El tiempo no vuelve
Nos encanta entregarnos a los sueños, nos imaginamos volviendo al ayer, a momentos en los que podíamos reír con más entusiasmo o vernos libres de preocupaciones, sin haber sufrido o sin haber herido a nadie; aquellos días felices de antaño que anhelamos, se quedaron en el ayer. No nos engañemos, los días transcurren y el tiempo, aunque lo deseemos, no vuelve. Y es cierto que por algunas personas o cosas, desearíamos retomarlo, lo único que tenemos es eso, el recuerdo. Pero para qué nos empeñamos en soñar en retomar el ayer; si volviera ¿qué haríamos? He pensado en esa posibilidad, estoy segura que tú también te has encontrado imaginando la oportunidad de enmendar aquello que hicimos mal, borrando nuestras malas decisiones o aprovechando oportunidades que dejamos de tomar, quizá podríamos quitarnos de la mente algún sentimiento que nos culpa ¿quién no tiene algo en el pasado de que culparse? No hace falta hacer grandes destrozos en la vida, es normal que tengamos errores de los que arrepentirnos.
Quizá si tuviéramos esa oportunidad, nos veríamos: ¿con la persona que no apreciamos suficiente y dejamos de lado? O por qué no decirlo, ¿obviando a aquellos que no valoraron lo que ofrecíamos? Hay de todo, si nos detenemos a pensar, muchas cosas querríamos enmendar. Pero también he reflexionado que de poco o nada nos serviría. Somos el resultado de nuestras experiencias vitales, y hemos aprendido a golpe de felicidad o infelicidad. Nuestro carácter se forja a través de nuestras vivencias, con lo bueno y lo malo, el pasado ha formado nuestra existencia, nos ha enseñado a valorar unas cosas y desechar otras. Tras muchos rebotes en la vida, nos vemos un día disfrutando de la vida, y nos sorprendemos lo bien que marchan las cosas, cuando podemos poner sin casi darnos cuenta, el resultado de nuestra experiencia.
Dicen que no aprendemos del todo hasta que nos hemos golpeado un tanto, pero es cierto que después de nuestro errores, apreciamos mejor las cosas y tomamos mejores decisiones, nos sentimos más conformes con nosotros mismos y nos aceptamos tal y como somos. Nadie niega que es delicioso y tentador pensar en una oportunidad de volver a los años emocionantes de nuestra adolescencia, considerarse de nuevo libre de responsabilidad, empeñado sólo en descubrir el mundo y todo lo que ofrece, vernos transportados al deleite de sentirnos en total libertad. También es cierto que en aquel entonces quizá no nos sentíamos así, ocurre hasta ahora, cuando miramos hacia atrás.
Cada edad, tiene sus buenos momentos y su cuota de aprendizaje. Disfruto recordando esas cosas, porque recordar es volver a vivir, pero igualmente pienso que hoy es una buena época, con sus días felices y no tan felices, llegué aquí tras vivir el ayer… Y si esa oportunidad imaginaria llegara un día, estoy segura que tú y yo nos veríamos anhelando el presente. Somos así, estamos atados a nuestras vidas y somos los que las llenan.