Estrés y cansancio: cuando ya no puedes más y no sabes por qué

El estrés también produce dolor físico. Cuando llevamos mucho tiempo estresados, el agotamiento se trasforma en una constante en nuestras vidas, una realidad que a veces ni siquiera el descanso nocturno resuelve. ¿A qué se debe?
Estrés y cansancio: cuando ya no puedes más y no sabes por qué
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 06 julio, 2021

Estrés y cansancio conforman un vínculo directo y agotador. Todos hemos pasado por épocas en las que la preocupación, las presiones y las demandas externas se transforman también en malestar físico. Faltan las fuerzas, no encontramos las energías y el cuerpo está enlentecido. No es bastante con lo que acontece en la mente para que también el organismo se vea afectado.

Asimismo, se da otro hecho. Este tipo de agotamiento relacionado con nuestro estado psicológico y los estados de estrés se vive de manera distinta al cansancio ordinario. Es común que el descanso nocturno no termine de reponernos. Tampoco darnos dos días de relax los fines de semana. Así, al propio agotamiento se le añade el entumecimiento, el dolor de espalda o la pesadez de brazos y piernas.

Lo cierto es que muchas de estas realidades clínicas responden a lo que conocemos como agotamiento emocional. Aparece, sobre todo, en personas que arrastran con una situación de estrés estable en el tiempo. La sintomatología es tan compleja y delicada que bien merece detenernos y profundizar en ello.

Cuando no manejamos el estrés ocasional y se convierte en una constante en nuestra vida, nuestro cuerpo se ve atenazado por múltiples molestias, tales como el cansancio, el dolor muscular, etc.

Chica sufriendo estrés y cansancio

Estrés y cansancio: ¿por qué aparecen juntos?

El cansancio tiene, por término medio, dos orígenes muy concretos. El primero aparece con las sobrecargas físicas, cuando realizamos un esfuerzo puntual que exige de nosotros fuerza y resistencia. Por otro lado, tampoco podemos descartar ese agotamiento mediado por los estados carenciales cuando nos falta algún nutriente o lidiamos con alguna enfermedad.

Así, algo que sucede con frecuencia es que las personas no solemos identificar ese cansancio que es de origen emocional o psicológico. En ocasiones, basta con lidiar con un problema concreto en nuestro trabajo para llegar a casa agotados. No importa que no hayamos realizado un esfuerzo físico, la sobrecarga mental es suficiente para consumir muchos de nuestros recursos fisiológicos.

Por otro lado, hay algo importante que a considerar. Los trabajos de investigación nos señalan que estrés y cansancio conforman una realidad compleja en la que se integran múltiples variables. Vamos a conocerlas.

Estrés y sobreesfuerzo metabólico

La Universidad de Missouri-Kansas y la de ciencias médicas en Teherán realizaron una investigación conjunta para comprender la biología del estrés. De este modo, algo que debemos considerar es que esta condición psicológica tiene un alto coste metabólico en nuestro organismo.

  • El estrés aparece cuando consideramos que las demandas del entorno superan a nuestros recursos. Tenemos la sensación de no poder llegar a todo, de que estamos perdiendo nuestra capacidad de control.
  • La experiencia del estrés intensifica los procesos cognitivos (pensamos más, estamos más alerta, intentamos centrar la atención en muchos aspectos…). Todo ello aboca a nuestro cerebro a entrar en un estado de alarma. Él entiende que hay muchos frentes de los que debemos estar pendientes y lo que hace es activar el sistema nervioso simpático.
  • ¿En qué se traduce esto? En un mayor coste metabólico. Asimismo, se da otro hecho. Esa hiperactivación del sistema simpático nos conduce a un estado de alerta en el que es muy complicado conciliar un sueño reparador. Dormimos, pero no descansamos y no lo hacemos porque la fase REM es más corta, con lo que el sueño se fragmenta y nos levantamos cansados.

Estrés y cansancio, un vínculo relacionado con el desánimo general

Estrés y cansancio configuran ese binomio que es motivo de consulta en los centros de atención primaria. Las personas se sienten agotadas y ese agotamiento no se va con el descanso, unas vacaciones o la buena alimentación. No cuando se le añade el estrés persistente, la sensación de no cumplir con toda obligación y con la sensación continuada de ineficacia.

Estudios, como los realizados en la Universidad de Leipzig, indican una serie de datos interesantes al respecto:

  • El estrés y el cansancio aparecen en personas que evidencian un estado de estrés crónico. Son situaciones en que esta condición va más allá de los 6 meses o un año. Es muy común en quienes lidian con el desempleo, problemas familiares, de pareja o económicos.
  • Cuando el estrés crónico no se controla, es muy fácil que aparezca también la ansiedad. Es entonces cuando surge una sintomatología física más intensa: taquicardias, alteraciones digestivas, dolores musculoesqueléticos, sensación de debilidad, mayor tendencia a las infecciones.
  • Ahora bien, hay un dato llamativo. Estrés y cansancio correlacionan también con desánimo, falta de alegría y apatía. Son épocas vitales en que la fatiga va de la mano de las emociones de valencia negativa y las crisis personales.

El estrés es un estado agotador, pero lo más importante es manejarlo en el día a día para evitar que se cronifique. Es entonces cuando derivamos en estados físicos y psicológicos de elevado desgaste.

Perfil de un hombre con estrés y cansancio

¿Qué puedo hacer cuando siento que ya no puedo más?

Lo recomendable es no llegar al límite. El estrés es como quien lleva una bolsa a la espalda y va acumulando piedras. Si no las descarga en algún lugar, seguirá acumulándolas hasta no poder más, hasta caer rendido y sin fuerza. No obstante, lo complejo del estrés es que se compone de múltiples elementos: habilidades para gestionarlo, el estado anímico y los problemas con los que tenga que lidiar cada persona.

Lo más acertado en estos casos es empezar con el médico de atención primaria. Descartar problemas médicos es decisivo. Más tarde, podemos recurrir a los enfoques psicológicos:

  • Aprender técnicas de resolución de problemas. Lo que preocupa hoy no se puede posponer para mañana.
  • Detectar los estresores y trabajar en ellos. Habrá algunos que no podamos controlar y que estemos obligados a aceptar. Aquello que, sin embargo, sí esté en nuestra mano abordar, será momento de hacerlo.
  • Trabajar ideas y pensamientos irracionales para dar forma a un enfoque mental más saludable.
  • Establecernos tiempos de ocio, descanso y autocuidado.
  • Integrar en el día a día, técnicas de relajación y respiración profunda.
  • Mejorar nuestra higiene del sueño.
  • Mantener una vida activa evitando el sedentarismo.
  • Disponer de buen apoyo social.
  • Situar en el corto y largo plazo metas que nos ilusionen.

Para concluir, en caso de que el estrés sea una constante en nuestras vidas, es recomendable consultar con profesionales especializados. A veces, el estrés crónico demanda de nosotros cambios. Unas variaciones de rumbo para las que nos puede venir muy bien que alguien nos eche una mano.


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