¿En qué se diferencia la psicoterapia infantil y la adulta?
La psicoterapia infantil se viste de numerosos juegos, para aprender nuevas conductas y cambiar comportamientos disfuncionales. Los niños carecen de la fluidez lingüística de un adulto y, muchas veces, son incapaces de encontrar un motivo a su malestar. Por esta razón, el juego se convierte a menudo en el vehículo perfecto para la intervención.
Además, en la práctica totalidad de los casos, son los adultos quienes se percatan de que puede existir un problema. Al hacerlo, piden ayuda a diferentes profesionales, ya sean profesores, médicos u orientadores. Ellos, serán los encargados de indicar a los padres qué es lo que deben hacer para apoyar a sus hijos.
«Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan».
-Antoine de Saint-Exupéry-
Particularidades de la psicoterapia infantil
Un paso previo al trabajo con niños es la creación de una atmósfera relajada, confortable y cómoda. El objetivo es invitar y motivar al infante a que juegue de manera espontánea y con naturalidad.
Como se sabe, el juego forma parte del desarrollo normativo del ser humano y es en la infancia en donde esta actividad se eleva a su máximo exponente. Asimismo, existen otros elementos que diferencian la psicoterapia infantil y la adulta (Vallejo, 2023):
- Es importante la participación activa de los padres y otros profesionales (como médicos y profesores) en la intervención.
- Quienes piden ayuda son los adultos. Los niños todavía distan de ser conscientes del impacto de sus conductas. También les cuesta identificar y etiquetar las emociones que experimentan.
- A esta edad, las niñas tienden a mostrar más problemas de tipo internalizante (como el malestar), mientras que los chicos son más externalizantes (es decir, muestran más problemas de tipo comportamental) (Vallejo, 2023).
- La «conducta problemática» ¿es realmente un problema? Será labor del psicólogo diferenciar entre conductas disruptivas y conductas normativas. Las conductas normativas forman parte del desarrollo habitual del niño y el terapeuta deberá educar a los padres en este sentido (por ejemplo, la paciencia e inquietud a los 3 años es normal).
- Puede deducirse de lo anterior que la intervención estará centrada en «qué debería ser lo normativo en términos de desarrollo». Por lo tanto, es necesario evaluar el grado de desarrollo alcanzado por el niño. Por ejemplo, si le cuesta hablar fluidamente a los 6 años, habría un trastorno del desarrollo del lenguaje. Mientras que si le cuesta hablar fluidamente a los 2 años, sería normal.
«Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro».
-Graham Greene-
La importancia de la interacción entre padres e hijos
El lector se habrá dado cuenta de que los problemas infantiles son a menudo distintos de las problemáticas adultas. En este sentido, la intervención debe adaptarse al desarrollo del niño, sin olvidar que la actividad por excelencia en la infancia es el juego. Veamos un ejemplo.
Uno de los objetivos sobre los que se suele trabajar estriba en la modificación de la relación entre los padres y el niño. Existe una terapia focalizada a este efecto: la Terapia de Interacción Padres-Hijos (PCIT). Su objetivo es fomentar una conducta más prosocial por parte del niño, gracias al comportamiento de los padres.
En esta intervención, los papás deberían ignorar los comportamientos poco deseables del niño y reforzar los deseables. También se busca fortalecer la relación entre padres e hijos (Vallejo, 2023). Para se usa el acrónimo P.R.I.D.E (en inglés, ‘orgullo’).
- Praise, que significa ‘alabar’.
- Reflect, que significa ‘reflexionar.
- Imitate, que significa ‘imitar’.
- Describe, que significa ‘describir’.
- Enthusiasm, que significa ‘entusiasmo’.
Conseguir lo anterior amerita un uso intensivo del juego. En este sentido, el juego tiene el potencial de promover formas novedosas de interacción entre adultos y niños, que podrían ser mucho más positivas.
«Cuando el niño destroza su juguete, parece que anda buscándole el alma».
-Victor Hugo-
Una terapia que gravita entorno al juego
El objetivo de la terapia es producir cambios en la forma en que el niño se comporta, percibe el mundo y/o experimenta sus emociones. Además, en esta edad es el juego la herramienta que utilizan los infantes para construir la realidad. De esta manera, es apropiado adaptarse al mundo del pequeño, caracterizado por la fantasía, con el fin de ayudarle.
El juego es una actividad extraordinariamente social. Por este motivo, crear un espacio para jugar implica facilitar al niño una especie de «zona de desarrollo» en la que pueda practicar nuevos comportamientos. La meta es que, tras aprender nuevos comportamientos jugando, el niño sea capaz de practicarlos en la vida real.
A través del juego, el terapeuta tiende a aliarse con el niño. Así la unión se convierte en un requisito para cambiar. Además, el mero hecho de jugar permite a los chicos fortalecer sus relaciones y aumenta la seguridad en sí mismos (Vallejo, 2023). El juego es un vehículo excelente a experiencias, experimentos, oportunidades y comportamientos nuevos. Y, bajo la intervención de un psicoterapeuta, posiblemente más saludables.
Como hemos visto, los factores que distinguen la psicoterapia infantil de la adulta son variados. De hecho, la intervención es, en esencia, completamente diferente. Mientras que la terapia infantil se caracteriza por el juego, en la terapia adulta se hace un uso intensivo del lenguaje.
De igual forma, es muy necesario atender a «qué es normal» en función de la edad, puesto que los niños se encuentran en pleno desarrollo. En este sentido, son grandes páginas en proceso de ser escritas.
«La ceremonia del juego se ofrece en la terapia como oportunidad de curación, una situación capaz por sí sola de suscitar efectos saludables».
-Miguel Ángel Vallejo Pareja-
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