Cuando necesitamos desconectar la mente de todo
Desconectar la mente es una de las claves para ser feliz. La vida nos exige mucho. Nos exige demasiado. A la sociedad no le basta con que seamos buenos en lo que hacemos, quieren que seamos los mejores. Todo lo que tenemos es lo que valemos. Si tenemos dinero, una gran casa, un buen coche y un cuerpo esculpido, valdremos mucho más que si no lo tenemos. Nos ponen unas expectativas muy altas.
No es de extrañar que necesitemos escapar de vez en cuando para reponernos, para ventilar todo ese peso que llevamos a cuestas y que ralentiza nuestro paso. El problema es que cuando necesitamos desconectar la mente de todo descubrimos que no es tarea fácil.
Todas estas expectativas son surrealistas y desproporcionadas , fruto de una sociedad cada vez más consumista y egoísta donde lo único que parece valer es nuestra capacidad de producción. Si producimos más, valemos más. Si producimos menos, valemos menos. Así de simple. Cuando me siento a realizar mis ejercicios de mindfulness la gente suele decirme, “¿qué haces ahí sentado? Levántate y haz algo”.
“Si alguien echara un vistazo a una de nuestras clases en el hospital, lo más probable es que nos encontrara con los ojos cerrados […]. Da la impresión que no está ocurriendo absolutamente nada […]. Practican el “no hacer”. Están conectando activamente con cada momento en un esfuerzo por permanecer despiertos y conscientes de un instante al siguiente. Están ejercitando la atención plena”.
-Jon Kabat-Zinn-
Dame un momento
¿Cuántas veces le hemos dicho a alguien de nuestro entorno que nos diera un momento? Decenas, cientos, quizá. Es tanta la exigencia que recibimos de nuestro alrededor que necesitamos decir “¡basta!” y tomarnos un rato de respiro. Necesitamos imperiosamente desconectar la mente de todo y retomar la paz. Pero nos cuesta demasiado. Nuestro padre nos dice una cosa, nuestra madre otra, nuestros amigos otras, nuestros compañeros de trabajo o de estudio otras, estamos bombardeados por información diaria en los medios, en internet, en el móvil…
“En nuestro mundo moderno, nos consumimos desde la mañana hasta la noche con una actividad interminable. No nos queda mucho tiempo ni energía para considerar las causas básicas de nuestra felicidad o sufrimiento”.
-Matthieu Ricard-
Todo es información y casi toda a modo de exigencia. “Haz esto”, “haz lo otro”, “cómprate este móvil para ser feliz”, “cómprate este perfume si quieres seducir”, “adquiere este coche para sentirte importante”, “si no eres el número uno no eres nadie”… Los anuncios de televisión están llenos de casas bonitas. La gente tiene una casa enorme en los anuncios y son todos muy felices, todo les va bien. Toda esta información poco a poco nos la vamos creyendo.
Las redes sociales también nos transmiten mensajes falsos. La gente sólo muestra lo que quiere mostrar, la imagen que quieren dar, y esa imagen es lo más ideal posible. Pero también nos creemos que a todos les va de fábula menos a nosotros. Nos comparamos en ese carnaval de identidades y nos venimos abajo. Si no somos capaces de usar las redes sociales de forma sana no es mala idea desconectar la mente de ellas durante un tiempo.
Un momento muy necesario
Desconectar la mente de todo es muy necesario. Es más, es fundamental para un funcionamiento mental sano. Necesitaríamos al menos una hora (y si no la tenemos, media) de nuestro día solo para nosotros. Para estar en paz, para estar tranquilos. Pensar que durante ese momento no tenemos que ocuparnos de nada. De ningún proyecto, de ningún trabajo. Puede ser por la noche, cuando llegamos a casa del trabajo. O por las tardes si salimos pronto.
Nos sentamos en casa, en el sofá. O salimos a dar un paseo. Nos centramos en el momento presente. Observamos todo lo que tenemos a nuestro alrededor sin juzgar nada. Si salimos a la calle y vemos coches no pensamos en si son feos o bonitos. Si vemos gente evitamos pensar en si son guapos o no. Simplemente observamos. Los planes pueden esperar. Quien no puede esperar somos nosotros.
¿Por qué es importante no juzgar? Juzgar implica un juicio de valor y estos se llevan a cabo a través de una valoración negativa o positiva. Estas valoraciones producen en nosotros estados emocionales que pueden variar de intensidad, pero cuando estemos en nuestro rato de desconexión es muy importante intentar mantener un estado emocional lo menos reactivo posible. De esta forma, sentiremos mucha más serenidad.
Nuestra mente necesita ese descanso. Somos un océano enfurecido con olas de hasta diez metros, así que debemos volver a ser un océano tranquilo y sereno. Desde la paz y la calma, tomaremos la vida de otro modo y empezaremos a darnos cuenta que las exigencias externas son tan artificiales que no solamente las encontraremos ridículas sino que dejarán de interesarnos.
Dentro de cada uno de nosotros
Jon Kabat-Zinn afirma que “como norma general tenemos pensamientos muy negativos y los tomamos como reales. Creamos nuestro propio sufrimiento innecesariamente. La vida ya es suficientemente estresante de por sí, no necesitamos añadir nada más”. Cuando vayamos más allá y aprovechemos nuestros ratos para mirar en nuestro interior, nos daremos cuenta que, como afirma el doctor Kabat-Zinn, tenemos pensamientos muy negativos, y caeremos en la cuenta que la gran mayoría de ellos provienen de unas exigencias sociales sin sentido.
Cuando desconectamos la mente de todo lo exterior y empezamos a conectar con nuestro interior, cada vez nos volveremos más conscientes de la importancia que conlleva el autoconocimiento. Caeremos en la cuenta de que la felicidad no se encuentra en las metas tan irreales que nos ponen, sino que se halla en nuestro interior. Nosotros tenemos el potencial de ser felices.