Dejar atrás los pesos de nuestra infancia

Nuestra infancia es un punto de partida, pero no una sentencia. Aprendamos a tomar lo que nos sirve y a soltar con amor lo que nos perjudica.
Dejar atrás los pesos de nuestra infancia
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 31 enero, 2020

Muchas personas recriminan a la psicología, y en especial a algunas de sus corrientes como el psicoanálisis, la excesiva importancia que otorgan a la figura de los padres y la relación con ellos. ¿Qué tienen que ver mi timidez, mis problemas de pareja o mi depresión con mis progenitores?. La realidad es que los pesos de nuestra infancia pueden acompañarnos durante toda nuestra vida adulta si no aprendemos a identificarlos y trabajar en ellos.

La niñez es un periodo vital de gran relevancia puesto que es el momento en que se sientan las bases de nuestra personalidad y muchas de nuestras actitudes y creencias. La influencia de lo que sucede en esta etapa es inmensa e innegable. Sin duda constituye un importante punto de partida, pero no una sentencia. Hemos de aprender a soltar el peso para continuar viviendo.

De la culpa a la responsabilidad

A menudo los seres humanos actuamos en piloto automático, caminando entre nuestras responsabilidades y obligaciones diarias sin realizarnos grandes cuestionamientos. Tratamos de seguir adelante de la mejor forma que conocemos. Sin embargo, algunos individuos sí se atreven a plantearse el origen de sus conductas, de sus temores, de sus emociones.

En este viaje introspectivo comprenden la relación que su presente guarda con sus vivencias infantiles. Entienden que su miedo al abandono proviene de una madre ambivalente o que es incapaz de expresar emociones porque de niño le hicieron sentir que eso era un signo de debilidad. Este es un gran hito en el proceso del desarrollo personal, el primer paso de un camino que habremos de recorrer para liberarnos. Pero no es suficiente.

Al realizar este hallazgo muchas personas optan por culpar rígidamente a sus padres por lo que hicieron o no hicieron. Achacan sus problemas actuales (financieros, sociales y emocionales) a la crianza que recibieron. Y comienzan a cargarse de resentimiento e impotencia.

Lo que hemos de comprender es que nuestros padres hicieron lo que pudieron según su nivel de conciencia. Y que es nuestra responsabilidad, ya como adultos, tomar las riendas de nuestra vida y modificar aquello que nos haga sufrir. Somos los únicos responsables de nuestra conducta y de nuestro bienestar.

El hombre hecho a sí mismo

En el polo opuesto encontramos a quienes optan por realizar una clara separación entre el pasado y el presente. Y afirman que cada uno es como desea ser, que cada hombre se hace a sí mismo. Por supuesto que todos contamos con las herramientas necesarias para trabajar en nosotros y mejorar. Pero sería ingenuo pensar que al llegar la edad adulta todas las vivencias anteriores y su influencia se borran de nuestro ser.

No todos crecemos con los mismos recursos emocionales. No todos hemos tenido las mismas experiencias estimulantes y fortalecedoras. Existen infancias verdaderamente duras que hacen mella. Y, en definitiva, no todos nos encontramos en el mismo punto de partida. Es necesario tener la empatía de comprender de dónde viene cada persona antes de juzgar sus actos.

Reconocimiento y perdón para soltar los pesos de nuestra infancia

Por tanto, se trata de alcanzar un equilibrio, de realizar un proceso en dos pasos. Somos quienes somos por lo que hemos vivido, pero tenemos en nuestras manos el poder de decidir quienes queremos ser. Si te sientes inseguro, limitado o dañado de cualquier manera, recuerda, rememora. Analiza tus primeros años a la luz de tus ojos de adulto.

Descubre qué te hirió, qué creencias quedaron arraigadas en tu mente, qué emociones se forjaron entonces. Aprende a comprenderte, a entender el origen de tus sensaciones. Y, sobre todo, perdona. Perdona con amor lo que te faltó o lo que hubieras deseado que nunca ocurriera. Recuerda que no hay culpables, que tus padres te dieron la vida, y que con ninguno de sus actos te la sentenciaron. Hoy tú tienes la posibilidad de forjarte de nuevo.

Por ello identifica cuáles de todos tus aprendizajes te siguen resultando de utilidad a día de hoy y de cuales deseas deshacerte. Toma aquello que te sirva y suelta amorosamente lo que no. Sana a tu niño interior y toma tu posición de adulto. Ya no dependes de tus padres, ahora tú tienes todo el poder de crear a la persona que deseas ser. Trabajar en uno mismo es esencial para soltar los pesos de nuestra infancia.


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