educación o con situaciones que hemos vivido o presenciado como dolorosas para alertarnos de que no seguimos haciendo las cosas bien. Normalmente son críticas que hemos interiorizado y que las hemos convertido en un patrón habitual de pensamientos.
Nos enseñaron el valor de la exigencia, el esfuerzo y el compromiso pero se olvidaron de transmitirnos que no todo puede ser perfecto. El mundo no es blanco o negro, está lleno de grises y de eso hay que concienciarse. La búsqueda de la perfección nos vuelve insistentes pero también ansiosos y estresados, inmersos de culpa y frustración si no conseguimos lo que queremos.
Para el crítico interno solo hay un modo “lo correcto”, fundamentado en que si nos desviamos volveremos a sufrir. En el fondo su intención no es mala, busca protegernos de críticas, rechazos, vergüenzas y condenas. El problema se encuentra en su falta de flexibilidad y en su forma de comunicarse a través del miedo, la amenaza y el desprecio.
Además, cuanta mayor credibilidad le demos, más poder tendrá sobre nosotros, convirtiéndose en nuestra forma de pensar habitual. Pero tan importante es aprender a ser comprometidos como a tratarnos bien cuando no alcanzamos nuestros objetivos o cometemos un error.
Maltratarnos no nos ayudará a avanzar con bienestar, sino a permanecer en el mismo lugar con miedo.
¿Cómo relacionarnos con nuestro crítico interno?
Como hemos visto nuestro crítico interno emergerá como recordatorio cuando nos equivoquemos, despreciándonos y culpabilizándonos. Su aparición dependerá de cómo nos sintamos, apareciendo en los momentos en los que estemos más vulnerables distorsionando la realidad para ganar y atacando a nuestra autoestima.
Hasta ahora hemos aprendido que él manda y nosotros obedecemos, sin cuestionarlo. Ejercemos de jueves, verdugos y víctimas al mismo tiempo. Pero si no ponemos medidas acabará por destruirnos, ¿cómo hacerlo?
En primer lugar, ten presente que el crítico interno ha ido creciendo contigo y se ha instalado como tu forma de pensar y de tratarte. Por lo que tienes que identificarlo para guiarlo de manera consciente y ponerle límites. Puedes incluso imaginarte cómo es y hablarle cuando aparezca.
En lugar de otorgarle credibilidad, cuestiónalo pero trátalo con empatía y respeto. Su forma de relacionarse contigo ha sido desde la crítica porque es lo único que le enseñaron pero esto no quita que le muestres que hay más formas de hacer las cosas. Hazle saber que existe la flexibilidad más allá de la rigidez, que hay muchas maneras de interpretar lo que nos sucede.
Enséñale que cuando cometes un error la crítica te hace daño y que a partir de ahora, ser amable se ha convertido en la prioridad para tu salud emocional.