¿De qué maneras nos beneficia ayudar a los demás?
Desde que somos pequeños, los adultos de nuestro entorno tratan de inculcarnos valores como la generosidad, la solidaridad y la empatía. Nos recuerdan la importancia de ayudar a los demás, enfocándolo desde el prisma del altruismo.
La realidad es que se ha demostrado que difícilmente existen actos completamente desinteresados, ya que favorecer al otro siempre nos reporta beneficios de algún tipo.
Esto, lejos de aportarnos una visión egoísta del ser humano, nos confirma que las conductas prosociales resultan provechosas tanto para el que las recibe como para quien las emite.
¿Cómo nos beneficia ayudar a los demás?
Mejora la autoestima
Cuando realizamos una acción beneficiosa para otros, nos sentimos mejor con nosotros mismos. Dicha satisfacción proviene de la certeza de que estamos actuando del modo adecuado. La imagen que cada uno mantiene de sí mismo se vuelve más positiva, al poder considerarse una persona buena y generosa.
Pero, además, cuando esto ocurre nos sentimos más útiles. Saber que somos necesarios, que podemos contribuir al bienestar y la felicidad del otro nos hace sentir importantes y valiosos. Todos los atributos positivos que se desprenden de una actuación solidaria contribuyen a reforzar nuestra autoestima.
Fortalece nuestros vínculos
Contar con una red social de apoyo de calidad es verdaderamente beneficioso para nuestra salud, tanto física como emocional. El apoyo social actúa como un amortiguador del estrés y nos ayuda a poner en marcha mejores estrategias de afrontamiento, haciendo que la recuperación de la enfermedad sea más rápida.
Pues bien, al ayudar a los demás, estamos fortaleciendo los lazos emocionales que nos vinculan a ellos. Cuando hacemos un favor a una persona, esta se siente arropada, valiosa y apreciada. En consecuencia nos expresará su agradecimiento con palabras o gestos, lo cual nos proporcionará una agradable sensación de satisfacción.
De este modo se forja un ciclo de intercambios positivos entre ambas personas que favorece la felicidad de ambas. Al ayudar a otros, estamos contribuyendo a que nuestras relaciones se basen en la reciprocidad, la confianza y la gratitud. Así, contar con vínculos sociales de esta índole tendrá una gran repercusión en nuestro bienestar.
Despierta la gratitud
Ayudar a los demás nos ayuda a presenciar diferentes realidades y a tomar conciencia de todo lo bueno que nos rodea. Nos motiva a agradecer por encontrarnos en la posición de quien puede ayudar en lugar de en la de aquel que necesita ser ayudado. Esto favorece el desarrollo del pensamiento positivo y aleja la queja, evita que nuestra atención quede atrapada en aquello que nos falta.
Lamentarnos por lo que nos falta, enfocarnos en lo que no funciona daña nuestro estado de ánimo. Por el contrario, reconocer y agradecer los aspectos positivos de nuestra existencia nos ayuda a potenciar el optimismo. Actuando en favor de otros abrimos los ojos ante la belleza de la vida y ponemos en práctica la humildad.
Potencia el sentimiento de pertenencia
El sentimiento de pertenencia es una de las necesidades principales de todo ser humano en el camino a la realización personal. Cuando damos, trascendemos. Nos sentimos parte de algo más grande: de una relación, de una sociedad, de la humanidad...
Ayudar enciende conexiones, nos acerca a los otros y nos hace sentir que formamos parte de un proyecto común. El sentimiento de unidad que se genera al invertir tu energía en otros es beneficioso para ambas partes.
Ayudar a los demás tras ayudarte a ti
De alguna manera, ayudar a los demás también nos recuerda que somos personas que necesitamos de otros. Por contra, en ocasiones caemos en el error de ser extremadamente serviciales con los demás, desatendiendo nuestras propias necesidades. La regla de oro dice que para poder amar, primero has de amarte, para poder ayudar, primero has de ayudarte: nadie puede dar lo que no tiene.
Cuando te entregas a los otros sin haberte ocupado de ti, corres el riesgo de quedare vacío, inundado de la nada. Ene esta misma línea, es sencillo confundir generosidad con necesidad: te ayudo para que me quieras, para que me necesites, para que no te vayas de mi lado. Esta actitud resulta insana y dañina para ambas personas y para el vínculo.
Por tanto, cuando des (amor, apoyo, comprensión…), hazlo porque te sobra, no porque te falta. Y no olvides que la reciprocidad es una parte importante de las relaciones sociales. Tú también mereces apoyo, ayuda, escucha y comprensión.
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