Cuento infantil para tratar el conflicto de lealtad
El conflicto de lealtad surge, generalmente, tras una separación. Los niños sienten que satisfacer los deseos de uno de sus padres de alguna manera supone una traición hacia el otro. A la larga, este conflicto es fuente de sufrimiento para los niños.
En psicoterapia infantil, uno de los abordajes para explicar lo que sucede a los niños es la creación de cuentos. Aquí te presentamos un ejemplo: sigue leyendo para conocer el cuento sobre la familia Rabbit.
¿Qué es un conflicto de lealtad?
El conflicto de lealtad es un fenómeno producido en los niños, generalmente a raíz de la ruptura entre sus padres. El infante que sufre un conflicto de lealtad se encuentra en medio de los deseos contradictorios de sus padres. De esta forma, cuando satisface los deseos de uno, habitualmente tiene sentimientos de traición hacia el otro.
Este niño intentará satisfacer simultáneamente los deseos de ambos; el problema reside en que contentar a uno entristece al otro -o al menos así lo percibe él-. El conflicto de lealtad derivará en que el niño tenga una doble vida y un constante miedo a perder a alguna de las partes implicadas. Incluso los niños que sufren esta situación pueden hablar mal de uno de los padres delante del otro porque sabe que de esta forma satisface los deseos de este.
Un conflicto de lealtad sostenido en el tiempo puede comprometer la estabilidad emocional del menor. Algunas secuelas que se producen son manifestaciones ansiosas a través de fuertes rabietas o conductas desafiantes, somatizaciones como dolores de cabeza o estomacales, terrores nocturnos, entre otros.
Cuento sobre el conflicto de lealtad: “La familia Rabbit”
Uno de los puntos más importantes a la hora de trabajar un conflicto de lealtad es frenar aquellas conductas de los padres que están alimentando esta situación a través del trabajo con los mismos. Además, la incorporación de los cuentos facilita el trabajo simbólico que resuelve el conflicto de lealtad, saltando las barreras que supone abordar el mismo directamente con el niño. Además, proporcionando un enfoque de juego distendido
Aquí os presentamos el cuento de La familia Rabbit como un ejemplo de trabajo en la intervención en el conflicto de lealtad. Es conveniente adaptar los personajes protagonistas según las preferencias del niño (su animal favorito, lo que le gusta hacer…) para favorecer la identificación con los personajes.
Capítulo 1. El encuentro
Érase una vez un conejo blanco llamado Lucas que le encantaba construir bonitas madrigueras. Se pasaba los días recolectando materiales y cavando profundos hoyos. Un día, salió en busca de unas ramitas de olmo que necesitaba para su nueva construcción. Se pasó la tarde buscando, pero no pudo encontrar sus ansiadas ramitas y pronto se sintió exhausto.
Cuando Lucas estaba pensando en volver a casa sin nada, vio a lo lejos a una coneja jugando debajo de un olmo. Sin embargo, se olvidó del árbol en seguida cuando empezó a hablar con ella. Mía era una coneja muy viajera y curiosa y, aunque Lucas era más de estar en casa, rápidamente congeniaron. Se divirtieron tanto, que quisieron compartir muchos más momentos en adelante.
Al cabo del tiempo, Mía y Lucas empezaron a quererse mucho y decidieron compartir madriguera. Y un tiempo después, Mía tuvo una camada de conejitos. Lucas y Mía estaban muy felices de construir una familia juntos y llamaron a sus pequeños Lola y Dani. Todo el bosque les conocía como la familia Rabbit.
Capítulo 2. La ruptura
La familia Rabbit fue feliz durante mucho tiempo, hacían grandes planes en familia y, sobre todo, siempre se apoyaban unos a otros. Sin embargo, un tiempo después, a Mía ya no le parecía tan divertido que Lucas siempre quisiera estar en la madriguera para mejorarla y, Lucas se sentía cansado de querer explorar nuevos lugares siempre que Mía lo deseaba.
Las diferencias entre Lucas y Mía cada vez eran más grandes y disfrutaban menos de los momentos que pasaban juntos. Intentaron solucionar el problema y no lo consiguieron. Finalmente, decidieron que serían más felices viviendo separados. Así, cada uno escogió una madriguera, mientras que Dani y Lola visitaban cada semana a uno de sus padres.
Capítulo 3. ¿Quién tiene razón y quién no?
Aunque Mía y Lucas tomaron la decisión de vivir separados para ser más felices, a veces, se seguían sintiendo tristes y enfadados. Y, a menudo, no se ponían de acuerdo sobre qué era mejor para sus hijos: Lucas pensaba que Mía tenía que ser más firme con los conejitos; por el contrario, Mía creía que Lucas no debía exigirles tanto. Mía criticaba lo que hacía Lucas delante de los conejitos; lo mismo ocurría al revés.
Dani y Lola, que querían a sus dos padres mucho, empezaron a sentirse muy mal al respecto. Intentaban que Lucas y Mía se volviesen a sentir felices, dándoles la razón a los dos por separado. Pero Lola y Dani se sentían culpables también cuando lo hacían y con miedo porque uno de los dos se enfadase con ellos. Constantemente se preguntaban: “¿quién tiene razón y quién no?”.
Capítulo 4. La respuesta
La pregunta sobre quién tenía razón y el malestar porque las dos personas que más querían en el mundo se criticasen duró más tiempo. Dani y Lola se sentían realmente tristes e incluso, a veces, muy enfadados por no saber cómo hacer lo correcto. Pero, cuando le daban la razón a Mía se la quitaban a Lucas y si se la daban al papá, entonces corrían el riesgo de que mamá se enfadara. “¿Cómo podemos resolver este gran entuerto?”– se preguntaban una y otra vez.
En todo el bosque, se escuchaban leyendas sobre un anciano y sabio búho. Se decía que había vivido tantos años y leído tantísimos libros que tenía una respuesta acertada para cualquier pregunta. Esperanzados, Dani y Lola, emprendieron el viaje a la colina donde habitaba el viejo búho. Cuando llegaron, le explicaron toda la historia y le hicieron su ansiada pregunta: “¿quién tiene razón y quién no?”- preguntaron los conejitos al unísono.
Después de aguardar un largo silencio, el búho respondió: “los dos tienen razón -sentenció-. Es muy importante poner normas para que crezcáis como conejos responsables. Sin embargo, también es vital entender que la realidad no siempre satisface nuestros deseos. Vuestros padres son muy buenos, pero de formas distintas”.
De camino, Lola y Dani aún se sentían perplejos ante la respuesta del búho. Resulta que más de una persona puede tener la razón a la vez y que sus dos padres eran buenos a su manera. Y lo más importante, los conejitos por fin se sintieron libres para querer a sus dos padres a la vez. Años después, serían dos conejos responsables y amables.
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