Diez errores de comunicación entre padres e hijos
Hablar con nuestros hijos puede convertirse en una dura batalla, sobre todo si son adolescentes. Esto hace que muchos padres se sientan frustados al no poder comunicarse con sus hijos, lo que produce reacciones de todo tipo. Pero la solución no pasa por enfadarse, obligar a los hijos a contarnos sus cosas, castigarlos o limitarlos de alguna manera. Es necesario aprender a comunicarse con ellos. Para ello, es importante empezar evitando varios errores de comunicación muy habituales que entorpecen la relación y el acercamiento, y que hacen que los hijos se cierren en banda ante sus padres.
Una pista para intentar comprenderlo mejor y solucionarlo: Ponte en el lugar de tu hijo y rememora la relación con tus padres cuando tenías su edad.
Errores de comunicación que nos distancian de nuestros hijos
1# – Minimizar el impacto que ciertas situaciones tienen para los hijos
En general, los adultos tendemos a considerar nuestros problemas más importantes que los de los jóvenes por parecer superficiales y mundanos respecto a las preocupaciones y complicaciones de la vida adulta. No darle importancia a los problemas de nuestros hijos o no compartir con ellos la emoción de cosas tan simples como la cena o el baile de fin de curso nos aleja de ellos.
2# – No apoyar a los hijos cuando tienen un problema con otro y defender al contrario
Los adolescentes discuten entre ellos, con sus hermanos, con sus profesores, con otros familiares… Parece que están enfadados con el mundo. Y en muchas ocasiones no tienen razón, y para los adultos está muy claro. Pero la solución no es justificar “al contrario”, a aquel con el que el adolescente tiene un problema. Eso no hace más que agravar el sentimiento de “el mundo está contra mí” de los jóvenes y su frustración. Entonces, ¿qué hacer? Nada, sólo escuchar de manera activa, mostrando interés y prometiendo ayudarle a buscar una solución.
3# – Responder con sarcasmo
El humor y la burla suave son beneficiosas las relaciones sanas, pero el sarcasmo es hiriente. Si una relación entre padres e hijos adolescentes ya es tensa de por sí, utilizar el sarcasmo no hace más que complicarlo todo aún más. Por ello, es fundamental evitar las respuestas sarcásticas. El sarcasmo es una falta de respeto y una muestra de dominación y desprecio hacia el otro. Habla con naturalidad, sin ira y con cariño. Nadie dijo que fuera fácil.
4# – Invalidar los sentimientos del adolescente
Los adolescentes son, por lo general muy dramáticos, y muchas veces sus respuestas emocionales no tienen sentido para los adultos. Comentarios como “no deberías estar tan molesto”, o “no tiene sentido que te enfades por esa tontería” sólo hacen que los hijos no eviten compartir sus sentimientos con sus padres. Es fundamental acercarse a su postura y validar sus sentimientos, escucharlos y empatizar con ellos para poder ayudarlos a superar lo que les pase. Los que sufren son ellos, así que, lo entendamos o no, hay que comprenderlos.
5# – Centrar la conversación en nosotros como padres
En una discusión o conversación con un adolescente, centrar el debate en nosotros mismos como padres no es útil y resulta contraproducente. Los sermones basados en la propia experiencia de la vida o la comparación de lo que vivimos los adultos cuando éramos adolescentes no le importa a nuestros hijos, al menos no en ese momento de acaloramiento, tristeza o emoción. Una vez más, es necesario empatizar y ponernos en la piel del adolescente.
6# – Juzgar sin conocer la versión del adolescente
Es fácil juzgar o prejuzgar una actitud o acción de los adolescentes y considerar que lo que hemos oído es cierto y reprenderlo o mostrar desaprobación. Pero hacer sin darle la oportunidad a nuestro hijo de explicarse sólo lo aislará más y hará más difícil que nos escuche. Es fundamental conocer su versión y, mucho más aún, dejarlo que se exprese, que libere sus emociones y la posible ira que la situación haya generado. Esto nos permitirá ayudarle a enfocar la situación de otra manera, pero sin imponerse con frases del tipo “tú tienes que hacer…” o “tú tendrías que haber…”, sustituyéndolas por otras más conciliadoras, como “me pregunto que hubiera ocurrido si en vez de haber hecho esto hubieras hecho lo otro”, o “puede que hablar con… sobre… pueda facilitar las cosas”, por ejemplo
7# – Horrorizarse ante ciertas actitudes adolescentes
Los adolescentes hacen cosas extravagantes muchas veces, cosas que provocan la reacción de los adultos. ¿Por qué lo hacen? Para llamar la atención y demostrar que tienen cierto poder. Cuando más horrorizan y provocan más interés sienten por hacerlo. En vez de reaccionar con brusquedad, es mejor responder de manera tranquila. Mostrarse conmocionado y horrorizado sólo alimenta su interés. Ya sea ponerse el pelo de color verde, tatuarse una calavera en la nuca o ponerse un piercing en el lugar más insospechado de su cuerpo, o estudiar la carrera más rara y “sin salida” del mundo, lo importante es hablar con ellos con tranquilidad y, una vez más, con empatía.
8# – Resolver un problema del adolescente sin contar con él
Ver sufrir a un hijo por un problema es duro, pero solucionarlo nosotros como padres no es una solución. Son ellos los que tienen que aprender a lidiar con sus propias dificultades. Solucionarles el problema lo hará sentirse inútil e incluso lo puede poner en una situación difícil con sus iguales. En su lugar, hay que dejar que nuestros hijos nos hablen de sus problemas e intentar darles pautas para solucionarlo sin imponer nada. Si solucionamos nosotros su problema si que nos lo haya pedido no volverá a contarnos nada y entonces ya no podremos ayudarle.
9# – Culpar a los hijos de los problemas
Decirle a nuestros hijos que ellos son los culpalbes de algo que les ha pasado o de una situación familiar complicada sólo complica más las cosas, sobre todo al principio de la conversación. Aunque es importante ayudar a nuestros hijos a entender la responsabilidad de su comportamiento, culpándoles la convesación no avanzará más.
10# – No apoya las grandes ideas de nuestros hijos
Los adolescentes a menudo tienen grandes ideas, aunque por lo general no son muy realistas, o al menos eso le parece a los padres. Aunque es importante evitar alentar a los hijos a vivir en un mundo de fantasía, hay algunas cosas que se pueden hacer para apoyar las grandes ideas de los hijos. Sentir curiosidad por lo que dicen es una de ellas. Preguntando sobre ello estimulamos la reflexión y entramos a formar parte de su mundo.