Deseo que conozcas cosas de mí que quizá no te gusten
Si quieres conocerme, adelante. Soy el tipo de persona que nunca pedirá perdón por ser quien es. Ahora bien, deseo que conozcas todo, incluso aquellas cosas de mí que quizá no te gusten, te molesten o te cansen.
Me refiero a eso que llaman defectos y que se clasifican relativamente según la óptica que los analice. Deseo que sepas cuáles son mis defectos y con ese conocimiento escojas entre aceptarlos o marcharte. Y, si decides quedarte, aspiro a poder ser yo contigo sin esconderme ni lamentarme de nada.
Estas cosas de mí podrían ser algunos defectos
Todavía no sabes nada de lo que soy porque acabas de entrar a mi vida, así que voy a hablarte desde la voz de una persona que cree haberse descubierto un poco . Esto me ha llevado tiempo, un caminos con rosas y espinas del que estoy orgullosa, aunque solo sea porque no me quedé atrapada en ninguna de sus trampas.
No olvido el pasado, cada día está más integrado en mi historia vital y lo que un día fue herida ahora es cicatriz. Además soy bastante reflexiva, sensible y empática. Lloro con cualquier cosa, me equivoco tres veces al día, me caracterizo por la indecisión y creo en los sentimientos, sean cuales sean, merecen el tiempo suficiente para que pueda darles un sentido, propio y genuino.
“Porque la clave del amor -como me dijo alguna vez mi analista- está en reconocer los defectos del otro y preguntarse sinceramente si uno puede tolerarlos sin estar todo el tiempo protestando, y ser feliz a pesar de ellos”
-Gabriel Rolón-
En el amor, por ejemplo, creo como en un sentimiento tradicional sin ningún límite, en cualquier forma y para siempre . En este sentido, tengo que aclararte que soy romántica hasta la médula, pero odio San Valentín y las flores que sirvan como chantaje o para no reconocer un error.
Como ves soy confusa, contradictoria y voy a pedirte que entiendas mis matices porque en letras gruesas podría ser cualquiera. Y no solo eso, también considero que tengo una pizca de arrogancia, soy habitualmente cabetoza y a ratos caprichosa. Además en algo sí que coincido con la mayoría, normalmente los días que necesito más cariño son también los días en los que peor me porto y soy más injusta.
Se me pasan los cumpleaños, no recuerdo el pin de mi tarjeta de crédito y olvido los Whatsapp que he leído un día antes. No obstante, podrás no saber de mí en algún tiempo y aún así acudirás a llamarme si te ocurre algo. Porque admiro los consejos, admiro escuchar, admiro aprender de lo que recibo y las llamadas sorpresa.
Lo perfecto de las relaciones imperfectas
Admiro las relaciones que son como niños: herida, agua oxigenada, tirita y a jugar.
En esta línea contradictoria defiendo las relaciones que por ser imperfectas son perfectas. Ya sabes, las que tienen altibajos o discuten para sanar. Esas en las que sus miembros se complementan pero son diferentes. Las que forman un buen equipo.
Dentro de este tipo de relación defiendo los espacios individuales: ya te adelanto que una buena parte de mi tiempo no será para ti. Habrá cine, habrá viajes, habrá aventuras juntos, pero también por separado porque me niego a renunciar a la sensación de echarte de menos. En este sentido, además, creo que todo el mundo tiene secretos inconfesables y ambos tendremos derecho a compartirlos cuando queramos o no hacerlo.
Por contra, la conversación es importante. No soy capaz de conversar con alguien sin un sentido real durante mucho tiempo y me encantan los temas que salen de ninguna parte y llegan a marcarte dos días. Te sorprenderé de lo que aprendo y necesitaré que tu también lo hagas y me lo transmitas.
“(…) De todos modos, la perfección no puede servir de cimiento para una relación,
porque no es posible construir nada encima de ella.
La vida es cualquier cosa menos perfección”
-Laurent Gounelle-
Necesito una relación imperfecta en la que existan características complicadas de lograr y se superen. Por ejemplo, hay cosas de mí difíciles de llevar: tengo un mal humor horrible que dura diez minutos y hay semanas en las que la ansiedad y el estrés pueden conmigo. Para entonces, podrás darte cuenta de que soy de esas mujeres que encuentran la solución en un poco de chocolate o un abrazo.
Quiero poder ser yo contigo
Por todo lo comentado, no quiero renunciar a ser yo contigo. La yo desastrosa pero para la que dentro de su caos cada cosa tiene su sitio y me puedo volver loca si lo cambias. Esa que lo pierde todo, incluso los recuerdos materiales bonitos, pero no otras historias que seguramente tú también olvides. Así siempre tendré algo que contarte, infinitas barajas de pruebas de amor.
Quiero que sepas que me gusta tomar café o cerveza con amigos, aunque cada vez menos la fiesta que dura hasta la madrugada; y que tú serías uno de esos amigos. Que odio las peluquerías y amo los gimnasios. También me gusta ver bailar, pero no bailo. Que soy de leer en cualquier rincón de Madrid, los videojuegos y de ver la tele una vez al año y que no, no me aburro.
“No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser junto a ti todo lo que soy”
-Gregorio Marañón-
Deseo que todas estas cosas de mí se compenetren con esas otras cosas de ti. El arte, la escritura, el no a las matemáticas, una vuelta al mundo gastronómica. Eso sí, sin helado de turrón, chocolate con naranjas, pasas o coco. Ojalá y los dos podamos ser sin restricciones.
Ahora, teniendo en cuenta todo esto, considera tú si todas estás cosas de mí son defectos o virtudes y toma tus decisiones. Pero, luego dime qué has pensado, ¡eh!