El síndrome de Houdini: huir de la implicación emocional
El síndrome Houdini alude a las facultades del mítico escapista húngaro del siglo XIX. Sin embargo, en este caso hablaremos de un escapismo psicológico derivado de la evitación. Así, se puede escapar de una situación familiar, de un trabajo o de las obligaciones diarias.
Las luchas de egos, las complacencias y hasta lo difícil que es expresarse de manera auténtica sin dañar al otro son circunstancias comunes en las relaciones interpersonales. Dicho esto, el hecho de que las personas escapen de sus relaciones expresa un síntoma muy profundo en la sociedad actual.
En muchos casos, la relación es directa, cuanto más compromiso, mayor «necesidad» de escapar. En este artículo detallamos cuáles son las verdaderas causas de este fenómeno y por qué es tan complicado implicarse emocionalmente.
La implicación emocional en las relaciones personales
En el ámbito de las relaciones personales, la implicación emocional conlleva aceptar y expresar el afecto que sentimos hacia otra persona. Esta expresión puede ser implícita o explícita, y depende de la capacidad de cada quien.
Ahora bien, algunos individuos no se sienten preparados para asumir sus sentimientos. En estos casos, la respuesta emocional que produce aceptar lo que sienten puede llegar a abrumarlos y a cohibirlos.
Para algunas personas, el compromiso viene asociado con vulnerabilidad o debilidad. Ante esta percepción, reaccionan de manera opuesta a lo que se espera, se alejan para no tener que ver cara a cara esa fragilidad que los habita ante la presencia del otro.
En estas situaciones, la huida es un mecanismo de evitación que se caracteriza por huir para no afrontar lo que está pasando; evitando así la responsabilidad de responder ante la otra persona y ante su reacción.
El síndrome de Houdini
En líneas generales, el síndrome de Houdini es la tendencia a escapar de los compromisos emocionales. La persona es incapaz de tolerar cualquier indicio de intimidad emocional, por tanto, huyen.
El psicólogo y escritor Pablo Palmero, autor de este concepto, en su libro Los pilares del corazón, detalla y desarrolla las características principales de esta tendencia, en donde destaca:
- La dificultad para mantener relaciones sanas y duraderas, ya sea de amistad o amorosas.
- La tendencia a evitar sistemáticamente cualquier tipo de relación sentimental, ya sea por inseguridades o miedo a ser sometido, perdiendo así la libertad.
Formas de escape o huida emocional
La respuesta de huida emocional puede representarse de manera física o sentimental. Es decir, la persona puede desaparecer físicamente de un momento a otro y sin dejar rastros. O bien puede seguir allí físicamente, pero su trato se va haciendo cada vez más frío y distante; a tal punto de que los implicados se convierten en extraños y la relación va perdiendo el sentido.
Asimismo, Palmero añade otra forma de escapismo que suele pasar desapercibido y que muchas personas tienden a utilizar sin ser conscientes de ellos. Se trata de individuos que tienen una vida social normal, con buenas relaciones laborales y sociales, pero no comparten su vida privada con nadie. De este modo, ninguna persona llega a conocerlos de verdad.
Fases del síndrome de Houdini
El síndrome de Houdini suele tener varias fases. Todas ellas marcan un proceso que va desde la entrega hasta el rechazo total. Veamos las principales características de cada una:
- Implicancia: etapa de auge sentimental. En la misma se ejecutan las estrategias de persuasión para obtener lo que se quiere de la otra persona. Parece que no hay límites para la amistad o el amor. Todo es perfecto y proyectamos un futuro con esa persona. Sin embargo, esta fase se suele ir tan rápido como aparece.
- Dudas: las bases poco sólidas bajo las que se construyen los lazos provoca la aparición de dudas rápidamente. Aquí es cuando el castillo de naipes comienza a caerse. Lo hace de forma lenta con el objetivo de no dejar rastros.
- Escape: etapa final que se produce cuando ya no hay contacto. La otra persona se ha fugado de nuestras vidas, tal vez sin dejar explicación alguna, y la comunicación es prácticamente nula.
¿Por qué se produce este escape emocional?
Existen diversas razones por las cuales una persona decide escapar de la implicación emocional. Y, por lo general, se trata de una combinación de aspectos personales, sociales y cultuales. Dicho esto, veamos las causas más comunes:
1. Inmadurez emocional
La causa más común de este síndrome es la poca educación emocional que reciben las personas durante la infancia y la adolescencia. Además, la sociedad tiende a bombardearnos con creencias y estereotipos erróneos sobre las relaciones, lo que nos lleva a establecer vínculos sin saber cómo gestionarlos.
2. Miedos y traumas
El miedo es otro factor que está vinculado a este patrón cíclico de atracción, duda y fuga en las relaciones sentimentales. En este caso, los miedos suelen originarse a través de experiencias traumáticas durante la infancia (abandono, indiferencia, maltrato, etc.), las cuales quedan grabadas en el inconsciente y llevan a la persona a huir de las relaciones; esto como un intento de evitar revivir los traumas del pasado.
Cabe mencionar que la reacción de miedo puede expresarse de distintas formas, dependiendo de la persona y de la situación que se esté viviendo.
3. Las redes sociales
En este contexto han aparecido dispositivos que «facilitan» las relaciones sociales. Ejemplos son Tinder o Facebook, donde podemos contactar con personas de todo el mundo o encontrar pareja en minutos. Esto ha permitido que las personas ya no sean indispensables. Pues existe un «banco» de reserva con muchas otras personas esperando.
4. Oferta y demanda de sentimientos
La velocidad a la que cambiamos de vínculos hace que el éxtasis del amor y la amistad dure muy poco. Una vez finalizado un vínculo, se sale nuevamente al mercado a buscar el éxtasis de la novedad.
Es así que se crea una especie de oferta y demanda de sentimientos con el denominador común de la novedad. En este «mercado» impera la superficialidad: un perfil llamativo en las redes sociales es fundamental.
¿Cómo detectar un escapista emocional?
Para analizar el síndrome de Houdini hay que comenzar por uno mismo. En muchas ocasiones, las personas se sorprenden a sí mismas quejándose de estas actitudes, cuando tienen otras personas como «plan b».
La implicación emocional conlleva renuncias egocéntricas. Es así que un indicio que delata a cualquier escapista es la imposibilidad de comprometerse más allá de los propios intereses.
Debilidad emocional
Entonces, surge la disyuntiva ¿llegamos a implicarnos totalmente? Si nos involucramos de manera superficial, no podemos pretender establecer lazos fuertes y duraderos, los mismos implican un riesgo. Es así que la utilización y la huida de forma repetitiva es un claro síntoma de debilidad emocional.
Ahora bien, la debilidad puede expresarse de diversas maneras:
- Conductas evitativas: las personas que no pueden implicarse tampoco pueden romper vínculos de forma directa. Es así como van evitando progresivamente el contacto con las personas a través de excusas.
- Negación: estas personas pueden mostrar cierto bloqueo sentimental. Suelen tener problemas para exteriorizar sus sentimientos sin actuaciones.
- Egocentrismo: estas personas tienen dificultades para planificar actividades que giren por fuera de sus intereses.
Por su parte, el uso de ciertas excusas o comportamientos pueden hacer que reconozcamos la tendencia a escapar. Por ejemplo:
- Personas extremadamente tímidas que utilizan este rasgo como para protegerse de la intimidad emocional.
- Individuos que viven buscando defectos en los demás para invalidar lo que sienten por ellos.
- Personas que intelectualizan todo y provocan discusiones y conflictos constantemente.
- Personas que erotizan todo, ponen el deseo sexual en primer lugar y dejan el cariño en último plano.
- Individuos sumisos que ceden ante los demás para no mostrar lo que realmente quieren.
- Sujetos cómicos que tapan los sentimientos con el humor.
No está todo perdido
Analizamos el escapismo emocional como un fenómeno individual y social. No tenemos por qué ser escapistas para encajar en algunas aristas del perfil definido en el artículo. Debemos analizar nuestras acciones y si detectamos alguna característica del tipo escapista, podemos detenerla antes de que se vuelva sistemática. Algunas claves son:
- Detectar las razones del síndrome: a veces, entender las causas de algo nos ayuda de dejarlo de lado. Pensar qué nos está llevando a huir del otro nos puede dar luces para encontrar una solución adecuada. ¿Cómo solucionar un problema si no se sabe bien cuál es la dificultad? Hay que empezar por ahí.
- Enfrentar al miedo: es verdad que cuando nos implicamos también nos arriesgamos. Confianza, empatía y sentimientos parecen estar en juego. Pero no debemos tener miedo si somos consecuentes con nuestras ideas.
- Aumentar la autoestima: no tenemos por qué vender algo que no somos. Las personas que se acercarán y perdurarán lo harán por nuestras características reales.
- Usar nuevas estrategias de afrontamiento: escapar no es una estrategia muy buena a largo plazo, puede que a corto sí, pero a la larga es una pésima fórmula porque no resuelve nada. Es necesario que busquemos otras salidas para lidiar con aquello de lo que huimos, alternativas más asertivas y adaptativas a largo plazo.
- Cuidar al otro: implicarse es algo importante y jugar con las expectativas de la otra persona es un indicio escapista. La sinceridad es una manera de proteger al resto.
¿Y qué deben hacer las personas víctimas del escapismo de otro? Vamos a ver algunas claves que pueden ayudarnos en estas situaciones.
- Aceptar la pérdida: ver, sentir, abrazar y aceptar la pérdida son pasos que debemos dar cuando la otra persona ha huido de nuestras vidas. Debemos darnos la oportunidad de sentir esas emociones encontradas de amor y odio; abrazar nuestras tristezas y escucharlas.
- Entender que no es culpa nuestra: es sencillo echarnos la culpa de las acciones de otro, buscar en nosotros la causa del escapismo del otro es nuestra primera reacción. Pero no, no es nuestra culpa que los demás no sepan implicarse. Tenemos que entender eso.
- Incrementar la autoestima: si nuestra autoestima ha quedado por el piso, porque nos hemos encargado de culpabilizarnos, es necesario que la volvamos a recuperar; un paso sensato para lograrlo es ir a terapia.
- Salir del enfado: no solo hay que salir de nuestra rabia con la otra persona, hay que salir también de la tristeza, y de esas otras emociones que nos restan tranquilidad. Para salir hay que empezar a verlas y a aceptarlas, luego hay que acoger esas emociones agradables que también reclaman su espacio.
- La vida sigue: después de haber vivido nuestras emociones y de habernos quedado un buen rato estancados, hay que regresar la mirada a nuestros proyectos, a nuestra propia vida. Sí, después de todo, la vida sigue y tenemos que aprender hacerlo nosotros también.
Consideraciones finales
Aunque podamos identificar el síndrome de Houdini en varias personas que pasaron por nuestras vidas, es necesario ser objetivo. Tampoco se trata de generalizar y decir que todos lo padecen. Antes de etiquetar hay que abrirse al mundo de la otra persona y comprenderla.
Si te has sentido identificado con este artículo, te invitamos a que visites a un profesional de la salud para que trabajes esa dimensión de ti que no te deja comprometerte, a pesar de que quieres y te gustaría compartir tu vida con esa persona que te gusta. Nunca es tarde para cambiar.
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- Castañeda P. (2019). Los sentimientos de huida: miedo, tristeza y vergüenza. Universidad de Sevilla. Recuperado de: https://idus.us.es/handle/11441/131496
- Palmero P. (2012). Los pilares del corazón. Ediciones Bubol. Recuperado de: https://books.google.com.co/books?id=1deLSDdW5WoC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false