El origen de la muerte según la mitología japonesa
El origen de la muerte según la mitología japonesa se encuentra en una curiosa leyenda sobre la creación de Japón. A pesar de la influencia de la antigua civilización China, una parte muy importante de la religión y mitología japonesa son únicas. Además, contienen tradiciones shintoístas y budistas, así como, creencias populares agrícolas.
Los mitos japoneses convencionales se basan en el Kojiki y en el Nihonshoki. Kojiki literalmente significa ‘registro de cosas antiguas’ y es el libro más viejo reconocido sobre mitos, leyendas y la historia de Japón. Nihonshoki es el segundo más antiguo y en él se narran las distintas hazañas de las deidades.
Veamos a continuación cómo es el origen de la muerte según la mitología japonesa, a través de esta maravillosa leyenda.
“¿Para qué apegarnos a lo que vamos a perder de todos modos?”
-Isabel Allende-
La leyenda sobre la creación de Japón
En el origen de los tiempos, los primeros dioses japoneses, crearon a dos seres divinos. Un hombre llamado Izanigi y una mujer, Izanami. Estos dioses ancestrales les encomendaron la misión de crear una tierra tan maravillosa que no tuviese comparación con ninguna otra.
Años más tarde, cuando concluyeron la misión impuesta por los primeros dioses, decidieron que era el momento de tener descendencia. Y de la unión de estas dos divinidades nacieron las ocho grandes islas japonesas.
La armonía reinaba en el mundo creado. Las divinidades vivían dichosas junto a sus numerosos hijos hasta que un día, Izanami engendró a Kagutsuchi, dios del fuego. Tras un parto muy complicado, la madre de la creación, pasó un tiempo muy enferma hasta que finalmente, murió.
El sufrimiento por la muerte de la divinidad fue tan devastador que Izanigi no se conformó y después de sepultar su cuerpo en la montaña, en el mítico monte Hiba, cerca de Izumo, decidió ir en busca de su amada hasta el reino de Yomi, nombre que recibe la tierra de los muertos.
Izanigi emprendió el camino hasta llegar al territorio de las tinieblas y comenzó la búsqueda de su amada esposa. Todos los demonios con los que se encuentraba le advirtieron que Izanami jamás podría acompañarle, que era imposible regresar a la tierra de los vivos cuando se ha probado el fruto Yomi.
Tras muchos meses de penuria y sufrimiento, Izanigi al fin encontró a su esposa en un lugar en el que reinaba la oscuridad. Ella le dijo que no podía regresar con él porque era demasiado tarde, ya que había comido el alimento del inframundo. Sin embargo, iba a intentar convencer a los dirigentes del Yomi para que la dejaran marchar y pidió a su esposo que no entrara durante ese momento.
La única condición para conseguir la aprobación de los dioses era que Izanagi no mirara a su esposa cuando volviera a entrar en palacio, pero la divinidad, al igual que en el mito de Orfeo, no resistió la tentación y encendió una pequeña llama con uno de los dientes de su peineta y entró en el palacio. Con la luz, Izanigi violó la ley al perturbar la armonía de las tinieblas y contempló el cuerpo de su esposa transformado en un cadáver putrefacto, rebosante de gusanos; de su cabeza y de su pecho emergían las divinidades de trueno y el relámpago.
De esta forma, el dios huyó aterrorizado mientras su cónyuge lo acusó de cubrirla de vergüenza y le persiguió por todo el reino Yomi para matarlo. Tras un hostigamiento incesante, Izanami atravesó el cuerpo de su esposo con una lanza, dejándolo malherido.
El padre de la creación corrió sin descanso hasta sentir la brisa del exterior, pese a estar herido pudo llegar al reino de los vivos y con la escasa fuerza restante, selló con una gran roca la fina grieta que separaba ambos mundos.
Desde el interior de la cueva, Izanami gritó a su esposo que la dejase entrar en el reino de los vivos, pero este aterrorizado por todo lo que había vivido, se negó rotundamente. Entonces la diosa amenazó a su cónyuge con matar a 1000 humanos cada día, a lo que Izanagi respondió “entonces yo daré vida a otros 1500 seres cada día”.
Así es como comenzó a extenderse la muerte por la tierra y como el místico pueblo japonés celebra el Día de los Muertos, o el Obon, desde hace más de 500 años.
La muerte según la mitología japonesa
El origen de la muerte según la mitología japonesa no deja de formar parte de un pasado milenario en el que los mitos y la religión forman parte del pensamiento global de la cultura ancestral.
Hoy en día, en Japón se ha degradado el sentido de comunidad, familia y muerte, dando paso a un pensamiento más occidentalizado. Aún así, la muerte se considera revestida de cierta suciedad que ha de ser purificada, y por tanto, es necesario limpiar, aromatizar, vestir y preparar con un aspecto lo más digno posible a la persona que ha fallecido y cuya alma está yéndose al mundo del más allá.
En conclusión, y a diferencia de la cultura occidental donde se trata este proceso como un tema tabú, la muerte según la mitología japonesa es considerada como algo inevitable, siendo lo importante las acciones realizadas en vida. El dolor por el fallecimiento de un ser querido se transforma en una sensación reconfortante al considerar que el alma del difunto sigue entre nosotros.
“Para siempre es mucho tiempo. Creo que volveremos a encontrarnos en mejores circunstancias o en otras vidas“.
-Miyamoto Musashi-