Dime qué emociones sientes y te diré cómo eres
¿Sabías que tus sentidos influyen en tus emociones y en tu estado de ánimo? Los olores, los sonidos, los colores e incluso la luz del día tienen incidencia directa en tu comportamiento.
Suena el despertador. Intentas abrir los ojos pero, no sabes por qué te cuesta. No eres capaz de hilvanar un solo pensamiento, una sola idea. Por fin, te levantas. Abres la ventana y miras hacia afuera. El cielo está gris. ¿Cómo te sientes?
Suena el despertador. Abres los ojos con ilusión. Hoy será un buen día, lo presientes. Tienes cantidad de planes. Te levantas de un salto. Abres la ventana y miras hacia afuera. Hay un sol radiante. La luz es espectacular. ¿Cómo te sientes?
Clima. Luz. Olores. Sonidos. Todo influye en nuestro estado de ánimo. En las emociones que sientes en cada momento. Piensa en cómo te vistes cuando te sientes triste: la tendencia es ponerte colores oscuros como grises, marrones, negros. Ahora piensa en momentos alegres: todo es colorido, naranjas, amarillos, verdes, azules.
Los olores y los sonidos también evocan emociones
Un olor puede transportarte a un momento de tu niñez, a aquella tarta que te hacía tu madre por tu cumpleaños. Una música puede recordarte a una persona especial, al primer baile, al primer beso. Y una determinada canción puede evocar momentos felices y otros no tanto.
Tu estado de ánimo en la mañana, los colores en la ropa que te pones, los recuerdos que tienes, cómo te comportas: todo está relacionado con las emociones que sientes. Y esas emociones, al contrario de lo que te pueda parecer, son buenas. Tú puedes darle un valor positivo o negativo, según cómo te sientes.
Sé que a veces no quieres que tu entorno sepa cómo te sientes en realidad y revistes tus emociones con una máscara para no parecer vulnerable o triste. Otras veces, eres tú misma quién se engaña de manera inconsciente sobre tus verdaderos sentimientos. En ocasiones te pones una armadura para protegerte y que no te hagan daño.
“Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demás.”
-Daniel Goleman-
Pero, ¿sabes qué? Si las personas que te quieren no saben cómo te sientes, tampoco van a poder ayudarte. Y si no pides ayuda, tampoco podrán hacerlo. Aprende a pedir. Posiblemente, te han enseñado a no pedir nada. A que tienes que ser autosuficiente.
Así, cuando te encuentras en una situación de la que no sabes cómo salir, no sabes o no te atreves a pedir ayuda a los demás. Y pedir no es malo. Al contrario, te acerca más a las personas que quieres. Les estás diciendo que confías en ellos. Y las personas que te quieren también tienen emociones.
¿Que te parecería sentirte bien todos los días?
Porque a gestionar las emociones también se aprende. Por ejemplo, si te sientes triste puedes cambiar tu estado de ánimo vistiendo colores alegres. Si te sientes melancólica, escucha una música animada que te haga bailar.
Romper las barreras y cambiar tu actitud ante las situaciones y las circunstancias que te tocan vivir solo está en tus manos. Tú tienes el poder de decidir cómo quieres que sea tu día.
Hay un cuento de Jorge Bucay que cuenta que en un estanque mágico se encontraron la tristeza y la furia para bañarse juntas. La furia, que como siempre tenía prisa se bañó rápido y salió del agua. Tomó sus ropas, pero como no distingue claramente la realidad, no se dio cuenta que no eran las suyas, sino las de la tristeza.
Así, cuando esta salió del agua, lentamente y sin conciencia del paso del tiempo, se dio cuenta de que su ropa no estaba y no le quedó más remedio que ponerse lo único que había: el vestido de la furia.
“Cuentan que, desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada. Pero si nos damos tiempo para mirar bien, nos damos cuenta de que esta furia que vemos es sóoo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad, está escondida la tristeza.”
-Fragmento de “La tristeza y la furia” de Jorge Bucay-
Así que, tenlo en cuenta. De la misma manera que, a veces, tú quieres esconder tus emociones tras una máscara, hay otras personas que hacen lo mismo.
Saber gestionar las emociones no siempre es fácil
Cuando te enzarces en una discusión con tu pareja o con un amigo, recuerda que es posible que esté escondiendo sus verdaderos sentimientos tras sus palabras. Que sus gritos pueden ser únicamente una señal para no demostrar externamente lo mal que se siente.
Aprender a comprender a los demás es una señal de sabiduría. Y tú puedes hacerlo si te paras a pensar en cómo te sientes tú a veces. En qué significan para ti y en cómo te afectan determinadas emociones que sientes cuando evocas un recuerdo o cuando escuchas una melodía.
En tu mano está decidir cómo quieres que sea tu día. Y recuerda que a ser feliz también se aprende.