El síndrome de la persona plastilina
El síndrome de la persona plastilina hace que alguien dedique su atención al cuidado de los demás, dejando de lado su propio bienestar. Este curioso fenómeno afecta no solo a la moral de la persona en cuestión, sino también a quienes se preocupan por ella.
Al hacerse cargo de las necesidades de otros, deja su bienestar en un segundo plano. Además, no solo se ocupa de cumplir con las necesidades de los demás, sino que a base de práctica suele adquirir también una curiosa habilidad para intuirlas. Por lo que el centro de su atención siempre está apuntando hacia las personas que la rodean.
La persona que tiene el síndrome de plastilina se da tanto a los demás que acaba olvidándose a sí misma.
Rasgos que caracterizan a una persona plastilina
Relacionarse con los demás, preocupándonos por sus inquietudes y problemas, es una buena forma de cuidar y fortalecer nuestras relaciones. Pero, cuidado, como toda buena actitud, cuando se lleva al extremo, puede causar daños importantes a la persona que la sostiene. A continuación, os mostramos algunos de los rasgos que mejor caracterizan a la persona plastilina:
1. Se olvidan de sus propios deseos y necesidades
Las “personas plastilinas” son aquellas que se dan tanto a los demás que se olvidan de sus propias necesidades e inquietudes, relegando a un segundo plano cualquier deseo que no sea el de beneficiar a los demás. Esto puede desgastar mucho a la persona que sostiene esta actitud: es muy difícil, por no decir imposible, que alguien cubra las necesidades propias por las que ella misma no se preocupa.
Las personas plastilina acaban por olvidarse de sus necesidades e inquietudes.
2. No esperan recibir nada de los demás
Este síndrome tiene cuenta con un ancla poderosa que lo sostiene: hablamos de una forma de actuar que puede contar con infinidad de refuerzos positivos a nivel social. Además, hablamos de personas que dan sin esperar/aceptar nada a cambio.
Esta falta de demanda o solicitud las diferencia de las personas tóxicas, que utilizan sus ofrecimientos y concesiones como una forma de manipulación para conseguir de los demás aquello que pretenden. Solo hacen favores cuando necesitan algo del otro, al contrario que la persona plastilina.
Las personas plastilina no esperan nada a cambio, a diferencia de las personas tóxicas.
3. Son personas muy generosas
Una persona plastilina tiende a confundir la generosidad con el hecho de dejarse de lado a sí mismo. Aunque ser generoso es positivo, su extrema dedicación las hace muy vulnerables frente a personas manipuladoras y que estén dispuestas a valerse de su entrega desmedida para sus intereses.
4. Son personas excesivamente serviles
Los individuos que sufren de este síndrome de la persona plastilina muchas veces se convierten en instrumentos para los demás. Además, pueden llegar a sentirse mal cuando miran a su alrededor y no encuentran una necesidad ajena que cubrir. Es en estos momentos cuando se sienten perdidas o con poca valía; pensemos que su autoestima está muy condicionada por el grado de ayuda que puedan prestar.
Una de las causas de malestar de las personas plastilina es no encontrar una necesidad ajena que cubrir.
Cómo superar el síndrome de la persona plastilina
Para aumentar tu autoestima y comenzar a priorizar tus necesidades, puede seguir algunas estrategias sencillas:
- Si te piden un favor, piensa la respuesta. Reflexiona sobre lo que supone para ti cumplir con esa persona y valora el coste de adquirir un determinado compromiso.
- Si quieres decir que no, hazlo. Esto es lo más difícil, pero si te muestras fuerte y confiado, y expones tus motivos razonablemente, nadie tiene por qué molestarse con tu postura.
- Deja la culpabilidad a un lado. Aunque esta te aborde al negarte a hacer algo por otra persona, piensa que eso es lo mejor para ti, ya que también tienes necesidades propias.
Si te identificas con alguno de los rasgos que hemos descrito en el apartado anterior, recuerda que cuentas con deseos y necesidades a las que solo tú puedes atender. Ya sea porque los demás no se dan cuenta o porque simplemente no pueden, hay una parte, imprescindible a la larga para tu equilibrio emocional, que solo puedes satisfacer tú. Al final, el síndrome de la persona de plastilina no deja de ser una forma indirecta de dependencia.