Las empresas familiares, ¿son una buena idea?
Las empresas familiares son muy comunes entre las élites de todo el mundo, pero también en los segmentos más empobrecidos de los países en desarrollo. Para los unos representan una vía para proteger y acrecentar el patrimonio propio. Para los otros, una opción de emprendimiento y supervivencia a menor costo.
En las sociedades patriarcales no es raro ver que las esposas y los hijos formen parte de empresas familiares diseñadas por el padre. A veces constituyen una forma de explotación encubierta, ya que los miembros de la familia se convierten en empleados sin salario, pero con deberes. Este tipo de organizaciones son inconvenientes desde todo punto de vista, ya que se asientan sobre la negación de derechos.
También están las empresas familiares que se conforman de manera democrática y con el objetivo de alcanzar el bienestar para todos los miembros de la familia. Más allá de las implicaciones que esto tiene desde lo económico, nos centraremos en los pros y los contras de estas organizaciones, desde el punto de vista psicológico.
“A diferencia de lo que ocurre en las empresas no familiares, en las que sí lo son existe una total identificación de objetivos, ya que los de la empresa son los del líder, y por la estructura chata que tienden a mantener, la identificación es casi total. El problema surge cuando los dirigentes confunden consciente o inconscientemente sus objetivos personales con los del negocio, e incluso lo utilizan para satisfacer sus propios fines”.
-María Paula De Luca-
El origen de las empresas familiares
Las empresas familiares desde un comienzo se ven enfrentadas al manejo de dos frentes simultáneos: la actividad económica y organizativa como tal, y las relaciones familiares. Un primer elemento que entra en juego en estos casos es el motivo y las circunstancias en las cuales nacen este tipo de empresas.
En particular, es importante establecer si las empresas familiares nacen en medio de una coyuntura que afecta a todos los miembros de la familia. Por ejemplo, la recepción de una herencia a la muerte de los padres o la pérdida del empleo de uno o varios miembros de la familia. Explorando este aspecto, podemos identificar la motivación que impulsa este tipo de iniciativas.
Tienen mejores perspectivas aquellas empresas familiares que han nacido de una buena idea o de una oportunidad concreta. Por contraste, tienen menores probabilidades de éxito las que surgen con el objetivo de atender una carencia, evitar un conflicto o satisfacer las necesidades de uno o varios miembros de la familia. En este último caso, es posible que se esté atendiendo un problema de otra índole, en lugar de emprender en estricto sentido.
La organización en las empresas familiares
Uno de los aspectos más complejos de las empresas familiares es la forma en la que configura la organización. Si las cosas no están claras, lo más probable es que se pretenda trasladar los roles familiares a la empresa misma. De este modo, el padre o el hermano mayor terminan dirigiendo, sean o no los más aptos para hacerlo. Lo mismo ocurre con los demás roles.
También está el problema de la incorporación de la familia a la empresa. Tanto los cargos como los salarios suelen determinarse en función de las necesidades o expectativas de los familiares. Si a uno le gusta relacionarse con los demás, se le nombra jefe de comunicaciones, tenga o no la capacitación o habilidades suficientes. Si a otro, que es el primo, gana más que los hermanos, se ajustan los salarios para que haya equidad.
Igual que los roles familiares suelen trasladarse a la empresa, también es frecuente que se trasladen los valores comunes y los conflictos. Suele haber un sello más emocional en las decisiones. También puede haber más celos profesionales o disminuir el cupo de responsabilidad con el que cumple cada uno, quedándose así parte en un vacío peligroso si la empresa pretende ser competitiva.
¿Buena o mala idea?
No hay una respuesta única a la pregunta de si las empresas familiares son buena o mala idea. Por regla general, suelen ser más difíciles de sobrellevar. También por norma común, dependen de lo saludable que sea la familia en su composición y relaciones internas.
Es frecuente que se termine haciendo concesiones inadecuadas a los miembros de la organización, en aras de preservar la concordia familiar. También, muy a menudo, ocurre lo contrario: una exigencia firme o una reconvención concreta llevan a erosionar los vínculos entre parientes. Por lo tanto, se trabaja en el marco de límites difíciles de medir.
Cuando se logra que las empresas familiares operen en función de metas objetivas y atendiendo a criterios administrativos, estas organizaciones llegan a ser muy sólidas y estables. De hecho, se convierten en un factor de unidad y de desarrollo de cada uno de los miembros de la familia. No es fácil, pero tampoco imposible.
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