El duelo en la vejez
El duelo en la vejez puede ser especialmente angustiante. La pérdida de familiares cercanos que han sido compañeros de viaje para las personas mayores puede ser una experiencia tremendamente dolorosa. Esto se eleva al máximo exponente cuando a quien se pierde es la pareja. Perder a un cómplice de aventuras, a un creador de sonrisas, a un protector de sueños puede ser desgarrador.
Además, los factores que rodean al duelo en la vejez se agravan, puesto que esta edad se caracteriza por la pérdida de contactos sociales.
«El duelo nos desafía a amar una vez más».
-Terry Tempest Williams-
Mochilas de recuerdos
En la vejez las personas llevan en su mochila muchas pérdidas, que pueden ser internas (cambios en el estilo de vida) como externas (familiares, amigos, pareja). Cuando las personas mayores pierden a su compañero o compañera de vida, se encuentran en una situación en la que deben lidiar tanto con el dolor de la pérdida como con la necesidad de disponer de otras figuras de apoyo.
Algunas características del duelo en la vejez
Con demasiada frecuencia, el duelo en la vejez lleva aparejado un dolor desgarrador por la ausencia de quien tantos años les acompañó, a la vez que un intenso desamparo por encontrarse en un mundo distinto y a veces cruel con los ancianos.
Además, aunque quieran e intenten recomenzar una nueva etapa vital, su salud física y las circunstancias externas muchas veces constituyen potentes barreras que les imposibilitan hacerlo. Esta es una de las razones por las que debemos prestar especial atención a la hora de brindar el apoyo, el afecto y el cariño a las personas mayores que han perdido a su ser amado.
«La pérdida de familiares en la vejez es desencadenante de un 20 % de los casos de depresión en el anciano».
-Emilio Gamo Medina-
En la senectud, el duelo por un amigo, por un familiar o por la pareja sustrae también una parte importante del pasado. Son conscientes de que su futuro es más corto que el de las personas más jóvenes, lo que puede empequeñecer la fe y la esperanza intrínsecas al duelo en otras etapas de la vida.
Además, la cultura, los valores y la sociedad en la que se criaron es diferente de la que viven en la actualidad. Estos cambios pueden agravar su sentimiento de desconexión con el mundo. Las anclas que les mantenían conectados con el hoy ya no están, y esto puede desencadenar una verdadera avalancha emocional que puede resultar tremendamente complicada de superar.
Factores que ayudan a la recuperación
Las personas mayores suelen ser extraordinariamente sabias. El bagaje de experiencias, las lecciones aprendidas y las estrategias que han desarrollado a lo largo de su vida pueden ayudarles a afrontar, resolver y emerger a una nueva etapa. De su uso o desuso dependerá buena parte de que el duelo se resuelva o se complique.
Evita la sobreprotección
La sobreprotección nunca ha sido buena. Una atención demasiado grande puede hacer que las personas mayores pierdan algunas habilidades mucho antes.
Una persona sobreprotegida es una persona aislada de los procesos que nos hacen crecer como personas. Es importante acompañarles, pero sin caer en esta trama. Es el propio anciano quien debe afrontar la situación, y nosotros podemos ayudarle haciéndole saber que le acompañamos en su dolor, aunque sin frenarle.
«El dolor sin lágrimas sangra internamente».
-Christian Nevell-
Escucha
Si la persona mayor habla sobre su ser querido, escucha. Está elaborando una narrativa de los recuerdos que comparte con la persona fallecida y esto es importante para que integre la pérdida en su vida.
Una forma de ayudar es prestando atención a lo que nos cuenta. Aunque sean mensajes repetidos, porque la repetición forma parte del procesamiento del duelo. La escucha bidireccional es importante, parafrasear lo que nos está contando o detenernos a preguntar y examinar un recuerdo concreto («abuelo, cuéntame aquella vez en la que la abuela hizo…») puede ser un acto tremendamente ansiolítico para el anciano.
«Una escucha honesta es la mejor medicina que podemos ofrecer».
-Jean Cameron-
Acompaña
Hasta que el anciano reconecte con la sociedad y el entorno, es importante invertir tiempo con él. Esto es distinto del hecho de estar a todas horas pendiente de cómo está. Nos referimos a llamarle, a invitarle a realizar actividades con nosotros, o simplemente a ir a su casa y estar juntos en el sofá.
El mensaje que transmite el acompañamiento puede carecer, incluso, de palabras. El acto de conectar y de hacerle ver que estamos ahí, con él o ella, en ese momento, puede resultar tremendamente íntimo. La intimidad que emana del acompañamiento es una potente herramienta que disminuye la soledad de la pérdida.
«El dolor compartido es dolor disminuido».
-Rabbi Grollman-
Cuando somos mayores nos volvemos más vulnerables. Comienzan a sucederse las pérdidas, que son naturales porque se producen por efecto de la edad, la enfermedad o el envejecimiento. Ante el fallecimiento de los hijos, de los hermanos menores, o del cónyuge se producen emociones más intensas que en otros casos, incrementando el malestar emocional que sienten.
Es esta razón la que invita a tener en cuenta a las personas mayores a la hora de brindarles apoyo de una forma más amable, íntima y cercana. Si las personas mayores construyeron el mundo en el que ahora vivimos, deberíamos ser capaces de brindarles los apoyos para que sigan viviendo digna y saludablemente en él cuando tienen que afrontar una pérdida dolorosa.
«Un anciano es alguien que tiene muchos muertos ante sí».
-Simone de Beauvoir-
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