Dormir y afilar el hacha
Un maestro y su discípulo se preparaban para cortar leña:
El discípulo trabajó sin detenerse a descansar, y acumuló una gran pila de leños.
El Maestro en cambio, dividió el trabajo en 2 periodos, cortando leña durante 50 minutos y descansando 10.
Al terminar, el Maestro reunió una pila de leños mucho mayor.
El discípulo, extrañado por lo que acababa de suceder le preguntó:
-¿Cómo es posible que hayas juntado mas leños que yo si estuviste descansando varias ocasiones?
El Gran Maestro le contesto:
-Mientras descansaba afilaba el hacha.
Fábula
Poseer paciencia, supone disponer de la capacidad para soportar algo sin alterarse, ser portador de una habilidad para realizar trabajos complicados o minuciosos. Es saber esperar inteligentemente cuando un deseo es muy anhelado.
Es disponer de la lentitud adecuada, para superar lo que se hace con normalidad y convertirlo en extraordinario. La calma para poder soportar situaciones difíciles y salir indemnes, también indica paciencia, al igual que el autocontrol sobre uno mismo.
Muchas de las virtudes más preciadas que poseemos los humanos (la generosidad, la tolerancia, la esperanza, la insistencia, la voluntad, el equilibrio, etc. están estrechamente relacionados con la paciencia. Para ejercitarla, es necesario empezar por trabajarla con uno mismo, puesto que en la actualidad nuestro modelo de vida se encamina a potenciar, el “Date prisa”, “Ahora mismo”, “Yo lo necesito primero”, sin valorar el esfuerzo y el tiempo que se necesitan para conseguirlo.
A diario nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba nuestro autocontrol y nuestra paciencia. Practicarla nos ayuda a ejercitar la reflexión y evitar tomar decisiones equivocadas o irreversibles, cuando en ocasiones puntuales somos impacientes y actuamos con pasión y sin detenimiento.
La paciencia nos aporta “equilibrio”, y el equilibrio suaviza nuestro carácter ayudándonos a soportar contratiempos con más fuerza y a soportar la tristeza de forma más realista, puesto que el sosiego neutraliza la ansiedad e infunde una serenidad para afrontar momentos de gran desesperación.
Saber esperar y entender que “las cosas” no dependen de nosotros “exclusivamente”, comprender que es necesario darles tiempo y que sucederán cuando sea el momento, es un ejercicio de paciencia que indica igualmente una cualidad de personas maduras.
Tal vez podamos reflexionar ante la idea, de cómo resultarían las situaciones cotidianas (las perdidas económicas, los atascos de tráfico, las desgracias personales, la enfermedad, el mal tiempo, los olvidos , las discusiones, etc.) en caso de afrontarlas con paciencia.
Una paciencia, que desarrolle aptitudes para identificar y solucionar los problemas de manera armónica, con una correcta y templada interpretación’, y una conducta acorde a cada situación, con la tolerancia suficiente para no producir daños externos, y con la seguridad de que la PACIENCIA ES UN OBJETIVO posible de trabajar y de alcanzar.