Cuando la amistad va más allá de la realidad
El universo de los niños está repleto de todo tipo seres imaginarios, porque, aunque los pequeños sean conscientes del mundo real, necesitan de su imaginación para poder aceptarlo y asimilarlo tal como es. En esta etapa el la que impera el pensamiento mágico es muy corriente que el niño desarrolle un amigo alojado en su desbordante imaginación. Son amigos que pasan a tener vida, a conversar, a jugar, e incluso a pelear con nuestro hijo, pero no hay por qué asustarse ya que, según muchos psicólogos, además de ser bastante corrientes, pueden resultar muy beneficiosos para el desarrollo personal del niño.
Que tu hijo tenga un amigo imaginario no tiene por qué se negativo o revelar ningún tipo de carencia afectiva. Los compañeros imaginarios permiten al niño relacionarse con el mundo a través del juego y la fantasía, y a expresar sus sentimientos y emociones de una manera más libre y personal, ya que el amigo invisible ayuda al niño a asumir el rol de un personaje y, por tanto, a ponerse en el lugar de otro. Los menores ejercitan a través de su amigo imaginario su capacidad de comprender las emociones de los demás.
Por otro lado, los amigos imaginarios no son alucinaciones, ya que es el niño quien las crea y las controla. Además, suelen aparecer entre los 2 y 6 años, una etapa de desarrollo del niño que está marcada por la representación y el simbolismo.
No solo no son en absoluto negativos, sino que en algunos estudios se ha demostrado que los niños que crean amigos imaginarios tienen una mejor capacidad lingüística y que suelen ser grandes contadores de historias, ya que, de alguna manera, ensayan sus relatos antes de hacerlos públicos.
Además, los compañeros imaginarios permiten al niño expresar sus sentimientos positivos y negativos sin sentirse cohibido ni rechazado. En las conversaciones con este ser imaginario, en el fondo consigo mismo, el niño suele proyectar sus conflictos, miedos y fobias delante de nuevas situaciones, algo que puede ayudar a los progenitores a conocer e interpretar mejor el mundo interior de su hijo.
Estos seres imaginarios también dotan de una mayor confianza en sí mismos a los niños, puesto que, en muchas ocasiones, se comportan como un héroes capaces de solucionar todos los problemas, y en su lógica, el niño cree que si su amigo lo ha conseguido, él también podrá hacerlo.
Cuando los amigos imaginarios sí son un problema…
Cuando los niños se adentran en este mundo de fantasía e imaginación, debemos respetarles y a la vez observar y estar atentos por si tratasen de evadir sus responsabilidades a través de los amigos imaginarios, lo que les impediría cumplir con sus tareas y enfrentarse a las consecuencias de sus actos.
Otro motivo de preocupación sería que el niño rechazase la compañía de sus amigos reales por preferir la de los imaginarios. Pero, en general, no suele ser así, de hecho, la existencia de un amigo imaginario propicia la capacidad de empatía y mejora las relaciones sociales del menor.
Imagen cortesía de Alan Preciado (Flirk)