Cuando los narcisistas saben más que los expertos
Hay un principio que nunca falla: los narcisistas saben más que los expertos. Lo vemos especialmente durante estos días, con todas esas voces que parecen estar doctoradas en casi cualquier ciencia: medicina, enfermería, virología, política, economía, geoestrategia…
Son personas con las que resulta imposible abrir un debate sin que intenten situarse un escalón por encima o que tomen como ciertas y comprobadas las hipótesis por las que apuestan. Sin dudas, sin resquicios.
Alfred Aldler, fundador de la psicología individual, estudió con atención este tipo de personalidad. En investigaciones, como las llevadas por el doctor Heinz Ludwig Ansbacher, se nos recuerda que el célebre psicoterapeuta austríaco ya avisó en su día de que los narcisistas representaban el lado más negativo de la sociedad. Lejos de promover el avance de la humanidad, lo dificultan con su claro egocentrismo.
Si vemos el escaparate actual, apreciaremos cómo siguen apareciendo figuras desinformadas que tratan de informar. Son quienes lejos de plantear propuestas solo apuestan por la crítica, son quienes ante cualquier evidencia no dudan en tergiversarla para alimentar la disputa, la desconfianza e incluso el miedo.
En momentos adversos necesitamos, por encima de todo, gente capaz de llegar alianzas y nutrir espacios de concordia para que fluyan las ideas y las ayudas mutuas.
Cuando los narcisistas saben más que los expertos: ¿por qué se comportan de ese modo?
Cuando los narcisistas saben más que los expertos, solo fluye la desavenencia. Cuando el ego domina cada conversación, cada situación o interacción cotidiana, lo que experimentamos es agotamiento.
Esto lo estamos viendo con más frecuencia que nunca en la situación actual. En las redes sociales no dejan de aparecer esas voces habituadas a poner en duda casi cualquier información, aunque las fuentes sean varias y fiables.
Bien es cierto que es bueno tener una visión crítica, no hay duda. No obstante, llega un momento en el que la luz casi desaparece en la niebla. Los que creen saberlo todo y todo lo rebaten sin aportar información útil, sin dar una perspectiva constructiva y útil. Destruir y criticar solo por criticar no ayuda en estos momentos.
Con ello, se alimenta aún más la incertidumbre y el desasosiego. Por otro lado, no descuidemos tampoco a esas personas que conviven con el narcisista.
Es importante recordar que esta característica entra dentro de un espectro, y habrá por tanto, quienes solo presenten unos rasgos y quienes evidencien un claro trastorno narcisista de la personalidad.
En estos últimos casos, la convivencia es muy complicada y desgastante. Más aún en estas circunstancias, en las que el confinamiento y la crisis mundial del coronavirus agudizan cualquier problema psicológico o rasgo de personalidad.
Cuando se une el complejo de superioridad con el complejo de inferioridad
Cuando los narcisistas saben más que los expertos lo que evidencian es una necesidad. La de aparentar superioridad intelectual. En su intento de aparentar mayor ingenio, inteligencia y dominio supino de cualquier área científica, ansían, por encima de todo, avasallar.
Quieren hacernos creer que el mundo se divide en dos partes, por un lado, los que no saben nada y en el otro, ellos mismos dominando todo conocimiento.
¿Por qué actúan de este modo? Alfred Adler, quien continuó con los estudios de Sigmund Freud sobre la personalidad narcisista, señaló ya en su momento algo importante. El narcisista presenta una combinación entre un complejo de superioridad y un sentimiento de clara inferioridad.
No nos equivoquemos, porque lo que presentan estas personas es una baja autoestima. Esa visión infravalorada del yo, les empuja hacia esas conductas donde protegerse, donde recurrir a la exageración, a la grandiosidad y la crítica para posicionarse. A
simismo, no olvidemos tampoco un sencillo aspecto. El complejo de superioridad es el peor de los mecanismos de defensa. ¿La razón? Siempre es lesivo.
El poder de la humildad intelectual
Los narcisistas saben más que los expertos. Esto siempre ha sido así y siempre sucederá. Lejos de servir de ayuda y de hacer luz en los momentos complicados, hacen más grande el abismo y más fría la distancia. Esto lo saben bien en cualquier empresa y organización: los líderes narcisistas ya no agradan ni son útiles.
Si en los años 80 y 90 destacaban esos jefes altamente directivos, individualistas y hasta agresivos que dirigían su empresa con un enfoque vertical, ahora el panorama ha cambiado.
En las situaciones más complicadas, gana quien sabe hacer equipo, quien aporta ideas y no invalida. Ahora mismo, las personas necesitan sentirse unidas y si hay una voz que alimenta la discordia trayendo la voz de la crítica, surge el malestar.
Debemos tenerlo claro, quien gana siempre es la persona que con una adecuada humildad intelectual, es capaz de escuchar, de apreciar otras perspectivas y sugerir propuestas. Necesitamos personalidades brillantes pero humildes, dotadas a su vez, de Inteligencia Emocional.
La sociedad, a día de hoy, no tiene espacio para el narcisista. Estamos obligados a convivir con ellos, lo sabemos. Sin embargo, evitemos darles poder, no alimentemos más la discordia.
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- Ansbacher H. The significance of Alfred Adler for the concept of narcissism. Am J Psychiatry. 1985 Feb;142(2):203-7. DOI: 10.1176/ajp.142.2.203