Trece estrategias para educar a los niños en inteligencia emocional
Las emociones visten cada aspecto de nuestras vidas y de nuestra cotidianidad . Saber controlarlas, gestionarlas y utilizarlas a través del fomento de la inteligencia emocional nos permitirá, sin duda, afrontar nuestro día a día de un modo más eficiente.
Emoción, pensamiento y acción son los tres pilares que hilan cada instante de nuestro ser. De ahí, la importancia de ahondar en ese tipo de conocimiento para afrontar determinadas situaciones, para desenvolvernos en nuestra sociedad de un modo eficiente. Entonces ¿no es pues imprescindible que los más pequeños se inicien también en el aprendizaje de la inteligencia emocional?
Un ejemplo, pensemos en esos niños con una capacidad deficiente para aceptar la frustración, e incluso para obedecer una negativa, niños que no respetan a sus iguales y que el día de mañana están condenados a una realidad donde la infelicidad va a ser ese leitmotiv con el que van a tener que vivir, al ser incapaces de comprender a los demás.
El conocimiento, la comprensión y el control de las emociones son básicos para que nuestros hijos se desenvuelvan adecuadamente en sociedad.
Te sugerimos estos principios para que los introduzcas en el interesante campo de la inteligencia emocional . Principios que les ayudarán a desarrollarse como personas y a integrarse.
1. Inteligencia emocional para controlar su ira
Hasta los 18 meses los niños necesitan básicamente el afecto y el cuidado de sus padres, todo ello les aporta la seguridad suficiente para adaptarse en su medio, para explorar y dominar sus miedos. Pero hemos de tener en cuenta que a partir de los 6 meses van a empezar a desarrollar la rabia, de ahí la importancia de saber canalizar sus reacciones y corregir cualquier mala acción.
Hay bebés que pueden golpear a sus padres o hermanos, gritar enfurecidos cuando no se les ofrece algo… acciones que a los progenitores les puede hacer gracia, pero que son necesarias limitar desde su nacimiento. Sobre todo, hay que acompañarlas de mensajes que les inviten al razonamiento y al control de eso que están sintiendo.
2. Enseñar a reconocer las emociones básicas
A partir de los dos años es recomendable iniciar a los niños en el campo del reconocimiento de las emociones, ya que es cuando ellos empiezan a interactuar con los adultos y otros niños de modo más abierto.
Podemos realizar varios ejercicios con ellos, como introducirlos en el conocimiento de las emociones básicas: alegría, tristeza, miedo y rabia.
¿Cómo hacerlo? Mediante fotografías de rostros, dibujos, preguntándoles qué les pasa, si están tristes o por qué creen ellos que el otro lo está… Este es un modo perfecto para que aprendan a reconocer sus emociones poco a poco y también las de los demás , y sobre todo, comenzar a desarrollar la habilidad de la empatía.
3. Nombrar las emociones
A partir de los 5 años sería perfecto que los niños supieran ya dar nombre a las emociones de modo habitual: “estoy enfadado porque no me has llevado al parque”, “estoy contento porque mañana nos vamos de excursión”, “tengo miedo de que cierres la luz porque me dejas solo.”
4. Enseñar a afrontar las emociones con ejemplos
Es habitual que los niños en ocasiones se vean superados por las emociones, como las rabietas que les hacen gritar o golpear cosas. Es necesario que nosotros no reforcemos esas situaciones, una vez haya terminado la rabieta podemos enseñarles, por ejemplo, que antes de gritar o pegar es mejor expresar en voz alta qué les molesta. Que aprendan a expresar sus sentimientos desde bien pequeños.
5. Desarrollar su empatía
Para desarrollar una dimensión tan importante como esta es necesario razonar con ellos continuamente mediante diferentes preguntas: ¿Cómo crees que se siente el abuelo tras lo que le has dicho? ¿Por qué crees que está llorando tu hermana? ¿Crees que papá está hoy contento?”
Por su parte, cuando haga o diga comentarios que puedan lastimar a alguien, en vez de amonestarle, pregúntale cómo cree que se siente la otra persona después de lo que hizo. Así, irá aprendiendo a ponerse en lugar del otro, a reconocer las emociones en los demás y comprender en qué situaciones pueden aparecer.
6. Desarrollar su comunicación
Hablar con los niños, hacerles preguntas, razonar, jugar, poner ejemplos… es algo imprescindible en su educación. Debemos favorecer continuamente el que puedan expresarse , poner en voz alta su opinión y sus sentimientos, que aprendan a dialogar.
7. Enseñar la escucha activa
Imprescindible. Desde muy pequeños deben saber guardar silencio mientras los demás hablan, pero no solo eso, también deben aprender a escuchar activamente. De ahí que sea recomendable hablarles despacio, frente a frente y terminando las frases con un “¿has entendido?”, “¿estás de acuerdo con lo que he dicho?” .
Asimismo, para desarrollar esta habilidad es importante que se sientan escuchados . Por tanto, lo ideal será fomentar diálogos entre iguales, donde su opinión también cuente. Si lo notas demasiado callado en determinada situación, pregúntale qué opina sobre el tema o qué desearía hacer,
8. Iniciar en las emociones secundarias
A partir de los 10-11 años van a surgir en sus vidas emociones secundarias que cobrarán más peso tales como el amor, la vergüenza, la ansiedad … Siempre es adecuado que una buena comunicación con ellos nos permita hablar de estos temas abiertamente para que se sientan seguros , ya que habrá situaciones que le causen mucha ansiedad.
9. Fomentar un diálogo democrático
A medida que los niños se van haciendo mayores van a aparecer más demandas por su parte, de ahí que desde bien pequeños les enseñemos la importancia de pactar, de dialogar, de acordar de modo democrático. La familia es un ejemplo de la sociedad y es el mejor campo de aprendizaje.
10. Permitir la expresión de emociones
Para fomentar la inteligencia emocional es esencial que podamos facilitar a nuestros hijos la confianza apropiada para que pongan en voz alta aquello que les preocupa, que los hace felices pero también infelices.
El hogar y la escuela van a ser esos primeros escenarios donde se va a desarrollar su vida. Si les ofrecemos comodidad para que se puedan expresar y comunicar, también lo harán a medida que crezcan y en el resto de contextos.
11. Canalizar las emociones negativas
Además de permitir que expresen sus emociones libremente, es importante que enseñarles a hacerlo de forma asertiva. Esto implica que el niño comprenda que no siempre podrá controlar lo que siente, pero sí cómo responder a las diferentes situaciones .
Por tanto, e nséñale a canalizar sus emociones negativas y expresar con palabras lo que experimenta. A partir de los cinco años, ya pueden aprender estrategias fáciles como; contar hasta diez antes de reaccionar cuando esté enojado, hacer sencillas técnicas de respiración, dar un paseo y después regresar para abordar el tema, etc.
Por su parte, la actividad física y el deporte son unos grandes aliados para ayudarles a descargar aquellas emociones displacenteras.
12. Fomentar las habilidades sociales
Para que el niño aprenda a relacionarse con su pares y desarrolle un sentido de pertenencia con su grupo de compañeros, podemos incentivar juegos cooperativos y comunitarios que impulsen el trabajo en equipo. Esto les ayudará a sentirse importantes y a fortalecer su autoestima.
Para concluir, saber comunicarse y reconocer emociones propias y ajenas son, sin duda, imprescindibles para que vayan madurando poco a poco y alcancen una solvencia adecuada para integrarse en la sociedad y ser felices en ella. Nosotros podemos darles esa oportunidad a través de la educación en inteligencia emocional.
13. Alentar en vez de alabar
Por último, una clave para fortalecer la autoestima y estimular hacia el logro, es practicar una comunicación alentadora, en lugar de alabadora. Pues, cuando se alienta, se pone el foco en el esfuerzo y la mejoría, en vez de quedarse únicamente en el éxito .
Así, aprenderán a valorar el recorrido y los aprendizajes de cualquier situación , incluso cuando los resultados no son los esperados.
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