Evitar la obesidad infantil es asegurar la salud de nuestros hijos
Hasta hace pocos años el hecho de que un niño estuviera rellenito se veía socialmente como un símbolo de salud. Tanto era así, que las madres de aquellos pequeños que no eran “rollizos” sufrían y eran objeto de críticas, llegando incluso a ser vistas como malas progenitoras.
Con el avance de los conocimientos científicos esta visión ha cambiado, se ha trasformado. Ahora somos conscientes de que la obesidad infantil no equivale a una mejor salud, ni presente ni futura. Tampoco es una señal de que la familia de un niño tenga más o menos recursos para alimentarle o de que reciba atención y cuidados o no los reciba. Aun así, puede sernos complicado conseguir que los menores tengan un normopeso… ¿Qué podemos hacer al respecto?
“Si pudiésemos dar a cada individuo la cantidad adecuada de nutrición y ejercicio, ni muy poco ni demasiado, habríamos encontrado el camino más seguro hacia la salud”
-Hipócrates-
Los peligros psicológicos de la obesidad infantil
Todos somos conscientes de los problemas de salud que se asocian al sobrepeso. La infancia no está exenta de los peligros que se puedan derivar de un índice de masa corporal alto. En esta línea pueden aparecer enfermedades como la diabetes tipo II o niveles elevados de colesterol.
“La comida que comes puede ser la más poderosa forma de medicina o la forma más lenta de veneno”
-Ann Wigmore-
Pero cuando se habla de las consecuencias negativas de esta condición física, rara vez se hace alusión a los problemas emocionales y psicológicos que se asocian a la obesidad infantil. Los pequeños con sobrepeso pueden tener baja autoestima, así como insatisfacción corporal.
No hay que olvidar que socialmente se ve a las personas con mucho peso como gente que no merece el éxito ni la popularidad, y esto se transmite también a los pequeños. Por ello, pueden aparecer trastornos de ansiedad y depresión en los niños, entre otros. Además, puede provocar que nuestros pequeños acaben presentando trastornos alimentarios en el futuro.
¿Qué puede hacer que aparezcan casos de obesidad infantil?
Como bien sabemos ya, la alimentación es la base que hace que un niño padezca obesidad infantil o no. Pero también influyen otros factores psicológicos y hábitos de vida que hay que tener en cuenta para conseguir que nuestros pequeños tengan un peso saludable.
En esta línea, hay que tener presente que muchas personas utilizan la comida como forma de reducir su malestar emocional. Es decir, que comen más y, encima, alimentos menos sanos cuando aparecen emociones negativas. Si esto se convierte en un hábito, entran en un círculo vicioso.
Para que nos entendamos: el pequeño come porque se siente mal y las emociones negativas desaparecen momentáneamente. Pero haciendo esto va a aumentar de peso, por lo que el malestar va a volver… ¿Y cómo va a tratar de reducirlo? Pegándose un atracón de nuevo… ¿Veis dónde quiero llegar?
Pero a parte de usar la alimentación como un mecanismo de regulación emocional, influyen distintos hábitos que llevamos a diario. En esta línea, va a ser perjudicial que el niño coma solo, que abuse de chucherías, que se salte el desayuno o duerma pocas horas. Por último, hay que tener en cuenta si pasa muchas horas delante del televisor y si suele o no hacer ejercicio físico.
¿Cómo podemos combatir la obesidad infantil?
Ahora bien, ¿qué podemos hacer desde casa para evitar que nuestros pequeños padezcan obesidad infantil? Lo primero que tenemos que hacer es establecer una serie de normas que se cumplan en el hogar y que fomenten unos hábitos de vida saludable. Por ejemplo, se tienen que realizar cinco comidas al día, así como desayunar lácteos, cereales y fruta todos los días.
“Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo”
-Adelle Davis-
Además, por lo menos la comida o la cena se debe llevar a cabo estando todos los miembros de la familia. Es muy relevante que tanto los padres como los hijos coman de todos los alimentos que haya. No hay que olvidar que es muy importante el ejemplo que dan los progenitores, por lo que deberán servir de modelo para sus niños.
En relación con la alimentación, tenemos que tratar de no usarla como una forma de calmar el aburrimiento o el malestar emocional del niño, para evitar entrar en el círculo vicioso del que hemos hablado ya. Asimismo, el consumo de chucherías hay que limitarlo. También es relevante fijar una hora límite para irse a dormir, de forma que los pequeños disfruten de, al menos, 10 horas de sueño.
Hablemos ahora del uso de las nuevas tecnologías. Para evitar el sedentarismo, hay que limitar el tiempo a dos horas diarias el tiempo de ocio que le dedican los niños. En esta línea es muy importante que todos los días se lleve a cabo alguna actividad física, como caminar, ir a jugar al parque o al patio o realizar algún deporte… ¡Fomentemos un peso y un estilo de vida saludables en nuestros pequeños!
Imágenes cortesía de Kelly Sikkema, Annie Spratt y Caroline Hernandez.